Distintos pueblos asiático colonizaron América por primera vez en el 15.000 a.C. Algunos de estos nómadas llegaron a América hace unos 10.000 años. El descubrimiento de la agricultura determinó la dieta en Centroamérica. El maíz, el pimiento, el aguacate y las alubias eran los alimentos más consumidos. La cerámica comenzó a trabajarse en el 5.000 a.C. En cualquier caso, todos estos hitos sucedieron después que en Europa… y, además, la agricultura no estuvo acompañada de la domesticación de animales, lo que condicionó su aportación cárnica a la dieta.
Todos los pueblos del Caribe llegaron en canoa procedentes de Sudamérica a lo largo de la cadena de islas conocidas como Antillas o Indias Occidentales, vía Trinidad y Tobago. En todas estas vivían los taínos, que significa “bueno” en su lengua, lo cual ayuda a comprender porque insistieron en llamarse así ante los compañeros de Colón, no querían parecer hostiles. Palabras del taíno sobreviven en el castellano actual: hamaca, canoa, huracán, sabana, caníbal, barbacoa, cacique… Eran poblaciones bastante aisladas las unas de las otras, tanto como para que la comunicación entre Cuba y Yucatán (200 km) pudiese resultar insalvable para los primeros la mayoría del año. No obstante, existen indicios, tanto en la mitología azteca, como en la cultura material de los cubanos, para afirmar que tuvieron que existir contactos e intercambio mínimo de productos.
Hay mucha discusión acerca del número de taínos que debía haber en las islas cuando llegaron los primeros españoles en 1492. Es probable que hubiese unos 100.000 en La Española, y otros 100.000 entre Puerto Rico, Jamaica, Cuba y otras islas. De todos modos, entre esa fecha y 1511 el descenso poblacional fue del 90%. Solían vivir en poblados simples, con sasas hechas de troncos y tenían la techumbre de paja y el suelo de tierra. Los taínos trabajaban bien la madera y otros materiales. Los poblados se agrupaban en distritos, los distritos en regiones sobre las que reinaba “el supercacique”. El último rey importante de los conocidos fue Guacanagari que siguió en relaciones amistosas con los cristianos del enclave de “fuerte Navidad”. Cada año se celebraban festejos en honor a los caciques en los que se bailaba, procesionaba y jugaban a la pelota de goma (cuyo origen estaba en América). La sociedad estaba dividida en dos clases: la inferior, formada por obreros y una superior, formada por gobernantes y religiosos. No sabían fundir metales, pero tenían conocimientos para extraer metal. Por lo general iban desnudos, aunque a veces llevaban taparrabos o faldas de algodón. Trabajaban la agricultura en conucos mediante palos para excavar. Cultivaban el maíz, el cacahuete, la calabaza, el pimiento, la alubia y el tabaco. Fabricaban canoas vaciando troncos. Los principales enemigos de los taínos, los caribes, eran Guadalupe y Martinica, quienes realizaban incursiones para apoderarse de sus jóvenes y convertirlas en sus esposas… algunos escribieron del Caribe como si hubiera sido los Campos Elíseos, pero llenos de salvajismo.
Nada más enterarse de la noticia, el rey Juan de portugal puso en marcha una serie de tretas para, primero, hacer ver a los Reyes catolicoa . que Colón estaba en su contra, y segundo, que había enviado una flota a descubrir esas tierras. Lope de Herrera, emisario de los Reyes catolicos iría a Lisboa para advertir a Juan que se abstuviese de cualquier maniobra imprudente, pues ellos habían respetado el monopolio de las rutas de la Costa del Oro firmado en Alcaçovas. Por otro lado, los Reyes catolicos preparaban dos iniciativas, una militar, con casi novecientos hombres embarcados en la bahía de Cádiz, y otra diplomática, mediante el delegado español en Roma, Juan Carvajal, quien, junto a Colón, aducía que, más allá de 100 leguas al oeste de las Azores, deberían ser tierras españolas. En virtud de un informe sobre la cuestión de las nuevas islas, el Papa Alejandro VI le concedería a la Corona de Castilla lo descubierto por Colón, con la condición de que los monarcas se dispusieran a propagar la fe cristiana, siempre que no estuviesen ya ocupados por otra potencia, como podía ser Portugal (“al igual que algunos reyes de Portugal descubrieron y adquirieron las regiones de África, Guinea y otras islas, os concedemos los mismos derechos, privilegios, libertades, facultades e inmunidades”). ¿Cómo sería la partición? Tomando todas las islas é tierras firmes halladas é que se hallaren descubiertas é que se descobrieren hacia Occidente, fabricando é componiendo una línea del Polo ártico al Polo antártico, la cual línea verde diste de Azores y Cabo verde”. Así el mundo quedó dividido en dos.
Los Reyes catolicos encomendaron la misión a Colón de hacer un nuevo viaje. En Sevilla colon avisó a la gente que no partiese a las Indias sin permiso expreso de los monarcas, de él mismo o del archidiácono Juan Rodríguez de Fonseca, por múltiples caminos enlazado con la familia Real y la nobleza, además de alumno de Lebrija y protegido de Talavera. Tras la santidad, decía, sus mayores dotes habrían de ser administrativas. Era un buen diplomático, de hecho dominó la relaciones entre España y las Indias durante largo tiempo.
