Faltaban quince minutos para las diez de la mañana de aquel 13 de mayo del año 2000, cuando Juan Pablo II entró en la explanada de las apariciones.
Unos 600.000 fieles seguían atentamente sus movimientos. Esperaban pacientemente a que comenzase la ceremonia de beatificación de Jacinta y Francisco Marta, dos de los tres niños-videntes de Fátima, quienes el 13 de mayo de 1917 vieron por primera vez a la Virgen. Durante el transcurso de las más famosas apariciones marianas de todos los tiempos, los niños recibieron tres secretos, o mejor dicho, un secreto dividido en tres partes, la última de las cuáles permanecía hasta ese momento bajo el sello de confidencial.
Juan Pablo II leyó una homilía ante Lucia dos Santos, la única superviviente de los tres niños-videntes, que tras las apariciones se hizo monja de clausura. Las palabras del Papa no dejaron traslucir ninguna pista sobre la tan esperada «desclasificación», pero una hora más tarde, cuando ya prácticamente nadie se lo Esperaba, saltó la sorpresa. Ángel Sodano, el número dos del Vaticano, tomó la palabra y dio a conocer a grandes rasgos el contenido del secreto y la interpretación que de él hacia la Iglesia. En suma, haría referencia a la lucha de los cristianos contra los sistemas ateos y al intento de asesinato de Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981 en la romana plaza de San Pedro a manos del terrorista turco Ali Agca, según la teoria más extendida el brazo ejecutor de un plan urdido por el KGB para acabar con un Papa radicalmente anticomunista.
Estas son las palabras textuales pronunciadas por Sodano aquel 13 de mayo de 2000:
«Al concluir esta solemne celebración, siento el deber de presentar a nuestro amado Santo Padre Juan Pablo lI la felicitación más cordial en nombre de todos los presentes, por su próximo 80 cumpleaños, agradeciéndole su valioso ministerio pastoral a favor de toda la Santa Iglesia de Dios. En la solemne circunstancia de su venida a Fátima, el Sumo Pontífice me ha encargado daros un anuncio. Como es sabido, el objetivo de su venida a Fátima ha sido la beatificación de los dos Pastorcillos.Sin embargo,quiere atribuir también a esta peregrinación suya el valor de un renovado gesto de gratitud hacia la Virgen por la protección que le ha dispensado durante estos años de pontificado.
Es una protección que parece que guarde relación también con la llamada tercera parte del secreto de Fátima. Este texto es una visión profética comparable a la de la Sagrada Escritura, que no describe con sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros,sino que sintetiza y condensa sobre un mismo fondo hechos que se prolongan en el tiempo en una sucesión y con una duración no precisadas. Por tanto, la lectura del texto ha de ser simbólica. La visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de los testigos de la fe del último siglo del segundo milenio.
Es un interminable Via Crucis dirigido por los Papas del siglo XX Según la interpretación de los pastorcillos, interpretación confirmada recientemente por sor Lucía, el obispo vestido de blanco que ora por todos los fieles es el Papa. También él, caminando con fatiga hacia la cruz entre los cadáveres de los martirizados (obispos sacerdotes, religiosos, religiosas y numerosos laicos), cae a tierra como muerto, bajo los disparos de un arma de fuego. Después del atentado del 13 de mayo de 1981, a Su Santidad le pareció claro que había sido una mano maternal quien guió la trayectoria de la bala, permitiendo al Papa agonizante que se detuviera a las puertas de la muerte.
Con ocasión de una visita a Roma del entonces Obispo de Leiria-Fátima, el Papa decidió entregarle la bala, que quedó en el jeep después del atentado, para que se custodie en el santuario La misma fue engarzada en la corona de la imagen de la Virgen de Fátima. Los acontecimientos de 1989 han llevado, tanto en la Unión Soviética como en los numerosos países del Este, a la caída del régimen comunista que propugnaba el ateísmo. También por esto el Sumo Pontífice le esta agradecido a la Virgen. (.. .) Para permitir que los fieles reciban mejor el mensaje de la Virgen de Fátima,el Papa ha confiado a la Congregación para la Doctrina de la Fe la tarea de hacer pública la tercera parte del secreto, tras haber preparado un oportuno comentario.
Agradecemos a la Virgen de Fátima su protección. A su materna intercesión confiamos la Iglesia del Tercer Milenio. Subtuum praesidium confugimus, Sonto Dei Genetrix. Intercede pro Ecclesio Dei. Intercede pro Soncto Potre lohonne Poolo 11.Amen».
