-100 a.C: Julio Cesar , El divino

Cayo Julio César nació en Roma en el año 100 a.C, en el seno de una familia patricia que pretendía estar emparentada nada menos que con la diosa Venus. Semejante circunstancia no dejaba de resultar peculiar en la medida en que los parientes de César pertenecían al partido de los populares que deseaba ampliar los derechos de los plebeyos.

El tío de Julio fue nada menos que el general Mario, gran reformador del Ejército y adversario de Sila en una de las guerras civiles que caracterizaron las últimas décadas de la república en Roma. Por si fuera poco, César contrajo matrimonio con Camelia, hija de Cinna, otro popular.

La guerra civil concluyó con la derrota de los populares, y Sila, convertido en dictador, ordenó a César que se divorciara.El joven patricio desobedeció la orden y se vio obligado a abandonar la capital hasta el 78 a.C, cuando Sila había dejado el poder.

Los siguientes años los dedicó César a formarse en materias como la oratoria "que estudió en Rodas" y a iniciar su carrera política.

En el 69 a.C.fue elegido cuestor y cuatro años después edil, cargo en el que se granjeó una enorme popularidad con la celebración de festejos públicos. Los gastos de esas actividades no corrían a diferencia de lo que sucede ahora" a costa del presupuesto público, sino que eran sufragados por particulares y César se vio obligado a pedir dinero prestado a Craso, un acaudalado patricio. De esta relación surgió una amistad a la que se vio asociado Pompeyo, un prestigioso general que, como Craso, había sido consul.

En el 60 a.C., tras regresar de Hispania, donde había sido gobernador, César formó con ellos el denominado Primer Triunviratu, una alianza que debería pemitirles dominar Roma.

Toda la Galia sometida
Resultados directos de esto fueron el matrimonio de ponpeyo con Julia, una hija de cesar y la elección de éste como consul en el 59 a.C. y al año siguiente como gobernador de la Galia.
En teoría, el puesto de César no tenía una especial relevancia, ya que la Galia sometida a Roma era un territorio pequeño y tranquilo.Sin embargo, durante los siete años siguientes César se apoderó del resto de las Galias -lo que incluía no sólo la actual Francia sino también Bélgica y Suiza-, penetró en Germania y desembarcó en Britannia. Conocedor de la importancia de la propaganda, César supo dar especial relieve a sus conquistas a través de sus Comentarios sobre la guerra de las Galias, escritos con un estilo extraordinariamente preciso y elegante.

La muerte de Julia en el 54 a.C. y la de Craso al año siguiente en el curso de una expedición contra los partos precipitaron el final del Triunvirato.

Junto con Pompeyo -izquierda- y Craso -arriba, sofocando la revuelta de esclavos-, Julio César formó un Triunvirato que gobernó Roma entre e año 60 y el 53 a. de C. La alianza se rompió con la muerte de Craso y las rencillas entre Pompeyo y césar, que provocaron una guerra civil.
 
En el 52 a.c. la vieja oligarquía republicana eligió cónsul a Pompeyo y decidió destituir a César con la intención de evitar el triunfo del partido de los populares.César sugirió que tanto él como Pompeyo abandonaran el poder, pero el Senado respondió exigiéndole que disolviera su ejército si no deseaba ser considerado enemigo público. Los tribunos de la plebe -aliados de César- vetaron la resolución, pero el Senado los expulsó y decidió continuar con sus propósitos.


Cesar cruzando el rubicon
La respuesta de César fue cruzar el Rubicón en el 49 a. de C., con lo que dio inicio a la guerra civil.

Aunque las fuerzas de Pompeyo eran muy superiores numéricamente, éste decidió marchar a Grecia para reordenar la contraofensiva. César aprovechó la circunstancia para aniquilar a los pompeyanos en Italia e Hispania en tres meses y luego medirse con su rival en Farsalia, Grecia. La batalla, una de las más decisivas de la historia universal, fue desfavorable a Pompeyo, que huyó a Egipto, cuyo último rey, Ptolomeo Auletes, había sido amigo suyo. Sin embargo, el hijo de Ptolomeo consideró más prudente asesinar a Pompeyo para complacer a César.