El 23-5-1493 Colón fue ratificado en todas sus peticiones, pero debió pagar unos 12.000 maravedíes por haber sido el primero en ver y descubrir las nuevas tierras. Los monarcas se dirigían a él como Almirante. Le exigieron que explorara “más tierra firme, los nuevos teritorios continentales asiáticos”. Documento tras documento, nombramiento tras nombramiento, se percibe que los Reyes catolicos estaban configurando las bases de su monopolio en las Indias… y nos cuesta creer que no se percataran de que lo hallado por Colón no era Asia, sino un “Nuevo Mundo”. Hernando de Zafra, de entre los miembros de la “Santa Hermandad”, hubo de elegir “veinte lanzas jinetas a caballo”, para enviarlas a las Indias, así como otros que supiesen hacer acequias. La labor de todos los diplomáticos, entre ellos el mismo Fonseca, fue subvencionada, en gran parte, por el paisano genovés de Colón, Francisco Pinelo, así como Juanotto Berardi, quien de nuevo volvió a conceder dinero para, esta vez, comprar una carabela al Almirante.
Los Reyes dejaron claro a Colón las instrucciones: él y sus lugartenientes tratarían a los indios “muy bien e amorosamente”, sin causarles ningún tipo de molestia. Todo aquel que tratase mal a los indios debería ser castigado con severidad. Así comenzarían a disciplinar, para que luego nadie más que Colón o el tesorero, pudiese sacar riquezas de la India, para cuya revisión se instaló una oficina aduanera en Cádiz y otra en las Indias. Se harían listas tanto de los productos como de las personas que embarcasen.
López Carvajal y el pronotario, Pedro Ayala, se presentaron en la corte de Lisboa para negociar la división del mar y las tierras conquistadas. En tanto Fonseca, el burócrata-archidiácono, había abandonado Sevilla para ayudar a Colón a preparar el nuevo viaje. En este segundo, algunos monjes y sacerdotes hicieron las veces de representantes de los Reyes En julio de 1493 el papa Alejandro VI redactó una bula, la Pius fidelium, revocaba la prohibición de fundar monasterios sin licencia de la Santa Sede y permitía que lo hiciese el propio Colón o los sacerdotes que llevaba consigo. En tanto, las relaciones diplomáticas con Lisboa estaban bastante tensas, hasta el punto de que los portugeses profirieron múltiples amenazas de misiones secretas a las nuevas Indias en busca de sus merecidas tierras. El 25-9-1493 Colón emprendió el segundo viaje con diecisiete barcos.
Los Reyes catolicos permanecieron en Barcelona a lo largo de 1493. Entre 1000 y 1200 personas llevaba Colón consigo, 22 de la primera expedición. Cobraban 1000 maravedíes los expertos, 600 los inexpertos y nada los 200 voluntarios. Entre los más destacados, estaban con él su hermano Diego Colón y Miguel Cuneo, otro genovés. Antonio de Torre, relacionado con la corte del infante Juan, tenía instrucciones de ver La Española con sus propios ojos y regresar en la siguiente expedición . También se integraron dos médicos, el principal era Diego Álvarez Chanca, de Sevilla, consejero médico de los reyes. En cualquier caso, la mayoría de los integrantes tenían mas experiencia en la corte de España que Colón, y eran más fiel a ella que al Almirante. Muy importante fue la presencia del padre Juan Boil, que había negociado con Francia y Roma por los asuntos de Cerdeña y Rosellón. Quizá fue enviado a las Indias en calidad, no solo de sacerdote, sino de supervisor, de comisario político de los Reyes, Fray Pedro Arenas fue el primer religioso en oficiar misa en las Indias. También llevaba algunos indígenas de la primera expedición, a los que intentó enseñar para que sirviesen de intérpretes, pero también animales y, tal vez, algún negro africano o bereber.
El interés real de Colón era fundar una especie de factoría al estilo de Génova, que abasteciese a la metrópoli con oro, esclavos y resina, mientras que el plan de los Reyes era otro bien distinto, colonizar, poblar, establecer poblaciones fuertes donde habitar y desarrollar el estilo de vida de Castilla.
Partieron de Canarias el 13-10-1493 y llegaron en tan solo 20 días. Esta vez, sin decir nada, Colón proyectó abordar las islas por el sureste, por si así podía descubrir islas que con anterioridad no hubiese atisbado: la Deseada, Dominica y María Galante fueron tres de ellas. Esta vez, Colón tampoco pudo divisar Martinica, donde se cree que residían las Amazonas. Esto no sabemos si era verdad, pero algunos apuntan que comían carne humana porque era la más buena y guardaban algunos huesos en almacenes, para cocinar con ellos. No obstante, ignoramos hasta qué punto los navegantes diferenciaban entre los huesos de hombres y los de mono. El caso es que, a principios de noviembre de 1493 recorrieron Santa María de Montserrat, Santa María la redonda, Sant Croix y Santa Úrsula, pero en ninguna desembarcaron. Sí desembarcaron en lo que hoy conocemos como “Puerto Rico”. Después partieron hacia “La Española”, donde estaba el fuerte “Navidad”, que había sido destruido y todos los españoles que allí dejó Colón habían sido asesinados, aunque nunca sabremos si por las tropas de Guacanagari, el jefe de los nativos, o de otros nativos que llegaron por mar.
