Una de las gestas de armas más asombrosa que un español haya culminado con éxito en toda la historia la llevó a cabo Hernán Cortés a principios de julio de 1520 en la llanura de Otumba, entonces todavía parte del Imperio Azteca. Fue algo tan desigual que todavía hoy sorprende comprobar que nuestros antepasados se alzasen con la victoria, siendo tan pocos y frente a tantos enemigos.
De un lado estaban los españoles –no más de 400–, apoyados por un grupo de aliados tlaxcaltecas –unos 200–; del otro, los aztecas en pleno con su caudillo al frente, aproximadamente unos 40.000 hombres.
De un lado estaban los españoles –no más de 400–, apoyados por un grupo de aliados tlaxcaltecas –unos 200–; del otro, los aztecas en pleno con su caudillo al frente, aproximadamente unos 40.000 hombres.
Resumiendo, tocaban a cerca de 70 mexicas por cada español. Ni el mismísimo Hércules.
La pregunta que, inevitablemente, asalta a cualquier curioso es cómo se pudo ganar aquella batalla. Y más aún sabiendo que el magro ejército de Cortés estaba en las últimas. Apenas le quedaban caballos ni pólvora, que fueron las dos armas-milagro que facilitaron la conquista de América. Habían salido huyendo con lo puesto de Tenochtitlán, estaban agotados, malcomidos y desmoralizados, es decir, en la peor de las condiciones para resistir el embate rabioso de todo un imperio.
Aislados del mundo, a miles de kilómetros del español más cercano, cabía la posibilidad de rendirse, pero en México no sucedía como en Europa, donde si uno se rendía perdía el honor pero salvaba el pellejo. Allí las cosas funcionaban de otra manera. Los soldados del tlatoani (emperador) de los mexicas seguían una lógica la mar de sencilla: enemigo apresado, enemigo sacrificado, probablemente por lento degollamiento en lo alto de una pirámide para solaz del vulgo y aplacamiento de las iras divinas. Rendirse era sinónimo de degollina infamante, así que a Cortés y los suyos no les quedaba otra que resistir hasta el último suspiro, plantar batalla a cara de perro y morir como hombres. Es decir, ser españoles; aunque eso, claro, los aztecas no lo sabían, no tenían ni idea de los extremos de terquedad a que podían llegar los hijos de la remota España.
Ganar no iban a ganar, pero tampoco iban a perder del todo, porque el guerrero que resiste hasta la muerte al menos conserva el honor. Sabiendo que no tenía oportunidad de llegar hasta la ciudad amiga de Tlaxcala, y que el segundo del tlatoani, el llamado Cihuacóatl, les había cortado el paso, el extremeño decidió pararse y combatir. La muerte era segura, así que Cortés se puso tremendo y arengó a sus soldados para que muriesen dejando el pabellón bien alto. A voz en cuello, y cuando ya se escuchaba el tumulto del enemigo, se dirigió a ellos y les dijo:
La pregunta que, inevitablemente, asalta a cualquier curioso es cómo se pudo ganar aquella batalla. Y más aún sabiendo que el magro ejército de Cortés estaba en las últimas. Apenas le quedaban caballos ni pólvora, que fueron las dos armas-milagro que facilitaron la conquista de América. Habían salido huyendo con lo puesto de Tenochtitlán, estaban agotados, malcomidos y desmoralizados, es decir, en la peor de las condiciones para resistir el embate rabioso de todo un imperio.
Aislados del mundo, a miles de kilómetros del español más cercano, cabía la posibilidad de rendirse, pero en México no sucedía como en Europa, donde si uno se rendía perdía el honor pero salvaba el pellejo. Allí las cosas funcionaban de otra manera. Los soldados del tlatoani (emperador) de los mexicas seguían una lógica la mar de sencilla: enemigo apresado, enemigo sacrificado, probablemente por lento degollamiento en lo alto de una pirámide para solaz del vulgo y aplacamiento de las iras divinas. Rendirse era sinónimo de degollina infamante, así que a Cortés y los suyos no les quedaba otra que resistir hasta el último suspiro, plantar batalla a cara de perro y morir como hombres. Es decir, ser españoles; aunque eso, claro, los aztecas no lo sabían, no tenían ni idea de los extremos de terquedad a que podían llegar los hijos de la remota España.
