Sus decisiones cambiaron una y otra vez el rumbo del conflicto. Algunos promovieron el enfrentamiento militar y otros trataron de evitarlo āo de no involucrar a sus paĆsesā, pero todos jugaron un papel determinante. Estos son los hombres que gobernaron las potencias de 1939 a 1945:

En poco mĆ”s de una dĆ©cada, desde que ascendiĆ³ al poder a comienzos de 1933 hasta su suicidio el 30 de abril de 1945, el FĆ¼hrer transformĆ³ el Viejo Continente. Tras la anexiĆ³n de Austria, la invasiĆ³n de los Sudetes y la firma del pacto Ribbentrop-Molotov con la UniĆ³n SoviĆ©tica, Hitler pretendiĆ³ dominar Europa por la vĆa de la fuerza. Pero el sueƱo del Tercer Reich, el regreso a la gloria imperialista del pasado, acabĆ³ viniĆ©ndose abajo tan rĆ”pido como naciĆ³.
JOSEF STALIN
Primero intentĆ³ aliarse con franceses y britĆ”nicos contra la Alemania nazi, despuĆ©s se repartiĆ³ los paĆses del Este con Hitler y finalmente, traicionado por el FĆ¼hrer en la 'operaciĆ³n Barbarroja', accediĆ³ a contraatacar. Pero la Historia no recuerda tanto al dictador soviĆ©tico por los mĆ©ritos del EjĆ©rcito Rojo en la contienda āla batalla de Stalingrado o la captura de BerlĆnā como por las atrocidades del rĆ©gimen antes y despuĆ©s de 1939. Se calcula que al menos tres millones de personas, y quizĆ” hasta el triple, murieron vĆctimas de la represiĆ³n soviĆ©tica en los tiempos de Stalin.
Primero intentĆ³ aliarse con franceses y britĆ”nicos contra la Alemania nazi, despuĆ©s se repartiĆ³ los paĆses del Este con Hitler y finalmente, traicionado por el FĆ¼hrer en la 'operaciĆ³n Barbarroja', accediĆ³ a contraatacar. Pero la Historia no recuerda tanto al dictador soviĆ©tico por los mĆ©ritos del EjĆ©rcito Rojo en la contienda āla batalla de Stalingrado o la captura de BerlĆnā como por las atrocidades del rĆ©gimen antes y despuĆ©s de 1939. Se calcula que al menos tres millones de personas, y quizĆ” hasta el triple, murieron vĆctimas de la represiĆ³n soviĆ©tica en los tiempos de Stalin.
BENITO MUSSOLINI
Desde un papel secundario respecto a su aliado nazi, Il Duce viviĆ³ el Ćŗltimo tercio de su dictadura inmerso en un conflicto que, segĆŗn su pronĆ³stico optimista, tendrĆa un rĆ”pido desenlace en forma de victoria del Eje. Por ello, en 1940 se apartĆ³ de la Ā«no beligeranciaĀ» para enfrentarse a britĆ”nicos y franceses e involucrarse en la campaƱa africana. Sin embargo, las fuerzas italianas se debilitaron progresivamente al tiempo que el lĆder fascista fue perdiendo su poder, hasta que acabĆ³ entre rejas tras ser destituido por el rey. Ejecutado en 1945, su cadĆ”ver fue sometido a golpes y salivazos en una plaza.
Desde un papel secundario respecto a su aliado nazi, Il Duce viviĆ³ el Ćŗltimo tercio de su dictadura inmerso en un conflicto que, segĆŗn su pronĆ³stico optimista, tendrĆa un rĆ”pido desenlace en forma de victoria del Eje. Por ello, en 1940 se apartĆ³ de la Ā«no beligeranciaĀ» para enfrentarse a britĆ”nicos y franceses e involucrarse en la campaƱa africana. Sin embargo, las fuerzas italianas se debilitaron progresivamente al tiempo que el lĆder fascista fue perdiendo su poder, hasta que acabĆ³ entre rejas tras ser destituido por el rey. Ejecutado en 1945, su cadĆ”ver fue sometido a golpes y salivazos en una plaza.