EL TERCER SECRETO Y EL COMUNISMO
Tal como había prometido Soda no, no hubo que esperar demasiado para que la Iglesia diese a conocer el texto íntegro del tercer secreto. Escrito por Lucia dos Santos en 1944, leemos:
«Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio del Señor Obispo de Leiría y de la Santísima Madre vuestra y mía. Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más en lo alto, a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la Tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: 'iPenitencia, Penitencia, Penitencia!' Y vimos en una inmensa luz que es Dios, algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él, a un obispo vestido de blanco, hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre.También otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir a una escabrosa montaña, en cuya cima había una gran Cruz de troncos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad en medio de ruinas y medio tembloroso, con andar vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que se encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros y flechas, y asimismo fueron muriendo unos tras otros los obispos,sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, caballeros y señoras de varias clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles,cada uno con una jarra de cristal en la mano,en las cuales se recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios.Tuy, 3-1-1944».
Que duda cabe que la interpretación del secreto reconocida por la Iglesia es, por decirlo de alguna manera, un tanto libre. Lucía se negó durante 27 años a escribir la tercera parte del secreto. Argumentaba que no tenía todavía el permiso de los cielos.
Finalmente lo hizo en 1944 El secreto fue entregado al obispo de Leiría en un sobre cerrado en el que Lucía escribió que sólo podría ser abierto después de 1960 por dicho obispo o por el patriarca de Lisboa.
Lo cierto es que como afirmó Sodano, Juan Pablo II, que siempre profesó una gran veneración por la Virgen, estaba completamente convencido de que la Señora había evitado su muerte en el atentado de la plaza de San Pedro. A principios de 1982, algunos meses después de su recuperación, pidió leer el tercer secreto y su convencimiento aumentó. Él era el obispo vestido de blanco y no fue otra que la Virgen de Fátima la que lo protegió con el fin de que pudiese llevar a cabo su gran misión: acabar con el poder comunista, encarnado principalmente por la Unión Soviética.
El 28 de mayo de 1985, durante el juicio celebrado contra Mehmed Ali Agca por el intento de asesinato de Juan Pablo II, el terrorista turco afirmó ser un peón de la Providencia: «En aquel instante, el vehículo del Papa hizo un giro y me quedé de espaldas a él. Jamás podría disparar contra un hombre que me da la espalda y me dije:'déjalo, no tienes nada contra él: y me alejé. Había recorrido 40 ó 50 metros cuando volvía la cabeza. El Papa había regresado hacia dónde estaba y venía hacia mí. En aquel momento sucedió algo que no puede explicarse:disparé como un autómata. Había algo inexplicable en todo aquello; era un proyecto de la Providencia». En el juicio,Agca continuó realizando declaraciones en el mismo sentido: «iMeditad! El Papa en persona llegó a mi celda y me ha dado el tercer secreto de Fátima, del que fui un instrumento. Caerán las naciones y América y Rusia desaparecerán».
Efectivamente, en 1983 el Papa visitó a Agca en su celda. Nada trascendió sobre lo que hablaron los dos hombres, sin embargo las imágenes hablan por si solas sobre la trascendencia del encuentro para Juan Pablo II. Por momentos, el Sumo Pontífice parecía quedarse pensativo, para más tarde mostrar en su rostro una honda preocupación.
Exactamente un año después del atentado, el 13 de mayo de 1982,Juan Pablo II viajó a Fátima para agradecerle a la Virgen su protección. En la homilía de ese día afirmó:
«Vengo aquí hoy, porque precisamente este día del año pasado, en la plaza de San Pedro en Roma, sucedió el atentado contra la vida del Papa, coincidiendo misteriosamente con el aniversario de la primera aparición de Fátima, que tuvo lugar el 13 de mayo de 1917. Estas fechas se han cruzado entre sí de tal modo que me ha parecido reconocer en ello una llamada especial para venir aquí. Por ello hoy estoy aquí. He venido a dar gracias a la Divina Providencia en este lugar que la Madre de Dios parece haber escogido de modo particular».
