El 6 de octubre de 1833 el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón, era coronado como Carlos V, acto que daba lugar a la Primera Guerra Carlista.
Los carlistas se alzaron en armas al morir Fernando VII y fueron capaces de sobrellevar un conflicto largo, aunque no demasiado cruento. No hubo combates encarnizados sino más bien refriegas que se concentraron en las áreas de dominio carlista, limitadas a la vertiente nororiental, País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. La guerra carlista empleó escasos recursos y nunca llegó a colapsar el país, las instituciones siguieron funcionando, se celebraban elecciones e incluso se experimentó cierto crecimiento.
Los carlistas dominaron muy pronto Bilbao, ciudad que quisieron hacer emblema de su lucha y cuyo asedio sería una constante en las posteriores guerras. Sólo resistieron dentro un mes y nunca volverían a dominarla. En los continuos asedios a la ciudad perdería la vida Tomás Zumalacárregui, el más dotado de los generales carlistas.
Los carlistas dominaron muy pronto Bilbao, ciudad que quisieron hacer emblema de su lucha y cuyo asedio sería una constante en las posteriores guerras. Sólo resistieron dentro un mes y nunca volverían a dominarla. En los continuos asedios a la ciudad perdería la vida Tomás Zumalacárregui, el más dotado de los generales carlistas.
Desde entonces, el dominio carlista se extendería por los valles rurales y las villas vascas y tendría poca incidencia en el resto de núcleos urbanos. Sus tropas tuvieron, además, muchas dificultades para ganar nuevos terrenos y la contienda, durante un largo tramo, se limitaría al mantenimiento de las posiciones.
Los carlistas eran esencialmente antiliberales. Su opción se concretaba en una monarquía fuerte y confesional, no necesariamente absolutista. Su lema se resumía en Dios, Patria y Rey. También se introdujo el término «Fueros», pero al contrario de lo que se cree, esto no implica una circunscripción del movimiento a las regiones forales.
Los carlistas eran esencialmente antiliberales. Su opción se concretaba en una monarquía fuerte y confesional, no necesariamente absolutista. Su lema se resumía en Dios, Patria y Rey. También se introdujo el término «Fueros», pero al contrario de lo que se cree, esto no implica una circunscripción del movimiento a las regiones forales.
Los carlistas no representaban un grupo homogéneo y estaban muy dispersos en la geografía española, pero por cuestiones logísticas sólo la vertiente cantábrica pudo luchar organizada, cuestión por la que se introdujo la reivindicación de los fueros, que al fin y al cabo no era más que una demanda tradicionalista.
El carlismo fue más notorio en Navarra y País Vasco, pero hubo guerrillas en Valencia, Galicia y el Maestrazgo, como también las hubo en La Mancha, Extremadura y Andalucía.
Y se denota un cierto auge en lo caldestino en la actualidad. Veremos a ver donde llega.
ResponderEliminarUn saludazo.
Dios, Patria y Rey , VALLA DE QUE ME SUENA ESO?¿ Un saludo
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