NEVILLE CHAMBERLAIN
La estrategia del 'appeasement', o apaciguamiento, definiĆ³ su legado. El primer ministro britĆ”nico, ascendido al poder en 1937, confiaba en amansar a la fiera nazi e impedir la guerra, no sin antes satisfacer parte de sus demandas territoriales. Pero al mismo tiempo, Chamberlain, cada vez mĆ”s convencido de que la contienda era inevitable, defendiĆ³ una carrera armamentĆstica que desatĆ³ la indignaciĆ³n de la oposiciĆ³n laborista. AsĆ, el lĆder conservador viviĆ³ las primeras etapas del conflicto entre la espada y la pared, hasta que, superado por la presiĆ³n, se echĆ³ a un lado para dejar paso a Churchill.
La estrategia del 'appeasement', o apaciguamiento, definiĆ³ su legado. El primer ministro britĆ”nico, ascendido al poder en 1937, confiaba en amansar a la fiera nazi e impedir la guerra, no sin antes satisfacer parte de sus demandas territoriales. Pero al mismo tiempo, Chamberlain, cada vez mĆ”s convencido de que la contienda era inevitable, defendiĆ³ una carrera armamentĆstica que desatĆ³ la indignaciĆ³n de la oposiciĆ³n laborista. AsĆ, el lĆder conservador viviĆ³ las primeras etapas del conflicto entre la espada y la pared, hasta que, superado por la presiĆ³n, se echĆ³ a un lado para dejar paso a Churchill.
ĆDOUARD DALADIER
El primer ministro francĆ©s nunca dudĆ³ de las intenciones de Hitler, y asĆ se lo hizo saber a Chamberlain un aƱo antes de la guerra: Ā«Las ambiciones de NapoleĆ³n eran dĆ©biles en comparaciĆ³n con el plan nazi para dominar el continenteĀ». Pero los intentos de Daladier por hacer frente a Alemania sĆ³lo se prolongaron unos meses, hasta que dimitiĆ³ y pasĆ³ a un segundo plano como ministro. Tras la invasiĆ³n de su paĆs huyĆ³ a Marruecos, donde fue detenido y entregado a los alemanes, que lo llevaron al campo de concentraciĆ³n de Buchenwald y mĆ”s tarde a Austria, junto a otros polĆticos franceses capturados.
El primer ministro francĆ©s nunca dudĆ³ de las intenciones de Hitler, y asĆ se lo hizo saber a Chamberlain un aƱo antes de la guerra: Ā«Las ambiciones de NapoleĆ³n eran dĆ©biles en comparaciĆ³n con el plan nazi para dominar el continenteĀ». Pero los intentos de Daladier por hacer frente a Alemania sĆ³lo se prolongaron unos meses, hasta que dimitiĆ³ y pasĆ³ a un segundo plano como ministro. Tras la invasiĆ³n de su paĆs huyĆ³ a Marruecos, donde fue detenido y entregado a los alemanes, que lo llevaron al campo de concentraciĆ³n de Buchenwald y mĆ”s tarde a Austria, junto a otros polĆticos franceses capturados.
WINSTON CHURCHILL
La palabra fue su arma decisiva para ganar la guerra; al menos, de puertas adentro. Maestro de la retĆ³rica, elevĆ³ la moral del pueblo al tiempo que incrementaba el poder militar britĆ”nico, en especial su aviaciĆ³n. Para la Historia dejĆ³ arengas memorables, como este fragmento de 1940: Ā«Lucharemos en los mares y ocĆ©anos, lucharemos cada vez con mĆ”s confianza y fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla a cualquier precio, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las montaƱas; nunca nos rendiremosĀ».
La palabra fue su arma decisiva para ganar la guerra; al menos, de puertas adentro. Maestro de la retĆ³rica, elevĆ³ la moral del pueblo al tiempo que incrementaba el poder militar britĆ”nico, en especial su aviaciĆ³n. Para la Historia dejĆ³ arengas memorables, como este fragmento de 1940: Ā«Lucharemos en los mares y ocĆ©anos, lucharemos cada vez con mĆ”s confianza y fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla a cualquier precio, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las montaƱas; nunca nos rendiremosĀ».