Llegaron al que se llamaría fortín de “La Isabela”, en honor a la reina. Allí construyeron una ciudad rectangular junto a un río con la colaboración de unos nativos… pero Colón demostró ser mal gobernador y coordinador de sus hombres, quienes pronto reclamaron su dinero. Colón partió del convencimiento de que había mucho oro en “La Española”, algo que no era cierto, y de que los indios eran débiles, lo que tampoco, solamente eran amables. Pronto comenzaron las hostilidades con los taínos por el robo de sus esposas y los esclavizaron. Alonso de Hojeda recibió la misión de buscar oro tierra adentro, pero el conflicto con la Santa Hermandad dio mal comienzo a la conquista del Nuevo Mundo. Hojeda encontró oro, pero no tanto como decía; pero la verdad es que supo jugar con la baza de saber cuánto atraía el metal precioso en aquel tiempo. En cualquier caso, lo que parece más correcto es decir que “el incentivo aportado por el oro de las Indias ejerció sin duda un gran influjo, y el sueño de alcanzar un logro personal quedaba más en un segundo plano.
Antonio Torres, el hombre de los monarcas en La Española, regresó con doce naves, dejando solo cinco a Colón. Portaba la ”memoria” del almirante, en la que recogía algunas peticiones y quejas, como por ejemplo que había exagerado en algunas predicciones del metal, que le enviaría cierto número de esclavos para traficar con ellos y que estaba en descontento con algunos de los caballos que le dejaron. Colón comenzaba a tener problemas administrativos.
En marzo de 1494, cuando Antonio de Torres se marchó, Colón organizó una expedición al interior de La Española para buscar oro, usando a unos cuantos esclavos como portadores de equipaje. En tanto, Bernal de Pisa, supervisor Real, quiso robar dos naves, pero fue encarcelado por Diego Colón. En el interior, donde creía estaba el dorado, Colón fundó Santo Tomás. Allí, Caonabó, un jefe taíno, pretendía plantarle cara. Envío refuerzos, pero Pedro de Magarit, supervisor real, se negó a colaborar con él. Su misión, en palabras del Almirante: “se debía hacer una operación de reconocimiento de las provincias, los nativos y las tierras y proteger a los indios y velar porque no se les causase daño alguno, ni se los apresase contra su voluntad”. Alonso de Hojeda se ocupó de raptar al cacique y enviarlo encadenado a La Isabela, y así a otros. Si actuaban así era porque estaban convencidos de que, al no estar bautizados vivían en pecado mortal. Desde entonces, los nativos dejaron de mostrarse tan inclinados a colaborar. Esto fue en detrimento de los españoles, que no tenían alimento y sufrieron mayores enfermedades caribeñas. Colón dejó el mando de la situación a otros y él partió a las islas que quedaban más a occidente, en Juana (Cuba). Esto les pareció una traición a la mayoría, y sus descrédito se acrecentó.
Torres llegó a España, pero a los Reyes catolicos no les parecieron buenas noticias las que traía. Necesitaban oro para su política en Europa. No obstante, Pedro Mártir y Melchor Maldonado hablaron bien de colon. Por otro lado, Bartolmé Colón, hermano del descubridor, ya regresó de su mala aventura diplomática en Londres y París, por lo que se dispuso a marchar con su hermano a las indias. Berardi, amigo del Almirante, le adelantó un dinero para que partiese con premura.
Los Reyes estaban en Tordesillas en ese momento. Acuciaban las relaciones políticas con Portugal. En los siguientes días se debatirían los pormenores de la división del mundo. A primera vista los diplomáticos portugueses eran mucho más expertos en asuntos de la mar que los españoles, muchos de ellos “grandes” de España o secretarios que en su vida habían navegado. Tras un mes de conversaciones en el convento de Santa Clara en la misma población se llegó a un acuerdo el 7-6-1494. En síntesis, se reafirmaron los tratados comerciales de Alcaçovas y se aumentó la línea que ya se firmara con Alejandro en 1493, hasta llevarla a las “370 leguas de las islas de cabo verde para la parte de oriente”, lo que sería parte portuguesa. Los porqués de esta victoria lusa fueron muy discutidos. El tratado estaba bien establecido del año anterior, pero tal vez los Reyes tenían miedo a que los portugueses enviasen barcos a las indias, mientras que los portugueses, acaso, solo querían asegurarse los enclaves africanos y la ruta a las indias. No se les pidió consejo ni a Colón ni a Antonio de Torres. Es probable que ambos bandos pensaran que habían engañado a sus contrarios.
Colón partió, como decíamos, con su flota . Pasaron frente a la bahía de Guantánamo y otras 1000 millas por la costa meridional de Cuba, por donde halló animales de gran tamaño, de ahí que el Almirante pensase que se hallaba en un continente y no en una isla. Al poco se acercaron a la costa norte de la isla de Jamaica, donde encontró tainos muy amables. Llamó a aquel lugar “Santa Gloria”. Después llamó a la isla “Santiago”. Comieron con los indígenas y partieron hacia el extremo noroccidental de Juana. Allí se establecieron durante 10 días en la isla que llamarían “La evangelista”. Allí hizo redactar a Fernán Pérez de Luna, notario de la flotilla, una declaración en la que todos firmarían y con cuya lúbrica confirmarían bajo juramento y pena de cortarles la lengua, que estaban ante tierra firme, acaso China… a pesar de que los indígenas le advirtieron de que (juana)Cuba era una isla.