Ganar no iban a ganar, pero tampoco iban a perder del todo, porque el guerrero que resiste hasta la muerte al menos conserva el honor. Sabiendo que no tenía oportunidad de llegar hasta la ciudad amiga de Tlaxcala, y que el segundo del tlatoani, el llamado Cihuacóatl, les había cortado el paso, el extremeño decidió pararse y combatir. La muerte era segura, así que Cortés se puso tremendo y arengó a sus soldados para que muriesen dejando el pabellón bien alto. A voz en cuello, y cuando ya se escuchaba el tumulto del enemigo, se dirigió a ellos y les dijo:
"Amigos, llegó el momento de vencer o morir. Castellanos, fuera toda debilidad, fijad vuestra confianza en Dios Todopoderoso y avanzad hacia el enemigo como valientes".
Los aztecas no sabían demasiado de estrategia bélica ni de sofisticados planteamientos tácticos. Cuando vieron que los españoles eran tan pocos, les rodearon. Aunque muchos y bravos combatientes, la intención de los aztecas no era matar a los españoles, sino capturarlos para llevárselos presos y luego sacrificarlos. Les traía sin cuidado cuántos de los suyos cayesen, lo importante era satisfacer a los dioses. En una igual no se iban a encontrar, de modo que se pusieron a ello, tratando de herir pero no matar a los españoles y de buscar la salida para los cautivos entre la marabunta emplumada y saltarina que asediaba el fortín de Cortés.
Pero aquella extravagancia, aunque no lo pareciese, constituía una ventaja. Los hombres de Cortés pronto se percataron de que el enemigo tenía fines distintos a los suyos y supieron ponerlo a su favor. De entrada, la tropa española se cerró en banda, colocando a los piqueros en la parte exterior del círculo para ir repeliendo los ataques. Los infantes se pusieron morados a matar aztecas, que se cuidaban muy mucho de no matarlos. Disponían, además, de una ventaja tecnológica: las armaduras. El armamento azteca era muy poco efectivo contra los cascos y corazas de los barbudos castellanos, que estaban especialmente motivados para jugársela porque sabían la suerte que les aguardaba si caían prisioneros.
Entre tanto, los pocos caballeros que tenían montura se reservaron para una misión muy especial que Cortés acababa de idear. Al otro lado de la colérica masa humana que les sitiaba, elevado sobre un pequeño cerro, se encontraba el campamento azteca. Desde el llano se podía ver a un personaje sentado sobre un palanquín, ataviado con una armadura de algodón, plumas sobre la cabeza y un vistoso estandarte en la mano. Ese, y no otro, era el famoso Cihuacóatl, el comandante en jefe de los aztecas.
Cortés sabía por sus aliados de Tlaxcala que, según las costumbres de aquella gente, cuando caía el capitán, las tropas, ayunas de mando y sin importar cuán numerosas fuesen, huían en desbandada. El problema era burlar el cerco. Cortés convocó a sus cinco capitanes para hacerles partícipes de su idea. Si conseguían cabalgar hasta el Cihuacóatl y matarle de una lanzada, la batalla estaría ganada. Como no había mucho donde escoger, serían los cinco capitanes los encargados de realizar la carga. Sólo habría una oportunidad. Su fracaso marcaría la derrota final y el fin de la aventura que hoy conocemos como la Conquista de México.
Los capitanes eran Gonzalo de Sandoval, Pedro de Alvarado, Cristóbal de Olid, Alonso Dávila y Juan de Salamanca. Se colocaron en fila, se miraron entre sí y, espada en mano, gritaron al unísono "¡Santiago!" para, acto seguido, lanzarse como fieras sobre los aztecas que les cercaban. Esa fue la primera carga de caballería de la historia de América. Ciertamente, algo modesta en dimensiones pero no en intenciones.
Tras superar el corto trecho que les separaba del campamento azteca, sin perder un solo segundo los cinco se dirigieron hasta el lugar desde el que el Cihuacóatl observaba la batalla.
