Fue una de las armas de asedio más habituales durante el Imperio y se utilizó, junto a la catapulta, en la mayor parte de las campañas bélicas romanas. Había dos tipos de balista o lithobolos: la de tensión, basada en el mismo principio que el arco, y la de torsión , que utilizaba potentes resortes hechos con tendones o crines retorcidas.
Esta artillería arrojaba piedras o jabalinas e, incluso, recipientes con materiales incendiarios o llenos de serpientes -una idea original de Aníbal-. Su manejo era similar al de la ballesta medieval, pero su tamaño era mucho mayor, por lo que necesitaba un trípode para equilibrarse y un mínimo de dos hombres para utilizarla. Vitruvio, ingeniero militar con César y Augusto, describió cómo debía construirse una balista: "Unas operan con palancas y ejes, otras con polispastos ( ... ), pero ninguna ballista se construye sino con la debida proporción a la piedra que debe arrojar: por eso, no es para todos su construcción, sino sólo para los prácticos en Aritmética".
Esta artillería arrojaba piedras o jabalinas e, incluso, recipientes con materiales incendiarios o llenos de serpientes -una idea original de Aníbal-. Su manejo era similar al de la ballesta medieval, pero su tamaño era mucho mayor, por lo que necesitaba un trípode para equilibrarse y un mínimo de dos hombres para utilizarla. Vitruvio, ingeniero militar con César y Augusto, describió cómo debía construirse una balista: "Unas operan con palancas y ejes, otras con polispastos ( ... ), pero ninguna ballista se construye sino con la debida proporción a la piedra que debe arrojar: por eso, no es para todos su construcción, sino sólo para los prácticos en Aritmética".
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