Al regresar a La Española se encontró con graves disturbios, habían muerto muchos de sífilis y los nativos no confiaban en los españoles. Además, el padeció una larga enfermedad de casi 5 meses. Diego Colón, el taino adiestrado por el Almirante, era muy impopular y también Margarit. La batalla del río Yaque acabó con 12 españoles y hubo expediciones de castigo para enviarlos como esclavos a la metrópoli. Desde entonces ya nada volvió a ser lo mismo. En esos días, Bartolomé Colón partía de Canarias hacia las Indias. Buen gobernante, excelente cartógrafo y tan buen navegante como su hermano, Bartolomé no fue bien recibido en La Española, que coincidió con el regreso de Margarit a la Isabela, quien había marchado para recabar apoyos que hiciesen frente al modo de administrar del Almirante. Diego Colón, el taíno adiestrado, había terminado de construir un molino de agua junto al río para moler trigo. Margarit y el padre Boil, ante esta disyuntiva, desertaron con los barcos que trajo Bartolome colon. Este fue nombrado “adelantado” por su hermano, para que se ocupara de la administración de las Indias. El hecho más alentador por entonces fue el regreso de Antonio de Torres, el delegado real, con cuatro naves cargadas de suministros en octubre de 1494.
Los Reyes catolicos enviaron sendas cartas a Colón explicándole lo tratado en Tordesillas. Boil y Margarit les explicaron que las inversiones en las Indias eran dinero perdido, porque no había tanto oro ni tanta riqueza como decía el Almirante. Pero otros problemas ocupaban la cabeza de los monarcas, como la invasión de Carlos VIII a Nápoles, contra el primo del rey, Alfonso. Tras comprobar las carnicerías realizadas por Carlos VIII sin miramiento alguno, Fonseca preparó una flota en la que estaría Requessens y en la que iría Gonzalo Fernández de Córdoba. Fernando quería pasar de la guerra a la diplomacia.
Los dos hombres que toman renombre desde 1495, aunque ya se los conociera bien, fueron Francisco Jiménez Cisneros, primado de España y arzobispo de Toledo, y Juan Rodríguez de Fonseca, archidiácono de Sevilla y “ministro” (no oficial” de las Indias, aunque no tuvo nunca en alta consideración al Almirante).
Ante la dificultad de encontrar oro, Colón, su hermano Bartolomé y Alonso de Hojeda hicieron incursiones para compensar la falta de metal con el envío continuo de esclavos; pero no supieron diferenciar, quizá, entre los que eran amables y los que eran caníbales como ellos los concebían. La trata de esclavos comenzó en febrero de 1495 con el primer envío en gran cantidad de la mano de Antonio de Torres. Miguel Cuneo y Diego Colón acompañaron a Torres en este 2º viaje de regreso.
No obstante, ya Boil y Margarit habían comunicado a los reyes que los esclavos eran potencialmente buenos cristianos, comparando sus costumbres, aunque politeístas, con los ritos cristianos. Sabemos que en un principio Colón solo trató de establecer enclaves comerciales, pero en este segundo viaje adoptó una postura más propiamente castellana: ocupar territorios y someter poblaciones, un estilo de comportamiento que se practicó en las Canarias. No solo persiguió y mandó atacar a las poblaciones indígenas del interior de la Española, sino que impuso una serie de cargas anuales tributarias para la corona. A finales de 1495 la suerte de Colón iba a cambiar. No sabemos si habría continuado siendo gobernador de las Indias, pero el hecho es que la Corona comenzaba a ver el Caribe como una prolongación ultramarina de la corona y eso no casaba con los intereses del Almirante.
Es verdad que en un principio vieron con buenos ojos el comercio de esclavos, pero pronto cambiaron de opinión, acaso por la influencia de Cisneros. El caso es que su actitud frente a los indígenas del Nuevo Mundo era siempre más humana que su política frente a los judíos y musulmanes con quien había trabajado. Desde junio de 1495, toda persona que fuese a las Indias partiría de Cádiz y entregaría 1/5 de sus ganancias y 2/3 del oro a la corona; por otro lado lo haría con un notario y un comandante autorizado. Se quería controlar la ruta de las Indias . Esto daba fin al monopolio de Colón. Posteriormente, los acuerdos entre Berardi y los monarcas para subsanar las deudas que muchos “indianos” habían adquirido, dieron paso a la progresiva burocratización del Imperio transatlántico. El montante (los intereses) de los quintos y operaciones comerciales facilitaría el pago de las nuevas carabelas que comprarían para hacer más fluidas las operaciones. Los Reyes comenzaron a ver a colón más como un funcionario conflictivo de la corona que como un gobernador independiente, y por eso mandaron a Juan de Aguado, repostero real, cuya misión más importante fue llevar a cabo una residencia contra Colón, que restringía su monopolio a La Española, dejando el resto de islas bajo una nueva forma de gobierno.