La lucha por Roma se libró en Egipto La victoria de César en la batalla de Farsalia, que puso fin a la guerra civil, llevó a Pompeyo a huir a Egipto (abajo), donde fue asesinado por el rey Ptolomeo.

Fue un grave error. Aquella villanía convenció a cesar de lo poco recomendable que era el nuevo Ptolomeo como aliado y le llevó a apoyar a su hermana Cleopatra. En el curso de la guerra de Alejandría, César convertiría a la joven egipcia en su amante y a Egipto, en protectorado romano .

llegar, ver y vencer
En el 47 a.C, César derrotó a Farnaces, rey del Ponto, en una campaña relámpago que dio origen a su famosa frase Veni, vidi, vici ("llegué, vi, vencí") y regresó a Roma. 

A esas alturas era obvio el triunfo del partido de los populares y el final del dominio patricio, si bien éste no se vio acompañado de represalias políticas ni ejecuciones. César había acumulado ciertamente un enorme poder personal-dictador perpetuo, sumo pontífice, imperator ... , pero lo utilizó con una gran moderación. Por añadidura, llevó a cabo un amplio programa reformista que incluyó la eliminación del sistema impositivo vigente, la reforma del calendario y la ampliación de la ciudadanía. Como ha escrito el historiador británico Ronald Syme, estaba llevando a cabo una verdadera revolución que implicaba el final de la vieja clase política de la República y, lógicamente, ésta reaccionó. 


El 15 de marzo de 44 a.C., un grupo de notables, inquietos por la política retormista de Julio césar lo asesinaron a puñuadas en el Senado En cabeza de la conspiración estaba el general Cayo Casio y Marco Junio Bruto, hijo adoptivo del propio César.
Durante los idus de marzo del 44 a.c., varios senadores, entre ellos Casio y Marco Bruto -quizá hijo bastardo de César-, lo asesinaron a puñaladas al entrar en el Senado. Totalmente distante de los dictadores del siglo XX, César no llevaba guardaespaldas y ni siquiera iba armado.

Su muerte no significó, sin embargo, el final de su obra. En realidad, la República estaba herida de muerte y el paso hacia el poder personal era irreversible. Sería su sobrino Augusto el encargado de convertirlo en una realidad que duraría siglos.


Un genio total
La figura de Cayo Julio César fue considerada durante siglos como un paradigma de las vírtudes viriles. A su extraordinario genio militar se sumaba una habilidad política nada común, un poder oratorio inmensamente persuasivo y una capacidad literaria envidiable. Sin embargo, lo que llamó especialmente la atención de generación tras generación fue el cúmulo de cualidades personales que lo caracterizaban. César era capaz de tomar decisiones acertadas con enorme rapidez, de pasarse noches enteras sin dormir, de someterse a una ímpresionante frugalidad y, a la vez, de citar de memoria a los clásicos, escribir mientras iba montado a caballo y seducir a las más diversas mujeres .

Que todo aquello -y mucho más- surgiera de un personaje que había sido enclenque y enfermizo en su niñez resulta aún más sorprendente y explica por qué Cervantes pudo considerarlo paradigma del militar; Shakespeare, convertirlo en héroe de una de sus tragedias; Napoleón, adoptarlo como modelo, y Dante, no atreverse a condenarlo al infierno. Ni siquiera la Revolución francesa cuestionó su figura, considerando que había sido un impulsor del cambio social. 

La crítica contra César tendría que esperar al marxismo -¿cómo tolerar semejante individualidad en una visión colectiva de la Historia?- y se agudizó al identificarlo con dictaduras como la de Mussolini. Semejante anacronismo distaba mucho de hacer justicia a una de las figuras más fascinantes de la Historia.


César dictando sus Comentarios de la guerra de las Galias.















Autor Cesar Vidal

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