A los aztecas los caballos les daban pánico, más si cabe cuando llevaban encima un tipo con casco, armadura y cara de, como les había pedido Cortés, vencer o morir. La escolta del Cihuacóatl huyó despavorida, dejando a su jefe desvalido y a merced de los jinetes. El azteca trató de huir junto a sus más fieles, pero Cortés, que se las sabía todas, ya lo había previsto y salió en su búsqueda. Le alanceó desde lejos, provocando que se cayese de la litera. Al incorporarse para continuar la huida a la carrera se dio de bruces con Juan de Salamanca, listo para darle la estocada definitiva y arrebatarle el estandarte.
Fue todo uno. Según cayó el Cihuacóatl y el estandarte pasó a las manos de Cortés, la desbandada de los aztecas fue inmediata. Imponente. Los pocos españoles que quedaban combatiendo en el llano se apresuraron a acelerar la matanza, con idea de escarmentar al enemigo en estampida. Persiguieron a los fugitivos en todas direcciones, dándoles muerte sin compasión. Al caer la tarde el llano de Otumba era un gigantesco cementerio, donde yacían los cuerpos sin vida de 10.000 aztecas y de sólo unas decenas de españoles. La victoria imposible se había consumado.
Cortés, sin llegar a creérselo del todo, se dirigió a Tlaxcala, desde donde planificaría el asalto final a Tenochtitlán. Pero eso aún era una incógnita. Sus hombres, sin llegar a ser conscientes de la proeza que acababan de realizar, se limitaron a agradecer al Altísimo la victoria. Bernal Díaz del Castillo lo consignó así en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España:
Tras superar el corto trecho que les separaba del campamento azteca, sin perder un solo segundo los cinco se dirigieron hasta el lugar desde el que el Cihuacóatl observaba la batalla.
A los aztecas los caballos les daban pánico, más si cabe cuando llevaban encima un tipo con casco, armadura y cara de, como les había pedido Cortés, vencer o morir. La escolta del Cihuacóatl huyó despavorida, dejando a su jefe desvalido y a merced de los jinetes. El azteca trató de huir junto a sus más fieles, pero Cortés, que se las sabía todas, ya lo había previsto y salió en su búsqueda. Le alanceó desde lejos, provocando que se cayese de la litera. Al incorporarse para continuar la huida a la carrera se dio de bruces con Juan de Salamanca, listo para darle la estocada definitiva y arrebatarle el estandarte.
Fue todo uno. Según cayó el Cihuacóatl y el estandarte pasó a las manos de Cortés, la desbandada de los aztecas fue inmediata. Imponente. Los pocos españoles que quedaban combatiendo en el llano se apresuraron a acelerar la matanza, con idea de escarmentar al enemigo en estampida. Persiguieron a los fugitivos en todas direcciones, dándoles muerte sin compasión. Al caer la tarde el llano de Otumba era un gigantesco cementerio, donde yacían los cuerpos sin vida de 10.000 aztecas y de sólo unas decenas de españoles. La victoria imposible se había consumado.
Cortés, sin llegar a creérselo del todo, se dirigió a Tlaxcala, desde donde planificaría el asalto final a Tenochtitlán. Pero eso aún era una incógnita. Sus hombres, sin llegar a ser conscientes de la proeza que acababan de realizar, se limitaron a agradecer al Altísimo la victoria. Bernal Díaz del Castillo lo consignó así en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España:
Todos dimos muchas gracias a Dios que escapamos de tan gran multitud de gente, porque no se había visto ni hallado en todas las Indias, en batalla que se haya dado tan gran número de guerreros juntos, porque allí estaba la flor de México y de Tezcuco y todos los pueblos que están alrededor de la laguna, y otros muchos sus comarcanos, y los de Otumba, Tepetezcuco y Saltocán, ya con pensamiento de que aquella vez no quedara roso ni velloso de nosotros.
Y es que la heroicidad nunca ha estado reñida con la modestia.
Autor : Fernando diaz V
Un relato muy entretenido .un saludo
ResponderEliminarSe me hace un tanto extraño leer acerca de "españoles" en 1520, época en la que península había varios reinos, cada uno con sus propias haciendas, ejércitos, leyes y monedas, eso sí bajo un mismo monarca (que también lo era de los Países Bajos, Austria, etc.).