Ante el descrédito que adquiría en la metrópoli, Colón puso rumbo a Cádiz para defender su posición ante los Reyes catolicos Dejó a Bartolomeo y Diego Colón como gobernador y almirante de La Española
Todos los pueblos del Caribe llegaron en canoa procedentes de Sudamérica a lo largo de la cadena de islas conocidas como Antillas o Indias Occidentales, vía Trinidad y Tobago. En todas estas vivían los taínos, que significa “bueno” en su lengua, lo cual ayuda a comprender porque insistieron en llamarse así ante los compañeros de Colón, no querían parecer hostiles. Palabras del taíno sobreviven en el castellano actual: hamaca, canoa, huracán, sabana, caníbal, barbacoa, cacique… Eran poblaciones bastante aisladas las unas de las otras, tanto como para que la comunicación entre Cuba y Yucatán (200 km) pudiese resultar insalvable para los primeros la mayoría del año. No obstante, existen indicios, tanto en la mitología azteca, como en la cultura material de los cubanos, para afirmar que tuvieron que existir contactos e intercambio mínimo de productos.
Hay mucha discusión acerca del número de taínos que debía haber en las islas cuando llegaron los primeros españoles en 1492. Es probable que hubiese unos 100.000 en La Española, y otros 100.000 entre Puerto Rico, Jamaica, Cuba y otras islas. De todos modos, entre esa fecha y 1511 el descenso poblacional fue del 90%. Solían vivir en poblados simples, con sasas hechas de troncos y tenían la techumbre de paja y el suelo de tierra. Los taínos trabajaban bien la madera y otros materiales. Los poblados se agrupaban en distritos, los distritos en regiones sobre las que reinaba “el supercacique”. El último rey importante de los conocidos fue Guacanagari que siguió en relaciones amistosas con los cristianos del enclave de “fuerte Navidad”. Cada año se celebraban festejos en honor a los caciques en los que se bailaba, procesionaba y jugaban a la pelota de goma (cuyo origen estaba en América). La sociedad estaba dividida en dos clases: la inferior, formada por obreros y una superior, formada por gobernantes y religiosos. No sabían fundir metales, pero tenían conocimientos para extraer metal. Por lo general iban desnudos, aunque a veces llevaban taparrabos o faldas de algodón. Trabajaban la agricultura en conucos mediante palos para excavar. Cultivaban el maíz, el cacahuete, la calabaza, el pimiento, la alubia y el tabaco. Fabricaban canoas vaciando troncos. Los principales enemigos de los taínos, los caribes, eran Guadalupe y Martinica, quienes realizaban incursiones para apoderarse de sus jóvenes y convertirlas en sus esposas… algunos escribieron del Caribe como si hubiera sido los Campos Elíseos, pero llenos de salvajismo.
Nada más enterarse de la noticia, el rey Juan de portugal puso en marcha una serie de tretas para, primero, hacer ver a los Reyes catolicoa . que Colón estaba en su contra, y segundo, que había enviado una flota a descubrir esas tierras. Lope de Herrera, emisario de los Reyes catolicos iría a Lisboa para advertir a Juan que se abstuviese de cualquier maniobra imprudente, pues ellos habían respetado el monopolio de las rutas de la Costa del Oro firmado en Alcaçovas. Por otro lado, los Reyes catolicos preparaban dos iniciativas, una militar, con casi novecientos hombres embarcados en la bahía de Cádiz, y otra diplomática, mediante el delegado español en Roma, Juan Carvajal, quien, junto a Colón, aducía que, más allá de 100 leguas al oeste de las Azores, deberían ser tierras españolas. En virtud de un informe sobre la cuestión de las nuevas islas, el Papa Alejandro VI le concedería a la Corona de Castilla lo descubierto por Colón, con la condición de que los monarcas se dispusieran a propagar la fe cristiana, siempre que no estuviesen ya ocupados por otra potencia, como podía ser Portugal (“al igual que algunos reyes de Portugal descubrieron y adquirieron las regiones de África, Guinea y otras islas, os concedemos los mismos derechos, privilegios, libertades, facultades e inmunidades”). ¿Cómo sería la partición? Tomando todas las islas é tierras firmes halladas é que se hallaren descubiertas é que se descobrieren hacia Occidente, fabricando é componiendo una línea del Polo ártico al Polo antártico, la cual línea verde diste de Azores y Cabo verde”. Así el mundo quedó dividido en dos.
Los Reyes catolicos encomendaron la misión a Colón de hacer un nuevo viaje. En Sevilla colon avisó a la gente que no partiese a las Indias sin permiso expreso de los monarcas, de él mismo o del archidiácono Juan Rodríguez de Fonseca, por múltiples caminos enlazado con la familia Real y la nobleza, además de alumno de Lebrija y protegido de Talavera. Tras la santidad, decía, sus mayores dotes habrían de ser administrativas. Era un buen diplomático, de hecho dominó la relaciones entre España y las Indias durante largo tiempo.
