Vasco Núñez de Balboa reinó en Darién, la primera colonia permanente en el continente. Cometió la torpeza de dar noticia al rey y a Diego Colón de sus descubrimientos y requerir ayuda para comenzar a atrabajar en las supuestas minas, lagos y ríos de oro que encontró y que estaban, en ese momento, en manos de los caciques de la montaña, Dadeiba.
También envió un informe sobre los alimentos que encontró, destaca la patata sobre los demás. Pero en la corte, Balboa era poco estimado, incluso sus emisarios, como Martín de Zamudio, quien informó al rey de todo lo antedicho.
Todo el mundo sabía que en Darién el clima era tan crítico que a la gente se le ponía la piel amarilla. Los supervivientes vivían en la anarquía; pero había oro, mucho oro, o al menos esa era la creencia y muchas personas se dispusieron a marchar a las Indias. Tanto es así que Fonseca y el rey bautizaron aquella tierra “Castilla del Oro”.
Pedrarias Dávila fue nombrado gobernador, en calidad de Capitán General, de la nueva colonia en detrimento de Balboa.La corona sufragó esta expedición, la 2ª desde 1492, el resto fue de particulares. La salida se retrasó hasta 1514.
En vistas de futuras expediciones, Balboa se anticipó y marchó con 190 hombres de los 1000 que tenía previstos para conquistar las minas de oro de las que le habló el hijo de Comogre. Llegó hasta la península del Panamá tras enfrentarse a varios caciques. Allí conoció a una “bella india” que le sirvió de intérprete. Junto a Pizarro, el licenciado Valderrábano y fray Andrés de Vera, Balboa avistó el “mar del sur”.
Exultante por el regreso, derrotó al cacique Chiapes e hizo presos a unos 400 indígenas. Con todos estos como testigos fueron y tomaron posesión del “mar del sur”. Balboa navegó río arriba con algunas canoas hasta el territorio del cacique Coquera. Con la victoria, Balboa bautizó aquella tierra como “Golfo de San Miguel”. A estos y otros caudillos atacó con perros y arcabuces, que espantaban y dañaban a un mismo tiempo. A diferencia de los taínos, los jefes de estos vivían lujosamente y tenían muchos esclavos. Todos se pintaban el cuerpo, fabricaban muchos adornos y los portaban.
En abril de 1514, Pedrarias Dávila partió de Sanlúcar de Barramdeda con casi 20 barcos. Esta era la expedición más costosa (10 millones de maravedís) en la que había invertido la corona para la colonización del Nuevo Mundo.
Pedrarias se casó con Isabel de Bobadilla, hija de Francisco de Bobadilla, gobernador de La Española entre 1500 y 1502. No obstante, los banqueros genoveses, Centurione y Grimaldi, fueron los principales proveedores de Pedrarias.
Llevó consigo unos dos mil hombres a las Indias. Entres esos estaban Pascual de Andagoya, cuyas expediciones de conquista en Perú serán muy importantes ;Lorenzo de Galarza; Hernando de Luque –clérigo que acompañará a Pizarro- y Gonzalo Fernández de Oviedo –futuro historiador-.
El capitán de las naves fue Giovanni Vespucci, sobrino de Américo Vespucio. Importante fue el acompañamiento del obispo Quevedo, quien llevó consigo preceptos, canónigos, sacristanes, un arcipreste, seis franciscanos, báculo, misales, sagrarios, incensarios, cálices, cruces de plata y pinturas de tema religioso (todo ello por valor de 1 millon de maravedís). El propio rey Fernando invirtió hasta 18 millones de maravedís y envió a 50 indígenas de La Española, conocedores de “la minería del oro”. La mayoría de los expedicionarios embarcaron al señuelo de “conseguir tierras, distinguiendo la infantería, los soldados de a pie y los de menor rango”.
Se prohibió viajar a los hijos de los reconciliados y ajusticiados por la Inquisición –aunque siempre hubo excepciones-, ni a los abogados.Incluso, junto a Pedrarias, marchó Isabel de Bobadilla, quien prefería vivir en tierra hostil que sola y abandonada en Castilla esperando a su marido; pero no sabía en realidad hasta qué punto las condiciones de vida en aquel lugar eran extremas.
Juan Serrano, que posteriormente viajaría con Magallanes, fue designado piloto jefe de la flota. Tras pararse en la isla Dominica, enfiló hacia la actual Santa Marta, en Colombia. Cuando los indios avistaron las naves se prepararon, envenenaron las puntas de sus flechas y se pintaron el cuerpo.