ResponderEliminarA mí me suena como si alguien dijera que los césares romanos eran "italianos".
Desde el punto de vista geográfico, los primeros eran "hispanos" y los segundos "itálicos".
Por cierto, ese "español" llevaba en su escudo de armas el símbolo inequívoco de los Condes de Barcelona (soberanos de Cataluña), algo realmente extraño para alguien de Medellín ¿no?
La evolución de la palabra España es acorde con otros usos culturales. Hasta el Renacimiento los topónimos que hacían referencia a territorios nacionales y regionales eran relativamente inestables, tanto desde el punto de vista semántico como del de su precisa delimitación geográfica.
ResponderEliminarAsí, en tiempos de los romanos "Hispania" correspondía al territorio que ocupaban en la península, Baleares y, en el siglo III, parte del norte de África (la Mauritania Tingitana, que se incluyó en el año 285 en la Diócesis Hispaniarum).
En el dominio visigodo, el rey Leovigildo, tras unificar la mayor parte del territorio de la España peninsular a fines del s.VI, se titula rey de Gallaecia, Hispania y Narbonensis. San Isidoro narra la búsqueda de la unidad peninsular, finalmente culminada en el reinado de Suintila en la primera mitad del s.VII y se habla de la madre España. En su obra Historia Gothorum, Suintila aparece como el primer rey de "Totius Spaniae". El prólogo de la misma obra es el conocido De laude Spaniae (Acerca de la alabanza a España).
En tiempos del rey Mauregato fue compuesto el himno O Dei Verbum en el que se califica al apóstol como dorada cabeza refulgente de "Ispaniae" ("Oh, vere digne sanctior apostole caput refulgens aureum Ispaniae, tutorque nobis et patronus vernulus").Manuscrito de la Estoria de España de Alfonso X el Sabio.
sigue en el siguiente comentario...
Con la invasión musulmana el nombre de Spania o España se transformó en اسبانيا, Isbāniyā. Algunas crónicas y otros documentos de la alta Edad Media designan exclusivamente con ese nombre (España o Spania) al territorio dominado por los musulmanes. Así, Alfonso I el Batallador (1104-1134) dice en sus documentos que "él reina en Pamplona, Aragón, Sobrarbe y Ribagorza", y cuando en 1126 hace una expedición hasta Málaga nos dice que "fue a las tierras de España".
ResponderEliminarPero ya a partir de los últimos años del siglo XII se generaliza nuevamente el uso del nombre de España para toda la península, sea de musulmanes o de cristianos. Así se habla de los cinco reinos de España: Granada (musulmanes), León con Castilla, Navarra, Portugal y Corona de Aragón (cristianos).
A medida que avanza la reconquista varios reyes se proclamaron príncipes de España, tratando de reflejar la importancia de sus reinos en la península. Tras la unión dinástica de Castilla y Aragón, se comienza a usar en estos dos reinos el nombre de España para referirse a ambos, circunstancia que, por lo demás, no tenía nada de novedosa; así, ya en documentos de los años 1124 y 1125, con motivo de la expedición militar de Alfonso I de Aragón por Andalucía, se referían al Batallador —que había unificado los reinos de Castilla y Aragón tras su matrimonio con Urraca I— con los términos «reinando en España» o reinando «en toda la tierra de cristianos y sarracenos de España»
El gentilicio "español" ha evolucionado de forma distinta al que cabría esperar (cabría esperar algo similar a "hispánico"). Existen varias teorías sobre cómo surgió el propio gentilicio "español"; según una de ellas, el sufijo "-ol" es característico de las lenguas romances provenzales y poco frecuente en las lenguas romances habladas entonces en la península, por lo que considera que habría sido importado a partir del siglo IX con el desarrollo del fenómeno de las peregrinaciones medievales a Santiago de Compostela, por los numerosos visitantes francos que recorrieron la península, favoreciendo que con el tiempo se divulgara la adaptación del nombre latino hispani a partir del "espagnol", "espanyol", "espannol", "espanhol", "español" etc. (las grafías gn, nh y ny, además de nn, y su abreviatura ñ, representaban el mismo fonema) con que ellos designaban a los cristianos de la antigua Hispania.