El 23-5-1493 Colón fue ratificado en todas sus peticiones, pero debió pagar unos 12.000 maravedíes por haber sido el primero en ver y descubrir las nuevas tierras. Los monarcas se dirigían a él como Almirante. Le exigieron que explorara “más tierra firme, los nuevos teritorios continentales asiáticos”. Documento tras documento, nombramiento tras nombramiento, se percibe que los Reyes catolicos estaban configurando las bases de su monopolio en las Indias… y nos cuesta creer que no se percataran de que lo hallado por Colón no era Asia, sino un “Nuevo Mundo”. Hernando de Zafra, de entre los miembros de la “Santa Hermandad”, hubo de elegir “veinte lanzas jinetas a caballo”, para enviarlas a las Indias, así como otros que supiesen hacer acequias. La labor de todos los diplomáticos, entre ellos el mismo Fonseca, fue subvencionada, en gran parte, por el paisano genovés de Colón, Francisco Pinelo, así como Juanotto Berardi, quien de nuevo volvió a conceder dinero para, esta vez, comprar una carabela al Almirante.
Los Reyes dejaron claro a Colón las instrucciones: él y sus lugartenientes tratarían a los indios “muy bien e amorosamente”, sin causarles ningún tipo de molestia. Todo aquel que tratase mal a los indios debería ser castigado con severidad. Así comenzarían a disciplinar, para que luego nadie más que Colón o el tesorero, pudiese sacar riquezas de la India, para cuya revisión se instaló una oficina aduanera en Cádiz y otra en las Indias. Se harían listas tanto de los productos como de las personas que embarcasen.
López Carvajal y el pronotario, Pedro Ayala, se presentaron en la corte de Lisboa para negociar la división del mar y las tierras conquistadas. En tanto Fonseca, el burócrata-archidiácono, había abandonado Sevilla para ayudar a Colón a preparar el nuevo viaje. En este segundo, algunos monjes y sacerdotes hicieron las veces de representantes de los Reyes En julio de 1493 el papa Alejandro VI redactó una bula, la Pius fidelium, revocaba la prohibición de fundar monasterios sin licencia de la Santa Sede y permitía que lo hiciese el propio Colón o los sacerdotes que llevaba consigo. En tanto, las relaciones diplomáticas con Lisboa estaban bastante tensas, hasta el punto de que los portugeses profirieron múltiples amenazas de misiones secretas a las nuevas Indias en busca de sus merecidas tierras. El 25-9-1493 Colón emprendió el segundo viaje con diecisiete barcos.
Los Reyes catolicos permanecieron en Barcelona a lo largo de 1493. Entre 1000 y 1200 personas llevaba Colón consigo, 22 de la primera expedición. Cobraban 1000 maravedíes los expertos, 600 los inexpertos y nada los 200 voluntarios. Entre los más destacados, estaban con él su hermano Diego Colón y Miguel Cuneo, otro genovés. Antonio de Torre, relacionado con la corte del infante Juan, tenía instrucciones de ver La Española con sus propios ojos y regresar en la siguiente expedición . También se integraron dos médicos, el principal era Diego Álvarez Chanca, de Sevilla, consejero médico de los reyes. En cualquier caso, la mayoría de los integrantes tenían mas experiencia en la corte de España que Colón, y eran más fiel a ella que al Almirante. Muy importante fue la presencia del padre Juan Boil, que había negociado con Francia y Roma por los asuntos de Cerdeña y Rosellón. Quizá fue enviado a las Indias en calidad, no solo de sacerdote, sino de supervisor, de comisario político de los Reyes, Fray Pedro Arenas fue el primer religioso en oficiar misa en las Indias. También llevaba algunos indígenas de la primera expedición, a los que intentó enseñar para que sirviesen de intérpretes, pero también animales y, tal vez, algún negro africano o bereber.
El interés real de Colón era fundar una especie de factoría al estilo de Génova, que abasteciese a la metrópoli con oro, esclavos y resina, mientras que el plan de los Reyes era otro bien distinto, colonizar, poblar, establecer poblaciones fuertes donde habitar y desarrollar el estilo de vida de Castilla.
Partieron de Canarias el 13-10-1493 y llegaron en tan solo 20 días. Esta vez, sin decir nada, Colón proyectó abordar las islas por el sureste, por si así podía descubrir islas que con anterioridad no hubiese atisbado: la Deseada, Dominica y María Galante fueron tres de ellas. Esta vez, Colón tampoco pudo divisar Martinica, donde se cree que residían las Amazonas. Esto no sabemos si era verdad, pero algunos apuntan que comían carne humana porque era la más buena y guardaban algunos huesos en almacenes, para cocinar con ellos. No obstante, ignoramos hasta qué punto los navegantes diferenciaban entre los huesos de hombres y los de mono. El caso es que, a principios de noviembre de 1493 recorrieron Santa María de Montserrat, Santa María la redonda, Sant Croix y Santa Úrsula, pero en ninguna desembarcaron. Sí desembarcaron en lo que hoy conocemos como “Puerto Rico”. Después partieron hacia “La Española”, donde estaba el fuerte “Navidad”, que había sido destruido y todos los españoles que allí dejó Colón habían sido asesinados, aunque nunca sabremos si por las tropas de Guacanagari, el jefe de los nativos, o de otros nativos que llegaron por mar.