El notario Colmenares leyó los requerimientos: existía un Dios verdadero que a través del Papa había dado esas tierras a los reyes de Castilla. Luego los indios atacaron a los españoles y se marcharon. Oviedo supo que aquellos no habían entendido ni una palabra y prefirió guardarse hasta que tuvieran a alguien que se hiciera entender.
A mediados de 1513 llegó a Darién, al oeste de la bahía de Urabá. Unos días después, fue recibido como nuevo gobernador, por Balboa, que en su viaje al mar del sur había ganado hasta 13 millones de maravedíes. Después de que Balboa entregara un informe sobre todo lo que había hecho, fue sometido a un “juicio de residencia” por Gaspar de Espinosa. No obstante, al poco, Pedreiras sufrió de gota hasta quedar casi inválido.
El territorio de Urabá era increíblemente fértil. Los frutos brotaban al mes de estar plantados, lo que dejó boquiabiertos a los españoles, que provenían de una zona templada. Pero la situación geográfica era desfavorable y la gente enfermaba pronto, por “hambre o modorra” (mal del sueño). Además, hubo una plaga de langostas y no todo el alimento traído de España había llegado en buenas condiciones, ni siquiera salado. Esto produjo altercados entre colonos e indígenas y, al no haber un líder claro debido al enfrentamiento entre Balboa y Pedrarias, no se pudo afrontar la catástrofe con garantías. El rey intervino en ese debate. Nombró a Balboa adelantado del mar del Sur y gobernador de Panamá y Coiba, pero siempre subordinado a Pedrarias. A partir de este momento el número de descubridores, caciques y lugares desborda nuestro relato, pero no vamos a dejar de citar los casos más paradigmáticos.
Luis Carrillo, junto a Pizarro, se adentró por el río Anades, para solo capturar esclavos y no conseguir oro. Por otro lado, Juan de Ayora continuó la labor de Balboa: encontrar la parte más estrecha del istmo de Panamá, pero empleó demasiado la fuerza bruta y se granjeó implacables enemigos entre los caciques, contra los que ya no pudo comerciar, sino solamente luchar. Francisco Dávila fundó un enclave en Tumaca, territorio de la actual Panamá, pero tras enfermar abandonó la empresa.
El final del juicio de residencia y la multa que le impusieron dejó a Balboa sin fondos. Después recibió el documento que lo acreditaba como adelantado del mar del Sur y gobernador de Panamá; pero los enfrentamientos no acabaron ahí. Ambos discutieron acerca del modelo de colonización: no se engrandecía el poblado, simplemente se esclavizaban indígenas y se buscaba oro.
Al poco, Gaspar de Morales zarpó a la isla de Terarequi, en el mar del sur y allí fue donde Pizarro escuchó hablar por primera vez del actual Perú. alli encontraron la llamada “perla Huérfana” que Morales vendió a Pedro el Puerto, este a Isabel de Bobadilla, esta a Isabel de Portugal, esposa de Carlos V y con el tiempo sería adquirida por José Bonaparte y luego por Elysabeth Taylor.
Morales se adentró en territorio hostil hasta contactar con los Tutibra, los chichama, los garchina y los birú. Luis Carrillo y Balboa se adentraron hasta las cercanías de los Andes, donde sufrieron un enfrentamiento en el que el primero murió y al segundo le alcanzó una flecha en la cabeza que casi lo mata. Otro aventurero fue Gonzalo de Badajoz, que en 1515 se adentró hacia el mar del sur y perdió a la mayoría de sus 40 hombres, aunque esta expedición le reportó grandes cantidades de oro. Pronto regresó a Darién. Todas las iniciativas eran expediciones mal planificadas para obtener ganancias.
Tras su enfermedad, Pedrarias organizó su propia expedición de castigo contra todos los rebeldes que se habían sublevado en la zona; pero pronto contrajo hepatitis y tuvo que regresar a Antigua ,en 1517 dejó a Lope de Olano la orden de construir un puerto en esa zona y a Espinosa como comandante de la expedición.
Pero su botín no era pequeño: cien mil pesos y dos mil esclavos para venderlos en La Española… aunque aquellos a quienes dejó al cargo murieron pronto a manos de los caciques que volvieron a controlar la zona.