Posteriormente, habría sido la labor de divulgación de las élites formadas las que promocionaron el uso de "español" y "españoles": la palabra «españoles» aparece veinticuatro veces en el cartulario de la catedral de Huesca, manuscrito de 1139-1221, mientras que la Estoria de España, redactada entre 1260 y 1274 por iniciativa de Alfonso X el Sabio, se empleó exclusivamente el gentilicio «españoles».
despues de esta explicacion no se como puede sorprenderte la palabra español o españoles en el año 1520.
referente a la segunda parte de tu comentario dos cuestiones.
ResponderEliminarlos condes de barcelona , no son soberanos de cataluña como tu dices. puesto que cataluña nunca ha sido reino.
en el año 801 Se crea el condado de Barcelona como parte de la Marca Hispánica. al igual que otros condados, desde el año 1162 el título queda ligado a la Corona de Aragón, y, desde Carlos I, queda ligado a la Corona de España.
referente a la respuesta de escudo de cortes lee el post que acabo de colgar , te agradezco la idea para este articulo .
un saludo.
Soberano (según la RAE): Que ejerce o posee la autoridad suprema e independiente.
ResponderEliminarSoberano no es lo mismo que rey. Incluso hay reyes que ni son soberanos (como los de Grecia o Bulgaria).
El soberano de Cataluña es el Conde de Barcelona, título que cuenta con dignidad real (por eso Juan de Borbón, padre del actual monarca, se lo guardó hasta su muerte)
La mal llamada "Corona de Aragón" estaba formada por: Reino de Aragón, Reino de Valencia, Reino de Mallorca, Condado de Barcelona y en según qué épocas por el Reino de Nápoles, Sicilia, etc. etc.
Cada territorio tenía sus cortes excepto Mallorca que tenía un diputado en las Cortes de Barcelona. Todos esos territorios compartían soberano pero no eran un mismo reino y sí una confederación que cuando convenía a todos, obraban juntos. Luego, como dices, Carlos I es soberano de todos esos reinos además de Castilla, Navarra, etc., lo que no significa que por ello todos esos territorios fueran un reino, es más, España es un "reino" desde 1947, de acuerdo con la "Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado" cuyo artículo 1 dice: "España, como unidad política, es un Estado católico, social y representativo que, de acuerdo con su tradición, se declara constituido en Reino".
Desde 1714 y los decretos de Nueva Planta, España era un estado (un único país) pero no un reino. Reino desde 1947.
En 1850 todavía se distinguen varias Españas: http://i.imgur.com/FcFoo.jpg
Me gustaría matizar que es el Conde de Barcelona quién por casarse con la hija del rey de Aragón acaba por ser también rey de Aragón, a la muerte de su suegro.
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/56/Petronila_Ramon_Berenguer.jpg
al hablar de Aragón y Cataluña, la gente mentalmente piensa que entonces eran lo que son hoy ambas regiones, es decir, Aragón las tres provincias de Huesca, Zaragoza y Teruel, y Cataluña las cuatro que hoy la conforman. Si ponemos esa premisa, nos saldrá una historia falsa, Aragón no era lo que hoy es, sino más, y Cataluña no era lo que hoy conocemos, sino mucho menos.
ResponderEliminarEl dominio exacto de ambas era el siguiente:
El Reino de Aragón estaba integrado por los territorios que hoy lo forman más todo lo que es la provincia de Lérida e incluida una franja grande del río Ebro hasta el mar, que tenía a Tortosa como ciudad costera. Por lo tanto, podríamos decir que las ciudades importantes del Reino de Aragón eran Jaca (la primera capital que tuvo cuando aún era Condado), Huesca, Lérida, Zaragoza, Tortosa y Teruel.
Cataluña era un pequeño territorio que aún hoy los historiadores conocen con el nombre de "Cataluña Vella", formado por unos condados independientes unos de otros, aunque reunidos bajo la tutela del conde de Barcelona.
Esta división territorial venía desde el mismo momento en que fueron reconquistadas Tortosa y Lérida a los moros. Ese suceso ocurrió en los años 1148 y 1149 y sus territorios no fueron incorporados a lo que aún no se llamaba Cataluña, sino que fueron integrados en el Reino de Aragón como parte del mismo, igual que ya lo eran las tierras de Huesca, Zaragoza y Teruel.