PHILIPPE PĆTAIN
Entre su elecciĆ³n en junio de 1940 para encabezar el Gobierno y su ascenso āsĆ³lo un mes despuĆ©sā a jefe de Estado con amplios poderes, el mariscal PĆ©tain tuvo tiempo para firmar un armisticio que cedĆa a los nazis el tercio noroccidental de Francia. El resto quedĆ³ bajo su dominio con una capital artificial en Vichy. De Ā«Libertad, igualdad, fraternidadĀ» se pasĆ³ a Ā«Trabajo, familia, patriaĀ», el lema de un nuevo Estado rural y catĆ³lico. El tĆtere de Hitler fue condenado a muerte en el Ćŗltimo aƱo de la guerra, aunque el Ejecutivo provisional de De Gaulle decidiĆ³ que pasara el resto de sus dĆas entre rejas.
Entre su elecciĆ³n en junio de 1940 para encabezar el Gobierno y su ascenso āsĆ³lo un mes despuĆ©sā a jefe de Estado con amplios poderes, el mariscal PĆ©tain tuvo tiempo para firmar un armisticio que cedĆa a los nazis el tercio noroccidental de Francia. El resto quedĆ³ bajo su dominio con una capital artificial en Vichy. De Ā«Libertad, igualdad, fraternidadĀ» se pasĆ³ a Ā«Trabajo, familia, patriaĀ», el lema de un nuevo Estado rural y catĆ³lico. El tĆtere de Hitler fue condenado a muerte en el Ćŗltimo aƱo de la guerra, aunque el Ejecutivo provisional de De Gaulle decidiĆ³ que pasara el resto de sus dĆas entre rejas.
CHARLES DE GAULLE
Alertado del armisticio que PĆ©tain tenĆa previsto firmar con Alemania, De Gaulle huyĆ³ primero a Londres (1940) y despuĆ©s a Argel (1943) para promover una nueva Francia libre frente al rĆ©gimen pronazi de Vichy. La resistencia se ganĆ³ el respaldo britĆ”nico, si bien el general galo nunca llegĆ³ a confiar plenamente en los aliados: Ā«Francia no tiene amigos, sĆ³lo interesesĀ». Una vez liberada ParĆs, volviĆ³ a su tierra y se situĆ³ al frente del Gobierno provisional. AllĆ permaneciĆ³ hasta 1946, cuando dejĆ³ el poder durante una dĆ©cada hasta su regreso de nuevo en plena guerra de Argelia.
Alertado del armisticio que PĆ©tain tenĆa previsto firmar con Alemania, De Gaulle huyĆ³ primero a Londres (1940) y despuĆ©s a Argel (1943) para promover una nueva Francia libre frente al rĆ©gimen pronazi de Vichy. La resistencia se ganĆ³ el respaldo britĆ”nico, si bien el general galo nunca llegĆ³ a confiar plenamente en los aliados: Ā«Francia no tiene amigos, sĆ³lo interesesĀ». Una vez liberada ParĆs, volviĆ³ a su tierra y se situĆ³ al frente del Gobierno provisional. AllĆ permaneciĆ³ hasta 1946, cuando dejĆ³ el poder durante una dĆ©cada hasta su regreso de nuevo en plena guerra de Argelia.
FRANKLIN D. ROOSEVELT
La opiniĆ³n pĆŗblica y las leyes de neutralidad le impidieron sumarse a la alianza contra Hitler tan pronto como quizĆ” hubiera querido. Pero el ataque japonĆ©s a Pearl Harbor le proporcionĆ³ al Ćŗnico hombre que ha ocupado el Despacho Oval por mĆ”s de dos mandatos āfue elegido en cuatro ocasionesā la excusa perfecta para intervenir. El mandatario demĆ³crata supervisĆ³ los avances militares frente a las potencias del Eje, aunque no llegĆ³ a ver la victoria final. El 12 de abril de 1945, sĆ³lo unos meses antes del fin de la guerra, Roosevelt se desplomĆ³ mientras posaba para un retrato. MuriĆ³ ese mismo dĆa.