Para establecer la paz en la colonia, el obispo Quevedo impulsó el matrimonio de Balboa con la hija de Pedrarias, que estaba en un convento de España. Así se hizo, por poderes y al poco Balboa pudo de nuevo, junto a 60 hombres de Cuba y La Española, emprender nuevas misiones al mar del sur. En 1517 lo volvería a hacer, junto a 200 españoles, 100 esclavos negros y muchos indios. En tanto, Gaspar de Espinosa continuaba sus expediciones por la sierra de Careta.
Balboa mandó construir una flotilla para esta expedición utilizando madera del Caribe. Acla se había convertido en el cuartel general de Balboa. En 1518 llegó a la costa del Pacífico y mandó constuir otros dos bergantines con los que se dirigió hacia la isla de las Perlas, situada frente a la orilla.
Mientras tanto, Quevedo y Oviedo, ya en España, denunciaron ante el rey Fernando y Fonseca que Pedrarias era negligente y estaba haciendo daño en las colonias. Ambos decidieron sustituir al gobernador por Lope de Sosa, en aquel momento homónimo de Gran Canarias.
Ante los sucesos inminentes, Pedrarias mandó a Pizarro arrestar a Balboa y envió un sustituto para dirigir a las tropas que este dirigía en la costa. Fue acusado del asesinato de Diego de Nicuesa en 1509 y de haberse apropiado ilegalmente de los poderes de Fernández de Enciso. Finalmente, él y sus más allegados fueron ejecutados en público en la plaza principal de Acla.
Desde 1514 Balboa había sido para Pedrarias un estorbo. Espinosa y Pedrarias tenían ahora libertad para explorar las tierras del Mar del Sur. En 1519 Espinosa llegó a la tierra que creía más estrecha “de la una mar a la otra” y lo convenció para fundar un enclave: Panamá, tomada en nombre de la reina Juana y del joven rey Carlos.
Allí empezó a establecer colonos por encomienda a los pocos meses. Espinosa siguió hacia el norte, hasta descubrir el golfo de Noya. Pedrarias se propuso desmantelar completamente Darién, pero Lope de Sosa estaba a punto de llegar. La misma noche de su llegada falleció, mermado por las enfermedades del viaje.
Isabel de Bobadilla, esposa de Pedrarias, aprovechó la coyuntura para ir a España cargada de perlas y apostar por su esposo como gobernador de Panamá frente a Carlos I, y así fue en 1520, con las Comunidades en pleno apogeo.
También envió un informe sobre los alimentos que encontró, destaca la patata sobre los demás. Pero en la corte, Balboa era poco estimado, incluso sus emisarios, como Martín de Zamudio, quien informó al rey de todo lo antedicho.
Todo el mundo sabía que en Darién el clima era tan crítico que a la gente se le ponía la piel amarilla. Los supervivientes vivían en la anarquía; pero había oro, mucho oro, o al menos esa era la creencia y muchas personas se dispusieron a marchar a las Indias. Tanto es así que Fonseca y el rey bautizaron aquella tierra “Castilla del Oro”.
Pedrarias Dávila fue nombrado gobernador, en calidad de Capitán General, de la nueva colonia en detrimento de Balboa.La corona sufragó esta expedición, la 2ª desde 1492, el resto fue de particulares. La salida se retrasó hasta 1514.
En vistas de futuras expediciones, Balboa se anticipó y marchó con 190 hombres de los 1000 que tenía previstos para conquistar las minas de oro de las que le habló el hijo de Comogre. Llegó hasta la península del Panamá tras enfrentarse a varios caciques. Allí conoció a una “bella india” que le sirvió de intérprete. Junto a Pizarro, el licenciado Valderrábano y fray Andrés de Vera, Balboa avistó el “mar del sur”.
Exultante por el regreso, derrotó al cacique Chiapes e hizo presos a unos 400 indígenas. Con todos estos como testigos fueron y tomaron posesión del “mar del sur”. Balboa navegó río arriba con algunas canoas hasta el territorio del cacique Coquera. Con la victoria, Balboa bautizó aquella tierra como “Golfo de San Miguel”. A estos y otros caudillos atacó con perros y arcabuces, que espantaban y dañaban a un mismo tiempo. A diferencia de los taínos, los jefes de estos vivían lujosamente y tenían muchos esclavos. Todos se pintaban el cuerpo, fabricaban muchos adornos y los portaban.
