535 : ¿Còmo acabó la civilización egipcia?

Los tres mil años de historia de la civilización egipcia no acabaron, obviamente, de forma abrupta. El esplendor de aquella cultura se fue diluyendo lentamente entre las nuevas potencias emergentes, siendo definitivamente absorbido por los pueblos surgidos del imparable renacimiento del Mediterráneo que, a la postre, bebieron de sus fuentes.

Ese paulatino ocaso del poder de los faraones comenzó con el final del Imperio Nuevo. Los últimos monarcas de la xx Dinastía fueron los primeros testigos de un declive que ya asomaba amenazador en un Estado que se encontraba en bancarrota. Comenzaba el Tercer Período Intermedio y,con él Egipto iniciaba un camino sin retorno al que, sin embargo, se aferró durante casi mil años, pues tal era la grandeza de su propia civilización.

Desde Tanis, los reyes gobernaron como pudieron el Valle del Nilo en connivencia con los sumos sacerdotes instalados en Tebas.

Luego, libios y nubios se sentaron en el trono de los faraones y reinaron en Egipto durante trescientos años, en los que se alternaron otra vez las viejas tendencias separatistas con períodos de cierta estabilidad, y también de anarquía.

Con la XXVI Dinastía los reyes saítas tomaron el poder, en un intento por recuperar los antiguos valores de la sociedad egipcia. Durante esta época hubo un renacimiento de las viejas tradiciones, pero Egipto ya no dependía de sí mismo. Una gran amenaza avanzaba imparabIe desde el este hacia la tierra de los faraones, y en el año 525 a. C., Cambises lI, rey de los persas, derrota a Psamético lII, conquistando Egipto.

Los persas mantendrán su poder gobernando Egipto como una satrapía durante algo más de un siglo. Pero las revueltas constantes de los príncipes del Delta acabaron por aprovecharse de las habituales intrigas a las que tan aficionados eran los persas, no dejando de socavar su poder.
Así, a la muerte del rey persa Darío II, un príncipe de Sais llamado Amirteo se proclamó faraón, liberando a su país de los conquistadores.

Éste fue el postrer intento por mantener a Egipto en manos de su población indígena; un espejismo que apenas duró sesenta años y que terminó con el gobierno de Nectanebo II. A él corresponde el penoso honor de ser el último faraón autóctono de la historia del antiguo Egipto.

Durante diecisiete años, Nectanebo se esforzó porque su país se reflejara de nuevo en el Egipto milenario cuya esencia debía recuperar. Pero el buen rey tuvo mala fortuna, pues en Persia se alzó un monarca enérgico dispuesto a recuperar como fuera las posesiones perdidas y, sobre todo, Egipto.

Para ello, Artajerjes III mandó sobre el país del Nilo un gran ejército dispuesto a conquistarlo a sangre y fuego. NectaneboII apenas contaba con una tercera parte de las tropas del rey persa, y éstas estaban ya compuestas, principalmente, por mercenarios griegos y libios.

En el año 343 a. C., el faraón es derrotado en la batalla de Pelusio, viéndose obligado a huir hacia el sur para refugiarse en Nubia, donde un príncipe local le dio protección hasta su muerte. Con él acabó la XXX Dinastía.

Ése fue el final de la civilización egipcia. La derrota de Nectanebo significó la conclusión de la independencia de Egipto, que ya siempre sería un país conquistado.

El nuevo gobierno persa sería efímero, apenas diez años, hasta que Alejandro Magno entró en Egipto para ser proclamado como nuevo faraón. Sus sucesores, los ptolomeos, reinaron en el país del Nilo durante trescientos años, pero ellos no eran egipcios. Trataron de conservar la estructura social de aquel país milenario amoldándose a sus viejas tradiciones y colaborando para mantener las prebendas del clero, erigiendo a su vez hermosos monumentos, pero pertenecían a otra cultura. Eran griegos, y ésa es la lengua que hablaron estos monarcas; la antigua cultura egipcia se fundió así con la mediterránea con el paso de los siglos.

Con la conquista romana, dicha política apenas cambió. Los romanos utilizaron métodos similares para gobernar su provincia, respetando las antiguas tradiciones de aquel pueblo para así mantener las apariencias de lo que no dejó de ser un país conquistado, gobernado por un prefecto.

El Egipto romano, aunque próspero, no resultó beneficioso para su ancestral cultura, pues el siglo IV de nuestra era pocos eran los que conocian la antigua lengua de los faraones.

Con la llegada del cristianismo, su milenaria religión fue perseguida y todos sus santuarios cerrados. Tan sólo permaneció abierto el templo de Filae, donde siguieron celebrándose, en secreto, los viejos ritos a la diosa Isis.

No obstante, en tiempos de Justiniano el templo se cerró definitivamente, perdiéndose el último nexo de unión de aquel país con sus tres mil años de esplendorosa civilización. Así fue como acabó todo.


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8 comentarios:

  1. me sirvio mucho gracias

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  2. Guau que fuente de ayuda, y increíble como acabo la civilización egipcia.

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  3. Estoy muy agradecido a toda esta información ,pues gracias a ella e resuelto e resuelto mis dudas,gracias

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  4. la informacion es muy util

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  5. muchas gracias yo soy fan 1 de egipto!!!!!!!

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  6. muy buena la informacion. de verdad muchisimas gracias

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