La razón fue que, estando los Condados de la Cataluña Vella sometidos al vasallaje del rey de Francia que era el soberano, desde antes del año 801, no querían que el monarca francés creyera que Lérida y Tortosa también le pertenecían para integrarlos en su "Marca Hispánica" por derecho de conquista y, para alejarlos de las ambiciones del francés, fueron separados de Barcelona, creados Marquesados y, unidos al Reino de Aragón, como conquista aragonesa que eran.
Así, Ramón Berenguer se titulaba príncipe de Aragón, marqués de Lérida, marqués de Tortosa y conde de Barcelona. Y siendo esos títulos de marqués de mayor categoría que el de conde, quedaba ya imposibilitado que estuvieran sometidas al condado de Barcelona; porque esto en la Edad Media era tan riguroso como hoy es en el ejército, donde un capitán no puede estar sometido a las órdenes de un simple cabo.
Al final del siglo XIII (cuando el rey Luis de Francia renunció a sus derechos sobre la marca hispanica), por el tratado de Corbeil es cuando el rey de Aragón dispuso que Lérida también podía acudir a las Cortes de Cataluña pero sin dejar de formar parte de las Cortes de Aragón. Esa independencia que tenía Lérida se debe a que en ella estaba la única Universidad de la Corona de Aragón y, siendo ciudad universitaria, convenía que estuviera en las Cortes de Zaragoza y de Barcelona.
Es tan claro esto que hay que narrar, que los leridanos, ya en el siglo XIV, protestaron de que se les confundiera como catalanes, puesto que ellos no lo eran. Y está la famosa contestación de Pedro IV, "el del Punyalet", cuya carta hoy existente está fechada en 22 de mayo de 1337, y en la que el rey se dirije al municipio de Lérida y que declara que aunque Lérida estuviera en Cortes de Cataluña, les aseguraba que no pertenecían al condado de Barcelona.
Ramón Berenguer nunca fue rey de aragon . su hijo Alfonso II de Aragón fue el primer rey de aragon y conde de barcelona entre otros titulos.
Alfonso XIII de Borbón, (Madrid, 17 de mayo de 1886 – Roma, 28 de febrero de 1941), fue rey de España
ResponderEliminarsus descendientes oficiales:
* Alfonso, príncipe de Asturias
* Infante Jaime, duque de Segovia
* Infanta Beatriz
* Infanta María Cristina
* Infante Juan, conde de Barcelona
* Infante Gonzalo
Alfonso (Alfonso Pío Cristino Eduardo) (1907–1938), príncipe de Asturias nació hemofílico y renunció a sus derechos al trono en 1933, fue nombrado principe de asturias porque era el heredero.
Jaime (Jaime Leopoldo Isabelino Enrique) (1908–1975), infante de España, era sordo de nacimiento; renunció bajo presión paterna a sus derechos al trono en 1933, recibió el título duque de Segovia. Heredó de su padre los derechos dinásticos al trono de Francia (1941-1975) y fue conocido como Duque de Anjou para los monárquicos franceses.
Beatriz (Beatriz Isabel Federica Alfonsa Eugenia) (1909–2002), infanta de España; se convirtió en princesa de Civitella Cesi por su matrimonio con Alessandro Torlonia. Fue la abuela materna de Alessandro Lecquio.
María Cristina (María Cristina Teresa Alejandra) (1911–1996), infanta de España; contrajo matrimonio con Enrico Eugenio Antonio Marone Cinzano (conde Marone-Cinzano); con descendencia.
Juan (Juan Carlos Teresa Silvestre Alfonso) (1913–1993), infante de España y conde de Barcelona, pretendiente al trono desde la muerte de su padre en 1941 (teniendo en cuenta sendas renuncias dinásticas de sus hermanos mayores) hasta 1977, cuando cedió sus derechos a su hijo Juan Carlos (que era rey de España de forma efectiva desde 1975); don Juan contrajo matrimonio con la princesa María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias (1910-2000). Fueron padres de cuatro hijos: Juan Carlos, rey de España, y los infantes Pilar (nacida en 1936), Margarita (nacida en 1939) y Alfonso (1941-1956).