Para algunos autores la coincidencia de la fecha del atentado con la de la primera aparición de la Virgen en Fátima es más que una simple casualidad. El objetivo del atentado sería a la vez personal y simbólico. Por un lado se pretendía eliminar a Juan Pablo II, la mayor amenaza para el comunismo en ese momento, y por otro acabar con el mensaje anticomunista instrumentalizado a través del apostolado de la Virgen. Hay quien piensa, como el criminólogo italiano y miembro de los servicios secretos de ese país Francesco Bruno, que el atentado no tenía el fin de matar al Papa, sino herirle de gravedad como advertencia. Sea como fuere, desde entonces el Papa comenzó a colaborar más estrechamente con la CIA, a la vez que ponía toda su capacidad y esfuerzo al servicio de la lucha anticomunista.
Como veremos más adelante, una de las partes del segundo secreto de Fátima se refiere a la petición de la mismísima Virgen de la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. Si esto se llevara a cabo por el Santo Padre, promete la Virgen, Rusia se convertiría y llegaría al mundo un tiempo de paz. Ningún Papa se había atrevido antes a consagrar a Rusia, todo lo más algunas veces se hizo un llamamiento a la consagración mundial, pero sin citar expresamente a la Unión Soviética.Y es que las repercusiones diplomáticas podrían haber sido espectaculares. A Juan Pablo II se le pasó por la cabeza hacerlo durante su visita a Fátima en 1982, pero sus consejeros lo convencieron para que desistiese. Entonces la URSS estaba presidida por Yuri Andropov, quien en el momento del atentado de 1981 ocupaba el cargo de director del KGB. Hoy en día sabemos que en esa época el peligro de una guerra nuclear entre las dos superpotencias era enorme, por lo que un acto como el que pretendía llevar a cabo el Papa podría ser interpretado por la URSS como una afrenta y una provocación. Inmediatamente después tendría lugar una guerra diplomática de consecuencias desconocidas. En otras palabras, no estaba el horno para bollos, y los consejeros del Papa, parece que influenciados por la ClA, decidieron que lo mejor era no tensar más la cuerda. Sin embargo, venciendo toda oposición, en 1984 Juan Pablo II volvió a llevar a cabo una consagración al Inmaculado Corazón de María, haciendo una mención especial a Europa del Este, cumpliendo así la petición formulada por la Virgen a los tres niños de Fátima.
Tan solo unos días antes de viajar a Fátima para la beatificación de los pastorcillos, el Papa elevaba a los altares a una mística polaca llamada María Faustina Kowalska,que afirmaba haber protagonizado varios encuentros con la Virgen. Fue el propio Juan Pablo II quien inició en 1968 su proceso de beatificación cuando ocupaba el cargo de arzobispo de Cracovia (Polonia). Probablemente, esta exagerada devoción por la figura de la Virgen, por quien se sentía protegido, fue la causa del proceso de beatificación de Francisco y Jacinta. Un proceso, todo hay que decirlo, de una rapidez inusitada teniendo en cuenta a la velocidad con la que habitualmente se mueven los asuntos de la Iglesia.
LA CONVERSiÓN DE LA URSS
En octubre de 1917, tras la ya famosa danza del Sol, las apariciones de Fátima pasaron a mejor vida.Jacinta y Francisco fallecieron en 1919 y 1920 respectivamente. Lucia se hizo monja de clausura y así continuó hasta su muerte en 2005. Las dos primeras partes del secreto las transcribió en 1941 y la Iglesia no tuvo reparos en darlas a conocer.
La primera parte se refiere a la visión del infierno que presenciaron los tres pastorcillos.
La segunda, en teoría, predice el fin de la I Guerra Mundial (1914-1918) y la revolución bolchevique en Rusia y su adhesión al comunismo. Hay que tener en cuenta que supuestamente los niños recibieron la revelación de las tres partes del secreto el 13 de julio de 1917, cuando todavía faltaban unos meses para que los revolucionarios acabaran con el imperio zarista. Sin embargo, debemos poner más que en duda el carácter profético de esta segunda parte, porque como comentamos anteriormente, Lucia la escribió en 1941.
Por otro lado, la petición de la Virgen sobre la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón se convirtió con el paso del tiempo en una poderosa arma anticomunista, utilizada sobre todo por el actual Papa Veamos, pues,cual es esta segunda parte del secreto:
«Cuando veáis una noche, iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a hacer pagar al mundo sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirlo vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados. Si atienden a mis peticiones, Rusia se convertirá y tendrá paz; sino esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia; los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas, por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo padre me consagrará a Rusia,que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz».
