1903: El Congreso aprueba la Ley de Descanso Dominical

El 12 de diciembre de 1903 el Congreso de los Diputados aprobaba la Ley de Descanso Dominical, promulgada el 3 de marzo del año siguiente y que no entraría en vigor hasta el mes de septiembre. Fue ésta una ley curiosa, pues recuperaba un precepto religioso abolido durante la etapa liberal y a la vez era apoyada por los partidos obreros, los más anticlericales. Fue Antonio Maura, a la sazón presidente del Gobierno, quien impulsó esta ley de carácter obrero con la sana intención de «efectuar la revolución desde arriba para evitar que otros la hagan desde abajo».

Se trató de una de las primeras iniciativas legislativas de Europa que se inmiscuían en el terreno del derecho laboral, y ello a pesar del relativo atraso de nuestra industria. La ley contó con algunas excepciones, bien por su carácter específico, como las corridas de toros, o bien por cuestiones de interés público. Se introdujo también una excepción vinculada a la urgencia o al carácter perentorio del trabajo, que se convirtió en el principal «coladero» para los empresarios opuestos a la ley, por lo que la Administración tuvo que estudiar caso a caso y elaborar una lista de actividades exentas. En cualquier caso fue notable el número de incumplimientos de esta ley, como también lo fue la falta de seguimiento por parte de la Administración y su nula capacidad coercitiva.

Lo cierto es que a comienzos del siglo xx el español estaba habituado a trabajar los siete días de la semana y a menudo con jornadas superiores a las doce horas, por lo que su vida familiar, aunque limitada, era apacible. 

Lo curioso es que la Ley del Descanso Dominical, en muchos casos, vino a quebrar esa concordia. A principios del siglo xx no existía en España nada parecido a una cultura del ocio. Los viajes eran largos y pesados, no había televisión, y el teatro, la ópera y demás espectáculos estaban reservados a los bolsillos pudientes. De modo que el abnegado jornalero, habituado a la fatiga y a la distracción constante, se encontraba de pronto con un inabarcable día por delante. Y así, el trabajador «liberado» se encontró con el tedio. Y como no había forma de entretener el domingo, además de la plaza de toros, sin nada mejor que hacer, se refugió en la taberna.

 lo que empezó siendo una de las primeras metas de los trabajadores, acabó siendo la sepultura económica de muchas familias ya que estos acaban lapidando su sueldo en chatos de vino y cañas de cerveza, y la precaria economía se juntaba con hombres embriagados en sus casas. Y en estos términos se refería un ama de casa al periódico El Imparcial contestando a un periodista:
Mi marido es oficial de panadería y trabajo por su turno desde las siete de la tarde hasta las nueve de la mañana del día siguiente,
claro que durante la noche tenía dos horas de descanso para comer y fumar; y cuando llegaba a casa, descansaba de sus fatigas,
saliendo por la tarde hacia su trabajo bien, atendido bien por mí y por mis hijos. No negaré a usted que siendo un oficio
tan penoso, mi marido se bebía durante la noche, una botella de vino, pero fuera de su trabajo siempre estaba con nosotros y
el domingo lo pasábamos juntos haciendo algún extraordinario.
Como ahora mi marido no trabaja los domingos, sale a las doce de la noche del sábado de la panadería, se reúne con sus amigos
desde bien temprano y ya no le vemos por todo el día, gastándose lo que nos hace falta para vivir. Esto es lo que me ha traído a
esta casa, llena de paz y gloria, la ley del descanso dominical.
El partido socialista intentó, viendo el problema que estaba generando la intoxicación por vino y otros espirituosos, a través del congreso que se prohibiera la apertura de las tabernas e incluso que se suspendieran las corridas de toros.

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4 comentarios:

  1. si esto no es de chile !!!!!!!??????
    ademas que malo mentir porque esto paso en 1907 en chile...

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    1. Deberias leer primero antes de opinar , Este articulo habla de ESPAÑA.

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