En abril de 1514, Pedrarias Dávila partió de Sanlúcar de Barramdeda con casi 20 barcos. Esta era la expedición más costosa (10 millones de maravedís) en la que había invertido la corona para la colonización del Nuevo Mundo.
Pedrarias se casó con Isabel de Bobadilla, hija de Francisco de Bobadilla, gobernador de La Española entre 1500 y 1502. No obstante, los banqueros genoveses, Centurione y Grimaldi, fueron los principales proveedores de Pedrarias.
Llevó consigo unos dos mil hombres a las Indias. Entres esos estaban Pascual de Andagoya, cuyas expediciones de conquista en Perú serán muy importantes ;Lorenzo de Galarza; Hernando de Luque –clérigo que acompañará a Pizarro- y Gonzalo Fernández de Oviedo –futuro historiador-.
El capitán de las naves fue Giovanni Vespucci, sobrino de Américo Vespucio. Importante fue el acompañamiento del obispo Quevedo, quien llevó consigo preceptos, canónigos, sacristanes, un arcipreste, seis franciscanos, báculo, misales, sagrarios, incensarios, cálices, cruces de plata y pinturas de tema religioso (todo ello por valor de 1 millon de maravedís). El propio rey Fernando invirtió hasta 18 millones de maravedís y envió a 50 indígenas de La Española, conocedores de “la minería del oro”. La mayoría de los expedicionarios embarcaron al señuelo de “conseguir tierras, distinguiendo la infantería, los soldados de a pie y los de menor rango”.
Se prohibió viajar a los hijos de los reconciliados y ajusticiados por la Inquisición –aunque siempre hubo excepciones-, ni a los abogados.Incluso, junto a Pedrarias, marchó Isabel de Bobadilla, quien prefería vivir en tierra hostil que sola y abandonada en Castilla esperando a su marido; pero no sabía en realidad hasta qué punto las condiciones de vida en aquel lugar eran extremas.
Juan Serrano, que posteriormente viajaría con Magallanes, fue designado piloto jefe de la flota. Tras pararse en la isla Dominica, enfiló hacia la actual Santa Marta, en Colombia. Cuando los indios avistaron las naves se prepararon, envenenaron las puntas de sus flechas y se pintaron el cuerpo.
El notario Colmenares leyó los requerimientos: existía un Dios verdadero que a través del Papa había dado esas tierras a los reyes de Castilla. Luego los indios atacaron a los españoles y se marcharon. Oviedo supo que aquellos no habían entendido ni una palabra y prefirió guardarse hasta que tuvieran a alguien que se hiciera entender.
A mediados de 1513 llegó a Darién, al oeste de la bahía de Urabá. Unos días después, fue recibido como nuevo gobernador, por Balboa, que en su viaje al mar del sur había ganado hasta 13 millones de maravedíes. Después de que Balboa entregara un informe sobre todo lo que había hecho, fue sometido a un “juicio de residencia” por Gaspar de Espinosa. No obstante, al poco, Pedreiras sufrió de gota hasta quedar casi inválido.
El territorio de Urabá era increíblemente fértil. Los frutos brotaban al mes de estar plantados, lo que dejó boquiabiertos a los españoles, que provenían de una zona templada. Pero la situación geográfica era desfavorable y la gente enfermaba pronto, por “hambre o modorra” (mal del sueño). Además, hubo una plaga de langostas y no todo el alimento traído de España había llegado en buenas condiciones, ni siquiera salado. Esto produjo altercados entre colonos e indígenas y, al no haber un líder claro debido al enfrentamiento entre Balboa y Pedrarias, no se pudo afrontar la catástrofe con garantías. El rey intervino en ese debate. Nombró a Balboa adelantado del mar del Sur y gobernador de Panamá y Coiba, pero siempre subordinado a Pedrarias. A partir de este momento el número de descubridores, caciques y lugares desborda nuestro relato, pero no vamos a dejar de citar los casos más paradigmáticos.
Luis Carrillo, junto a Pizarro, se adentró por el río Anades, para solo capturar esclavos y no conseguir oro. Por otro lado, Juan de Ayora continuó la labor de Balboa: encontrar la parte más estrecha del istmo de Panamá, pero empleó demasiado la fuerza bruta y se granjeó implacables enemigos entre los caciques, contra los que ya no pudo comerciar, sino solamente luchar. Francisco Dávila fundó un enclave en Tumaca, territorio de la actual Panamá, pero tras enfermar abandonó la empresa.