Gonzalo (Gonzalo Manuel María Bernardo) (1914–1934), infante de España, nacido hemofílico. Falleció sin descendencia.
como puedes observar en los titulos es como siempre el mayor es el heredero y se nombra principe el segundo es duque y el tercero conde .
no es una cuestion de soberania es orden dinastico.
un saludo.
La Constitución Española, en su título II, artículo 56, párrafo 2, designa el título de rey para Juan Carlos I
ResponderEliminarla titulacion del rey de españa es la siguiente
Rey de España, de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias (referido a Nápoles y Sicilia), de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Menorca, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales y de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano;
Archiduque de Austria;Duque de Borgoña, Brabante, Milán, Atenas y Neopatria; Conde de Habsburgo, Flandes, el Tirol, el Rosellón y Barcelona;
Señor de Vizcaya y Molina. etc
como puedes observar primero los reinos despues el archiduque a continuacion los ducados , despues los condados y por ultimo los señorios .
no cabe un conde-rey , es como un cabo-general o algo asi.
un saludo
El Imperio español fue el primer imperio global, porque por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes, las cuales, a diferencia de lo que ocurría en el Imperio romano o en el carolingio, no se comunicaban por tierra las unas con las otras.
ResponderEliminarDurante los siglos XVI y XVII, España llegó a ser la primera potencia mundial, en competencia directa primeramente con Portugal y, posteriormente, con Francia, Inglaterra y el Imperio otomano. Castilla, junto con Portugal estaba en la vanguardia de la exploración europea y de la apertura de rutas de comercio a través de los océanos (en el Atlántico entre España y las Indias, y en el Pacífico entre Asia Oriental y México, vía Filipinas).
Los conquistadores españoles descubrieron y dominaron vastos territorios pertenecientes a diferentes culturas en América y otros territorios de Asia, África y Oceanía. España, especialmente el reino de Castilla, se expandió, colonizando esos territorios y construyendo con ello el mayor imperio económico del mundo de entonces. Entre la incorporación del Imperio portugués en 1580 (perdido en 1640) y la pérdida de las colonias americanas en el siglo XIX, fue uno de los imperios más grandes por territorio, a pesar de haber sufrido bancarrotas y derrotas militares a partir de la segunda mitad del siglo XVII.
La política matrimonial de los reyes permitió su unión con la Corona de Aragón primero, y con Borgoña y, temporalmente, Austria después. Con esta política fueron adquiridos numerosos territorios en Europa, donde se convirtió en una de las principales potencias.
España dominaba los océanos gracias a su experimentada Armada, sus soldados eran los mejor entrenados y su infantería la más temida. El Imperio español tuvo su Edad de Oro entre el siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, tanto militar como culturalmente.
Entre los siglos XIII y XV, el conjunto de las posesiones del rey era designado con variados nombres como «Corona regni Aragonum» (Corona del reino de Aragón), «Corona Regum Aragoniae» (Corona de los Reyes de Aragón), «Corona Aragonum» (Corona de Aragón) o «Corona Regia», y Lalinde Abadía señala que no hay muchas más razones para hablar de «Corona de Aragón» que para hacerlo de la «Corona del Reino de Aragón» u otras denominaciones cuyo elemento común es ser el conjunto de tierras y gentes que estaban sometidas a la jurisdicción del Rey de Aragón.Otros nombres de fines del siglo XIII son «Corona Real», «Patrimonio Real» y excepcionalmente, y en el contexto del Privilegio de anexión de Mallorca a la Corona de Aragón, de 1286, aparece la expresión «regno, dominio et corona Aragonum et Catalonie», que Ferran Soldevila traduce como Corona d'Aragó i Catalunya ('Corona de Aragón y Cataluña'), si bien solo cinco años más tarde, en 1291, en la renovación de estos privilegios, ya se habla de «Reinos de Aragón, Valencia y condado de Barcelona». A partir del siglo XIV se simplificó a «Corona de Aragón», «Reinos de Aragón» o simplemente «Aragón».