Llegaron al que se llamaría fortín de “La Isabela”, en honor a la reina. Allí construyeron una ciudad rectangular junto a un río con la colaboración de unos nativos… pero Colón demostró ser mal gobernador y coordinador de sus hombres, quienes pronto reclamaron su dinero. Colón partió del convencimiento de que había mucho oro en “La Española”, algo que no era cierto, y de que los indios eran débiles, lo que tampoco, solamente eran amables. Pronto comenzaron las hostilidades con los taínos por el robo de sus esposas y los esclavizaron. Alonso de Hojeda recibió la misión de buscar oro tierra adentro, pero el conflicto con la Santa Hermandad dio mal comienzo a la conquista del Nuevo Mundo. Hojeda encontró oro, pero no tanto como decía; pero la verdad es que supo jugar con la baza de saber cuánto atraía el metal precioso en aquel tiempo. En cualquier caso, lo que parece más correcto es decir que “el incentivo aportado por el oro de las Indias ejerció sin duda un gran influjo, y el sueño de alcanzar un logro personal quedaba más en un segundo plano.
Antonio Torres, el hombre de los monarcas en La Española, regresó con doce naves, dejando solo cinco a Colón. Portaba la ”memoria” del almirante, en la que recogía algunas peticiones y quejas, como por ejemplo que había exagerado en algunas predicciones del metal, que le enviaría cierto número de esclavos para traficar con ellos y que estaba en descontento con algunos de los caballos que le dejaron. Colón comenzaba a tener problemas administrativos.
En marzo de 1494, cuando Antonio de Torres se marchó, Colón organizó una expedición al interior de La Española para buscar oro, usando a unos cuantos esclavos como portadores de equipaje. En tanto, Bernal de Pisa, supervisor Real, quiso robar dos naves, pero fue encarcelado por Diego Colón. En el interior, donde creía estaba el dorado, Colón fundó Santo Tomás. Allí, Caonabó, un jefe taíno, pretendía plantarle cara. Envío refuerzos, pero Pedro de Magarit, supervisor real, se negó a colaborar con él. Su misión, en palabras del Almirante: “se debía hacer una operación de reconocimiento de las provincias, los nativos y las tierras y proteger a los indios y velar porque no se les causase daño alguno, ni se los apresase contra su voluntad”. Alonso de Hojeda se ocupó de raptar al cacique y enviarlo encadenado a La Isabela, y así a otros. Si actuaban así era porque estaban convencidos de que, al no estar bautizados vivían en pecado mortal. Desde entonces, los nativos dejaron de mostrarse tan inclinados a colaborar. Esto fue en detrimento de los españoles, que no tenían alimento y sufrieron mayores enfermedades caribeñas. Colón dejó el mando de la situación a otros y él partió a las islas que quedaban más a occidente, en Juana (Cuba). Esto les pareció una traición a la mayoría, y sus descrédito se acrecentó.
Torres llegó a España, pero a los Reyes catolicos no les parecieron buenas noticias las que traía. Necesitaban oro para su política en Europa. No obstante, Pedro Mártir y Melchor Maldonado hablaron bien de colon. Por otro lado, Bartolmé Colón, hermano del descubridor, ya regresó de su mala aventura diplomática en Londres y París, por lo que se dispuso a marchar con su hermano a las indias. Berardi, amigo del Almirante, le adelantó un dinero para que partiese con premura.
Los Reyes estaban en Tordesillas en ese momento. Acuciaban las relaciones políticas con Portugal. En los siguientes días se debatirían los pormenores de la división del mundo. A primera vista los diplomáticos portugueses eran mucho más expertos en asuntos de la mar que los españoles, muchos de ellos “grandes” de España o secretarios que en su vida habían navegado. Tras un mes de conversaciones en el convento de Santa Clara en la misma población se llegó a un acuerdo el 7-6-1494. En síntesis, se reafirmaron los tratados comerciales de Alcaçovas y se aumentó la línea que ya se firmara con Alejandro en 1493, hasta llevarla a las “370 leguas de las islas de cabo verde para la parte de oriente”, lo que sería parte portuguesa. Los porqués de esta victoria lusa fueron muy discutidos. El tratado estaba bien establecido del año anterior, pero tal vez los Reyes tenían miedo a que los portugueses enviasen barcos a las indias, mientras que los portugueses, acaso, solo querían asegurarse los enclaves africanos y la ruta a las indias. No se les pidió consejo ni a Colón ni a Antonio de Torres. Es probable que ambos bandos pensaran que habían engañado a sus contrarios.
Colón partió, como decíamos, con su flota . Pasaron frente a la bahía de Guantánamo y otras 1000 millas por la costa meridional de Cuba, por donde halló animales de gran tamaño, de ahí que el Almirante pensase que se hallaba en un continente y no en una isla. Al poco se acercaron a la costa norte de la isla de Jamaica, donde encontró tainos muy amables. Llamó a aquel lugar “Santa Gloria”. Después llamó a la isla “Santiago”. Comieron con los indígenas y partieron hacia el extremo noroccidental de Juana. Allí se establecieron durante 10 días en la isla que llamarían “La evangelista”. Allí hizo redactar a Fernán Pérez de Luna, notario de la flotilla, una declaración en la que todos firmarían y con cuya lúbrica confirmarían bajo juramento y pena de cortarles la lengua, que estaban ante tierra firme, acaso China… a pesar de que los indígenas le advirtieron de que (juana)Cuba era una isla.