Desde 1929 Lucia inicia una fructífera correspondencia con su confesor, el Padre José Bernardo Gonzalves. En sus escritos, la monja confiesa que el mismísimo Dios le pide insistentemente la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. En 1941, Gonzalves visita a Lucia, quien le transmite el contenido de unos manuscritos redactados por ella en 1936, en los que se describen varios encuentros entre la única vidente de Fátima con vida y Jesús. El Hijo de Dios, de nuevo, vuelve a solicitar la Consagración de la Rusia pecadora. Más tarde, Lucia escribiría varias cartas a Pío XII rogándole que llevase a cabo la Consagración de Rusia, pero el Pontífice se limitó a extender la consagración al mundo entero, sin entrar en más concreciones.
La actitud de a Iglesia ante los países comunistas cambió radicalmente tras la subida al trono de San Pedro de Carol Wojtyla, un cardenal polaco que había sufrido en carne propia la represión del nazismo y del comunismo. Poco después de que el16 de octubre de 1978 surgiera la fumata blanca y el cardenal Felici anunciase el «habemus Papam... cardinale Karolum Wojtyla», se cuenta que el secretario general del Partido Comunista Italiano (PCI) dijo: «Es lo peor que nos podía pasar"». Y no se equivocaba. Para el renombrado historiador Timothy Garton «Juan Pablo II ha sido el mayor factor contribuyente a la liquidación del orden de Yalta,a la superación de la división de Europa».
Juan Pablo II se convirtió en el principal aliado de Washington en su política hacia Polonia y Moscú, y además condenó con gran dureza el nuevo movimiento que había surgido en el seno de la Iglesia en América Latina. Nos referimos a la Teología de la Liberación. El Papa, con el inestimable apoyo de la ClA, protegió, amparó e incluso financió al sindicato polaco de inspiración católica Solidaridad,dirigido por Lech Walesa. En realidad,el único sindicato libre del pacto de Varsovia.
Las continuas alusiones a la protección de la Virgen sobre los polacos ponía de los nervios a los líderes del gobierno comunista,quienes esperaban tras cada declaración del Papa alusiva a Polonia la respuesta de los militantes y simpatizantes del sindicato católico. El apoyo incondicional del Papa a Solidaridad supuso el principio del fin del sistema comunista en Polonia, y por ende la caída del «Telón de Acero». Slavenka Draculovic, la conocida escritora croata que cubrió como periodista los viajes de Juan Pablo II al Este, aseguró: «El Papa no sólo tuvo muchas pelotas, como dirían los italianos. Fue capaz de devolver un lenguaje a los polacos y éstos le entendieron. Su primera visita a Polonia es para mí la confirmación emblemática del hundimiento del comunismo». Juan Pablo II sabía bien donde atacaba, no en vano Polonia era la nación más débil de la Europa comunista.
La CIA aconsejó e informó al Papa sobre la forma en qué debía actuar con respecto a Polonia, su nación de origen. Las estrechas relaciones entre la agencia de espionaje y el Papa datan ya de noviembre de 1978,cuando Juan Pablo II no llevaba todavía un mes en el cargo. En una audiencia rodeada de gran secretismo, el Pontífice recibió al jefe de la estación de la CIA en Roma. El agente trató de convencerlo sobre lo beneficioso que sería para ambas partes una colaboración. La CIA estaba dispuesta a informar directamente al Papa sobre la política soviética en Centroeuropa, principalmente en Polonia, haciendo un énfasis concreto en los problemas que más preocupaban a la Iglesia, además de proporcionar información puntual sobre cualquier parte del planeta que interesase al Vaticano.Tras múltiples consultas a importantes miembros de la curia,Juan Pablo II decidió aceptar los ofrecimientos de la «agencia». Un mes más tarde,el Sumo Pontífice volvió a encontrarse con el jefe de la estación de la CIA en Roma, por cierto, un católico practicante. Al enterarse, el Papa lo invitó a asistir a la misa de Navidad en su capilla privada.
Las excelentes relaciones entre la CIA y el Vaticano sufrieron un duro revés tras el intento de asesinato del Papa en 1981. Al parecer, la policía italiana recibió una información procedente del Mossad, el servicio secreto israelí, que mencionaba la estancia en la ciudad italiana de Perugia de un peligroso comando terrorista, formado entre otros por Mehmed Ali Agca. Lo que realmente enfadó a la alta Curia del Vaticano no era que la policía italiana no le otorgase la importancia debida a la información facilitada por el Mossad, sino que la CIA no hubiera informado al Papa ni a ningún otro alto cargo del Vaticano sobre el espinoso asunto.