ResponderEliminarPor otra parte, existe un sector de la historiografía que considera la estructura territorial de la Corona de Aragón equivalente a la de una confederación actual.Sin embargo, esta concepción es discutida pues aplica conceptos políticos actuales a estructuras políticas de la Edad Media. También es incorrecto, a pesar de los debates surgidos, referirse a la Corona de Aragón como corona catalano-aragonesa, puesto que esta denominación fue establecida en el siglo XIX y surge a partir de la renaixença, en obras como la monografía de Antonio de Bofarull y Broca,
De hecho la llamada batalla de Otumba no existió. El codice Ramirez asi lo consigna. Quienes estaban en los llanos de Otumba eran texcocanos aliados de Cortés, quienes le llevaban comida y socorro ante el alcance que le daban los mexicas. Este al no reconocerlos los atacó pareciendole un milagro que estos guerreros no le atacaran, llegando hasta un capitan que tenía una bandera a quien mató y se la tomó. Dandose cuenta de su error armó una versión diferente. Esto lo descubren algunos de sus soldados tiempo despues como un tal Ruy Díaz quien afirma que a quienes atacaron no eran enemigos sino aliados.
ResponderEliminarEsto se puede revisar en: En Epistolario de la Nueva España, recopilado por FRANCISCO DEL PASO Y TRONCOSO, Ed. Robledo, México 1939. Apud HINOJOSA RICARDO: Conquistadores, Pobladores, Exploradores y Colonizadores de Nueva España, Publigráficas S.A., México 1979, III, p. 71.
Y en Cod. Ramírez, no. 2, p. 145.
Siento discrepar en la informacion que aporta , usted indica una fuente que afirma que dicha batalla no existio , yo le indico bastantes mas que afirman que si existio.
ResponderEliminarAguilar, Francisco de (2003). «Relación breve de la conquista de la Nueva España». En Germán Vázquez Chamorro. La conquista de Tenochtitlan. Madrid: Editorial Dastin. pp. 149-198. ISBN 84-492-0367-8.
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La cuestión es que solo hay tres libros que la documentan el de Lopes de Gomara, las Cartas de Relación, y la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. El resto se basa en estos relatos y el lienzo de Tlaxcala para reconstruir la batalla y se han aceptado tradicionalmente como verdaderos. Sin embargo algunos elementos no concuerdan, la llanura de Temalcaltitlan en donde sucedió dicha batalla era parte de los dominios de Texcoco, señorío que había protegido la retirada de Cortés luego de la Noche Triste. Tampoco existía la costumbre de retirada de la batalla como en Europa ya que los que escapaban eran severamente castigados y despreciados. Y no resulta extraño que para obtener mayores beneficios de la corona, los mismos españoles hayan exagerado los logros y las hazañas realizadas.
ResponderEliminarUna historia de ficcion , eurocentrica y poniendo a los españoles como autenticos Stallone o Swcharzeneger , en otras partes menciona hasta 2 mil tlaxcaltecas aliados de España , pero aqui con tal de exaltar a los españoles solo dice 200 tlaxcaltecas ,la batalla pudo ser cierta, pero los historiadore españoles eran expertos en inflar las cifras diciendo 40000 , en otras partes hasta 200000 aztecas , algo ridiculo ,la conquista azteca ,militarmente fue hecha casi en su totalidad por mismos indigenas , en la batalla de Tenochtitlan los españoles solo constituian el 5% dek ejercito conquistador y aun asi en esa batalla solo se nombran los españoles hiciero esto y otro etc. , los españoles su aportacion fue mas bien estrategica y de liderazgo que obvio fue determinante
ResponderEliminarEl relato de la batalla de Otumba sólo existe en las cartas de relación de Cortés al emperador. En ellas narra de manera fantasiosa, describe que se les apareció Santiago y su caballo y cargaron contra el enemigo. Sabiendo de la religiosidad del emperador.
ResponderEliminarCreo que fue mas un cuento para apaciguar al emperador, legitimarze y pedir refuerzos.
Ningún códice incluye la batalla, y en el único que menciona el suceso habla de que Cortés confundió en Otumba a un contingente de aliados Texcocanos que venían en su auxilio con un ejército Azteca. Lo mas probable es que lo demás lo inventó.
El primer western de la historia.