El final del juicio de residencia y la multa que le impusieron dejó a Balboa sin fondos. Después recibió el documento que lo acreditaba como adelantado del mar del Sur y gobernador de Panamá; pero los enfrentamientos no acabaron ahí. Ambos discutieron acerca del modelo de colonización: no se engrandecía el poblado, simplemente se esclavizaban indígenas y se buscaba oro.
Al poco, Gaspar de Morales zarpó a la isla de Terarequi, en el mar del sur y allí fue donde Pizarro escuchó hablar por primera vez del actual Perú. alli encontraron la llamada “perla Huérfana” que Morales vendió a Pedro el Puerto, este a Isabel de Bobadilla, esta a Isabel de Portugal, esposa de Carlos V y con el tiempo sería adquirida por José Bonaparte y luego por Elysabeth Taylor.
Morales se adentró en territorio hostil hasta contactar con los Tutibra, los chichama, los garchina y los birú. Luis Carrillo y Balboa se adentraron hasta las cercanías de los Andes, donde sufrieron un enfrentamiento en el que el primero murió y al segundo le alcanzó una flecha en la cabeza que casi lo mata. Otro aventurero fue Gonzalo de Badajoz, que en 1515 se adentró hacia el mar del sur y perdió a la mayoría de sus 40 hombres, aunque esta expedición le reportó grandes cantidades de oro. Pronto regresó a Darién. Todas las iniciativas eran expediciones mal planificadas para obtener ganancias.
Tras su enfermedad, Pedrarias organizó su propia expedición de castigo contra todos los rebeldes que se habían sublevado en la zona; pero pronto contrajo hepatitis y tuvo que regresar a Antigua ,en 1517 dejó a Lope de Olano la orden de construir un puerto en esa zona y a Espinosa como comandante de la expedición.
Pero su botín no era pequeño: cien mil pesos y dos mil esclavos para venderlos en La Española… aunque aquellos a quienes dejó al cargo murieron pronto a manos de los caciques que volvieron a controlar la zona.
Para establecer la paz en la colonia, el obispo Quevedo impulsó el matrimonio de Balboa con la hija de Pedrarias, que estaba en un convento de España. Así se hizo, por poderes y al poco Balboa pudo de nuevo, junto a 60 hombres de Cuba y La Española, emprender nuevas misiones al mar del sur. En 1517 lo volvería a hacer, junto a 200 españoles, 100 esclavos negros y muchos indios. En tanto, Gaspar de Espinosa continuaba sus expediciones por la sierra de Careta.
Balboa mandó construir una flotilla para esta expedición utilizando madera del Caribe. Acla se había convertido en el cuartel general de Balboa. En 1518 llegó a la costa del Pacífico y mandó constuir otros dos bergantines con los que se dirigió hacia la isla de las Perlas, situada frente a la orilla.
Mientras tanto, Quevedo y Oviedo, ya en España, denunciaron ante el rey Fernando y Fonseca que Pedrarias era negligente y estaba haciendo daño en las colonias. Ambos decidieron sustituir al gobernador por Lope de Sosa, en aquel momento homónimo de Gran Canarias.
Ante los sucesos inminentes, Pedrarias mandó a Pizarro arrestar a Balboa y envió un sustituto para dirigir a las tropas que este dirigía en la costa. Fue acusado del asesinato de Diego de Nicuesa en 1509 y de haberse apropiado ilegalmente de los poderes de Fernández de Enciso. Finalmente, él y sus más allegados fueron ejecutados en público en la plaza principal de Acla.
Desde 1514 Balboa había sido para Pedrarias un estorbo. Espinosa y Pedrarias tenían ahora libertad para explorar las tierras del Mar del Sur. En 1519 Espinosa llegó a la tierra que creía más estrecha “de la una mar a la otra” y lo convenció para fundar un enclave: Panamá, tomada en nombre de la reina Juana y del joven rey Carlos.
Allí empezó a establecer colonos por encomienda a los pocos meses. Espinosa siguió hacia el norte, hasta descubrir el golfo de Noya. Pedrarias se propuso desmantelar completamente Darién, pero Lope de Sosa estaba a punto de llegar. La misma noche de su llegada falleció, mermado por las enfermedades del viaje.
Isabel de Bobadilla, esposa de Pedrarias, aprovechó la coyuntura para ir a España cargada de perlas y apostar por su esposo como gobernador de Panamá frente a Carlos I, y así fue en 1520, con las Comunidades en pleno apogeo.
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