Y es que en el intrincado mundo del espionaje internacional existe una máxima no escrita que dice que cualquier información que maneje el Mossad, enseguida es conocida por la CIA. Sin embargo, cuando Juan Pablo II se repuso completamente del atentado volvió a retomar sus contactos con la CIA. De este modo,el Papa se enteró con una semana de antelación que el sindicato Solidaridad iba a ser prohibido y su líder, Lech Walesa, encarcelado; o que el presidente de la URSS Brezhnev había fallecido y su lugar sería ocupado por Yuri Andropov.
Lech Walesa eligió el nombre de su movimiento después de leer la encíclica Redemptor Hominis, en la que se hacía un llamamiento a la «acción conjunta». En julio de 1979 Juan Pablo II envió un mensaje secreto a Walesa en el que aprobaba la elección del nombre de Solidaridad. Desde ese momento las relaciones entre el cabeza de la Iglesia y el líder sindical se estrecharon enormemente. El Papa llamaba por teléfono a Walesa a cualquier hora del día o de la noche. Las conversaciones eran cortas y los interlocutores rara vez hacían mención a temas concretos. Ambos daban por hecho que el teléfono de Walesa estaba intervenido. El Papa con estas llamadas no buscaba información, ya tenía otras fuentes, sino demostrarle a Walesa que contaba con un poderoso aliado en su lucha.
El 11 de junio de 1980 el Papa envió un mensaje al líder de Solidaridad mediante un correo diplomático. En dicho mensaje Juan Pablo II recomendaba llevar a cabo una política de moderación. La respuesta de Walesa inquietó un tanto a la curia vaticana.
Prometía actuar con cautela, pero, argumentaba, no podía detener el ritmo de los acontecimientos. El 9 de julio Juan Pablo II recibió un informe en el que se precisaba que Walesa amenazaba al gobierno comunista polaco con una huelga general si no se atendían las peticiones de Solidaridad. A principios de agosto otra información de muy buenas fuentes llegó al Vaticano. Los soviéticos se habían puesto muy nerviosos por la afrenta lanzada por Solidaridad y planeaban ordenar al gobierno polaco que iniciase una purga contra los dirigentes del sindicato. Si la población se revelaba, se declararía la ley marcial, y si la resistencia era importante los soviéticos estaban dispuestos a mandar al Ejército Rojo.
Durante varios días el Papa consultó con sus consejeros y meditó profundamente qué actitud tomar ante el cariz de los acontecimientos Un día de aquella primera semana de agosto escribió probablemente la carta más desestabilizadora que jamás hubiera firmado ningún Papa. En su escrito, que el Sumo Pontífice envió directamente al líder de la URSS, Leonidas Breznev, prometía que si la Unión Soviética invadía Polonia, él renunciaría al trono de San Pedro y regresaría a Polonia a luchar con sus compatriotas. Gracias a esta carta, y tras semanas de gestiones diplomáticas al más alto nivel, se firmó un acuerdo entre Solidaridad y el gobierno polaco, lo que desactivó la peligrosa crisis que amenazaba al país. Sin embargo, Breznev no podía olvidar que el Papa se había convertido en el gran enemigo de los regímenes comunistas.
En su segundo viaje a Polonia en el año 1982, el Papa lanzó un incendiario discurso contra el régimen polaco en la capital del país. Sus constantes alusiones a la solidaridad entre las personas y sus nada disimuladas críticas al régimen, acompañadas de constantes citas de las Escrituras, aumentaron considerablemente la sensación de poder de Lech Walesa y sus seguidores. Más tarde, en el santuario de la Virgen Negra de la localidad polaca de Czestochowa,el Papa dijo una misa para más de un millón de personas y después entregó a unos monjes de un monasterio cercano el fajín que llevaba cuando fue alcanzado por los disparos de Ali Agca.Todavía eran visibles los agujeros de bala y las manchas de sangre. Para algunos de los sacerdotes presentes, en realidad no habían asistido sólo a una misa oficiada por el Papa, sino a una lucha directa entre el comunismo y el marianismo, en la que al final había triunfado el culto a María.
Sin duda, el incidente más grave ocurrido en este viaje se produjo en el hipódromo de Wroclaw. Después de que Juan Pablo II dijese una misa al aire libre, miles de manifestantes se enfrentaron a la policía enarbolando.la bandera de Solidaridad. Al final, los antidisturbios terminaron con la revuelta.