Al regresar a La Española se encontró con graves disturbios, habían muerto muchos de sífilis y los nativos no confiaban en los españoles. Además, el padeció una larga enfermedad de casi 5 meses. Diego Colón, el taino adiestrado por el Almirante, era muy impopular y también Margarit. La batalla del río Yaque acabó con 12 españoles y hubo expediciones de castigo para enviarlos como esclavos a la metrópoli. Desde entonces ya nada volvió a ser lo mismo. En esos días, Bartolomé Colón partía de Canarias hacia las Indias. Buen gobernante, excelente cartógrafo y tan buen navegante como su hermano, Bartolomé no fue bien recibido en La Española, que coincidió con el regreso de Margarit a la Isabela, quien había marchado para recabar apoyos que hiciesen frente al modo de administrar del Almirante. Diego Colón, el taíno adiestrado, había terminado de construir un molino de agua junto al río para moler trigo. Margarit y el padre Boil, ante esta disyuntiva, desertaron con los barcos que trajo Bartolome colon. Este fue nombrado “adelantado” por su hermano, para que se ocupara de la administración de las Indias. El hecho más alentador por entonces fue el regreso de Antonio de Torres, el delegado real, con cuatro naves cargadas de suministros en octubre de 1494.
Los Reyes catolicos enviaron sendas cartas a Colón explicándole lo tratado en Tordesillas. Boil y Margarit les explicaron que las inversiones en las Indias eran dinero perdido, porque no había tanto oro ni tanta riqueza como decía el Almirante. Pero otros problemas ocupaban la cabeza de los monarcas, como la invasión de Carlos VIII a Nápoles, contra el primo del rey, Alfonso. Tras comprobar las carnicerías realizadas por Carlos VIII sin miramiento alguno, Fonseca preparó una flota en la que estaría Requessens y en la que iría Gonzalo Fernández de Córdoba. Fernando quería pasar de la guerra a la diplomacia.
Los dos hombres que toman renombre desde 1495, aunque ya se los conociera bien, fueron Francisco Jiménez Cisneros, primado de España y arzobispo de Toledo, y Juan Rodríguez de Fonseca, archidiácono de Sevilla y “ministro” (no oficial” de las Indias, aunque no tuvo nunca en alta consideración al Almirante).
Ante la dificultad de encontrar oro, Colón, su hermano Bartolomé y Alonso de Hojeda hicieron incursiones para compensar la falta de metal con el envío continuo de esclavos; pero no supieron diferenciar, quizá, entre los que eran amables y los que eran caníbales como ellos los concebían. La trata de esclavos comenzó en febrero de 1495 con el primer envío en gran cantidad de la mano de Antonio de Torres. Miguel Cuneo y Diego Colón acompañaron a Torres en este 2º viaje de regreso.
No obstante, ya Boil y Margarit habían comunicado a los reyes que los esclavos eran potencialmente buenos cristianos, comparando sus costumbres, aunque politeístas, con los ritos cristianos. Sabemos que en un principio Colón solo trató de establecer enclaves comerciales, pero en este segundo viaje adoptó una postura más propiamente castellana: ocupar territorios y someter poblaciones, un estilo de comportamiento que se practicó en las Canarias. No solo persiguió y mandó atacar a las poblaciones indígenas del interior de la Española, sino que impuso una serie de cargas anuales tributarias para la corona. A finales de 1495 la suerte de Colón iba a cambiar. No sabemos si habría continuado siendo gobernador de las Indias, pero el hecho es que la Corona comenzaba a ver el Caribe como una prolongación ultramarina de la corona y eso no casaba con los intereses del Almirante.
Es verdad que en un principio vieron con buenos ojos el comercio de esclavos, pero pronto cambiaron de opinión, acaso por la influencia de Cisneros. El caso es que su actitud frente a los indígenas del Nuevo Mundo era siempre más humana que su política frente a los judíos y musulmanes con quien había trabajado. Desde junio de 1495, toda persona que fuese a las Indias partiría de Cádiz y entregaría 1/5 de sus ganancias y 2/3 del oro a la corona; por otro lado lo haría con un notario y un comandante autorizado. Se quería controlar la ruta de las Indias . Esto daba fin al monopolio de Colón. Posteriormente, los acuerdos entre Berardi y los monarcas para subsanar las deudas que muchos “indianos” habían adquirido, dieron paso a la progresiva burocratización del Imperio transatlántico. El montante (los intereses) de los quintos y operaciones comerciales facilitaría el pago de las nuevas carabelas que comprarían para hacer más fluidas las operaciones. Los Reyes comenzaron a ver a colón más como un funcionario conflictivo de la corona que como un gobernador independiente, y por eso mandaron a Juan de Aguado, repostero real, cuya misión más importante fue llevar a cabo una residencia contra Colón, que restringía su monopolio a La Española, dejando el resto de islas bajo una nueva forma de gobierno.
Ante el descrédito que adquiría en la metrópoli, Colón puso rumbo a Cádiz para defender su posición ante los Reyes catolicos Dejó a Bartolomeo y Diego Colón como gobernador y almirante de La Española
Nos ha gustado tu blog y te hemos agregado a nuestro blogroll. Te seguiremos. Un saludo. En la Historioteca
ResponderEliminarme sirvio mucho para mi examen y logre sacar un 10
ResponderEliminarme alegro por tu diez un saludo
ResponderEliminarquienes integraban el segundo viaje de colon?
ResponderEliminarquienes integraban el segundo viaje de colon?
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