La opiniĆ³n pĆŗblica y las leyes de neutralidad le impidieron sumarse a la alianza contra Hitler tan pronto como quizĆ” hubiera querido. Pero el ataque japonĆ©s a Pearl Harbor le proporcionĆ³ al Ćŗnico hombre que ha ocupado el Despacho Oval por mĆ”s de dos mandatos āfue elegido en cuatro ocasionesā la excusa perfecta para intervenir. El mandatario demĆ³crata supervisĆ³ los avances militares frente a las potencias del Eje, aunque no llegĆ³ a ver la victoria final. El 12 de abril de 1945, sĆ³lo unos meses antes del fin de la guerra, Roosevelt se desplomĆ³ mientras posaba para un retrato. MuriĆ³ ese mismo dĆa.
HARRY S. TRUMAN
La salud de Roosevelt apenas le dejĆ³ desarrollar tres meses su cuarto mandato. Truman, su vicepresidente, recogiĆ³ el testigo en los momentos finales de la contienda y se lo tomĆ³, literalmente, como un marrĆ³n: Ā«Siento como si la Luna, las estrellas y todos los planetas se me hubieran caĆdo encimaĀ», confesĆ³ a los periodistas tras asumir el cargo. Pero esa sensaciĆ³n no le impidiĆ³ adoptar una de las decisiones mĆ”s cruciales y polĆ©micas: el lanzamiento de las bombas atĆ³micas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. Tras la guerra, ganĆ³ un segundo mandato y gobernĆ³ hasta 1953.
La salud de Roosevelt apenas le dejĆ³ desarrollar tres meses su cuarto mandato. Truman, su vicepresidente, recogiĆ³ el testigo en los momentos finales de la contienda y se lo tomĆ³, literalmente, como un marrĆ³n: Ā«Siento como si la Luna, las estrellas y todos los planetas se me hubieran caĆdo encimaĀ», confesĆ³ a los periodistas tras asumir el cargo. Pero esa sensaciĆ³n no le impidiĆ³ adoptar una de las decisiones mĆ”s cruciales y polĆ©micas: el lanzamiento de las bombas atĆ³micas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. Tras la guerra, ganĆ³ un segundo mandato y gobernĆ³ hasta 1953.
HIRO HITO
El emperador japonĆ©s, pese a su alianza con la Alemania nazi y la Italia fascista, tardĆ³ mĆ”s de dos aƱos en admitir ante los miembros del Gobierno la conveniencia de entrar en guerra con Occidente. Cuando estuvo finalmente convencido, en 1941, lo hizo con todas las consecuencias. La aviaciĆ³n nipona atacĆ³ a EEUU en Pearl Harbor y provocĆ³ una reacciĆ³n que a la postre resultarĆa decisiva para el desenlace del conflicto. QuizĆ” nadie lo resumiĆ³ mejor que Churchill: Ā«Ā”Hemos ganado la guerra!Ā», anunciĆ³ eufĆ³rico al comprender el indeseado efecto 'boomerang' que habĆan logrado los kamikazes.
El emperador japonĆ©s, pese a su alianza con la Alemania nazi y la Italia fascista, tardĆ³ mĆ”s de dos aƱos en admitir ante los miembros del Gobierno la conveniencia de entrar en guerra con Occidente. Cuando estuvo finalmente convencido, en 1941, lo hizo con todas las consecuencias. La aviaciĆ³n nipona atacĆ³ a EEUU en Pearl Harbor y provocĆ³ una reacciĆ³n que a la postre resultarĆa decisiva para el desenlace del conflicto. QuizĆ” nadie lo resumiĆ³ mejor que Churchill: Ā«Ā”Hemos ganado la guerra!Ā», anunciĆ³ eufĆ³rico al comprender el indeseado efecto 'boomerang' que habĆan logrado los kamikazes.
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