En ese mismo viaje tuvo lugar un hecho sin precedentes: un encuentro personal entre el Papa y Lech Walesa. Como no podía ser de otro modo, los dos hombres se vieron en una ermita cercana a Cracovia. Mientras la mujer de Walesa y sus cuatro hijos mayores permanecían cerca de la ermita,Juan Pablo II y el líder de Solidaridad se alejaron para hablar en privado, ante la atenta mirada de policías y miembros del servicio secreto polaco. Las relaciones entre Juan Pablo II y Walesa, tras este encuentro, continuaron siendo igual de fluidas. Gracias al apoyo público que el Papa demostró en todo momento a Solidaridad, Walesa obtuvo un importante reconocimiento internacional que le valió la concesión del premio Nobel de la Paz.
Tras la caída del régimen comunista polaco, Lech Walesa llegaría a convertirse en el máximo mandatario del país.
EL ATENTADO CONTRA JUAN PABLO II
Según la teoría más extendida, el KGB se encontraría detrás del intento de asesinato de Juan Pablo II.Ali Agca,el ejecutor, miembro del grupo terrorista turco Los Lobos Grises, en 1977 conoció en un campo de entrenamiento libanés a Teslin Tore, agente del KGB.
Dos años después se volverían a encontrar yTore convenció al terrorista turco de que era necesario acabar con el Papa, pero que los Lobos carecían de la preparación adecuada para llevar a cabo la operación.
Meses después, Agca, siempre a través de Tore, se relacionó con Omar Mersan y Maurizi Felini. El primero era un contrabandista turco con sede en Munich y con muy buenas relaciones con el servicio secreto búlgaro. El segundo, un importante agente del KGB que mantenía unos excelentes contactos con el mundo de la extrema izquierda italiana.
En el último encuentro, el agente del KGB le anunció a Agca que debía viajar hasta Libia para formarse en un campo de entrenamiento para terroristas. A mediados de abril de 1981 ,el MIT, el servicio de inteligencia turco, es advertido por uno de sus informadores en la comunidad turca de Italia de que Ali Agca se encontraba en el país transalpino en compañía de otros dos hombres que, por sus descripciones, bien podrían ser Tore y Felini. Poco después, un agente del Mossad también detectó los movimientos de Agca en Italia. Según este agente, el terrorista fue visto junto a Aluzer Ugurlu, uno de los mafiosos más importantes de la zona de los Balcanes, quien colaboraba habitualmente con el servicio secreto búlgaro.
La mañana del 13 de mayo de 1981, Felini le entregó a Agca dos millones de liras para sus gastos en Roma y le prometió que si lograba cumplir su misión recibiría dos millones de marcos, una nueva identidad y asilo político en Bulgaria. Las últimas instrucciones de Felini eran que Agca recogiera un paquete en la consigna de la estación de Milán. El paquete contenía una pistola Browning de 9 mm. semiautomática. El resto ya es historia,el terrorista turco alcanza al Sumo Pontífice en tres ocasiones, pero finalmente es apresado. El Papa es llevado rápidamente al Hospital Gemelli. De sus labios sólo brota una palabra, que repite constantemente: «Madonna, Madonna, Madonna.. .».
Sin embargo, lo cierto es que nunca se aclarará por completo qué «poderes» se encontraban detrás del atentado. De hecho ni siquiera la versión anterior está completamente demostrada.
Periodistas de la talla de David Yallop, autor de un reciente libro sobre la figura de Juan Pablo II, opinan que la pretendida vinculación de Agca con los servicios secretos comunistas fue una falsedad urdida por la ClA para desacreditar a sus enemigos. Llama la atención, sin duda, que años después del intento de asesinato contra el Pontífice se descubriera que Los Lobos Grises, cuya ideología era de extrema derecha, contaron con el apoyo de la ClA en sus acciones contra los movimientos independentistas del Kurdistán.
Más sorprendente si cabe es que el italiano Francesco Pazienza, uno de los hombres de la ClA en Italia y quien presentó imágenes de Agca en Bulgaría,era amigo y colaborador de monseñor Marcinkus ,quien manejaba la economía del Vaticano y estaba relacionado con la mafia. En fin, un rompecabezas sobre el que no se ha dicho la última palabra.. . y probablemente jamás se dirá.
Basado en un articulo original de Javier Blanco
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