.415: Los Visigodos

Los Visigodos , una tribu germanica de aspecto feroz y espiritu guerrero , irrumpieron en la peninsula en 415 y la dominaron durante tres siglos . En medio de una trama de crimenes, intrigas y regicidios , contruyeron los cimientos de la EspaƱa mediaval.

Las fronteras del Imperio romano sufrieron desde el inicio de la era cristiana el azote de los bĆ”rbaros, entre los que destacaron los godos, el pueblo mĆ”s poderoso y civilizado de todos los que hostigaban a Roma. Los godos nomadearon por el continente europeo durante cinco siglos, hasta que la enorme tribu se fracturĆ³ en dos siguiendo rumbos distintos. Un grupo de clanes (ostrogodos) avanzĆ³ hacia el este, mientras que el resto (visigodos) se estableciĆ³ en Occidente. 

El impago de una deuda llevĆ³ a Alarico a invadir Roma
En el aƱo 395, cerca de la desembocadura del Danubio, un joven llamado Alarico se alzaba con el poder de algunos clanes locales y poco tiempo despuĆ©s aglutinaba bajo su mando a todos los visigodos. Durante su reinado (395-410), el Imperio romano se dividiĆ³ en dos estados -Roma y Bizancio-, con los que pactaban o luchaban los guerreros godos que, siempre dispuestos a prestar su experiencia militar a cambio de oro, alternaron una polĆ­tica de acercamientos y enfrentamientos con los romanos. Precisamente el impago de una deuda provocĆ³ la entrada de Alarico en la penĆ­nsula ItĆ”lica. En agosto de 410, sus tropas tomaban Roma al asalto, procediendo a su saqueo. Entre las riquezas que se llevaron figuraban la mesa del rey SalomĆ³n y el candelabro judĆ­o de siete brazos, que luego integrarian el tesoro visigodo.
Cuando Alarico muriĆ³ de malaria ocupo su puesto AtaĆŗlfo, quien sacĆ³ a su pueblo de la bota italiana para guiarlo hacia las Galias, donde se establecieron como federados de Roma. DespuĆ©s, AtaĆŗlfo, al frente de un numeroso contingente bĆ”rbaro, se dirigiĆ³ a la PenĆ­nsula IbĆ©rica, para asombro de los hispanos que veĆ­an llegar a miles de guerreros a caballo o en carruajes en compaƱƭa de sus familias. 
Soldados antes que arquitectos.  fueron un pueblo mĆ”s belicoso que artista. Aun asĆ­, dejaron edificios notables, como la iglesia zamorana de San Pedro

Agricultores ganaderos y comerciantes
La divisiĆ³n y reparto de la tierra eran la base de la estructura econĆ³mica visigoda, continuadora de la romana, aunque con toques germĆ”nicos. Sus ejes principales eran la agricultura -latifundios junto a pequeƱas explotaciones-, la ganaderĆ­a -caballos, vacas y ovejas-, y el comercio -incipientes relaciones con el norte de Africa, Oriente PrĆ³ximo y Europa. Usaban tanto el trueque como las monedas.

En la economĆ­a goda funcionaba tanto el  trueque como las monedas. trientes del siglo VII. 
En el escalĆ³n superior de las clases sociales estaban los libres privilegiados, un grupo de nobles entre los que destacaba el linaje Baltho, que aportĆ³ varios monarcas al reino. DespuĆ©s se situaban los simples libres, personas econĆ³micamente independientes, habitantes de la ciudad o del campo, y con oficios diversos: artesanos, mercaderes, pequeƱos propietarios ... En el Ćŗltimo escalĆ³n estaban los esclavos, condiciĆ³n que se recibĆ­a por nacimiento, prisiĆ³n en guerra o comisiĆ³n de delito; pese a su situaciĆ³n precaria, eran objeto del derecho.
Entre los godos habĆ­a buenos herreros, alfareros y carpinteros, pero carecĆ­an de escultores, arquitectos, vidrieros y pintores, profesionales que reclutaban entre los hispanoromanos.
Una ley para todos los sĆŗbditos. En el aƱo 654, el rey Recesvinto promulgĆ³ el Liber ludiciorum o Fuero Juzgo, cĆ³digo legislativo que mantenĆ­a las esencias del derecho hispanorromano con algunas variaciones.
Impusieron su fuerza militar y despuĆ©s se mezclaron con la poblaciĆ³n hispanoromana 
El primer asentamiento importante tuvo lugar en Barcino (Barcelona), ciudad que arrebataron a los vĆ”ndalos, uno de los pueblos bĆ”rbaros que, junto a suevos y alanos, habĆ­an llegado en el aƱo 409 a la PenĆ­nsula. En Barcino muriĆ³ asesinado AtaĆŗlfo en 415.

Tras el brevĆ­simo reinado de Sigerico (siete dĆ­as), su sucesor Walia estableciĆ³ una fuerte alianza con Roma para combatir a vĆ”ndalos, suevos y alanos. La victoria visigoda permitiĆ³ reivindicar un reino, el de Tolosa (Toulouse), con capital en esta ciudad del sur de Francia. Desde 418 a 507, los visigodos consiguieron ocupar una inmensa zona -buena parte de las Galias e Hispania-, con lo que se convertĆ­an en la potencia mĆ”s influyente del siglo V, con notables monarcas como Teodorico I o Eurico, creador del primer cuerpo de leyes visigĆ³ticas.
En el aƱo 507 los francos expulsaron de las Galias a los visigodos, cuyo rey Gesaleico se trasladĆ³ a la PenĆ­nsula IbĆ©rica con lo que quedaba de su pueblo para instalarse definitivamente en territorio hispano. El panorama que encontraron no era halagĆ¼eƱo, pues al fin y al cabo se trataba de una  tribu germĆ”nica con arraigadas tradiciones, entre las que destacaba la elecciĆ³n de cada rey por aclamaciĆ³n popular, en contraposiciĆ³n a una estable forma de vida impuesta por la Roma imperial. Por otro lado, los hispanorornanos se cifraban en unos 5 millones, en su mayorĆ­a catĆ³licos, frente a unos 200.000 visigodos de religiĆ³n arriana. 
Si los primeros vivĆ­an de forma ordenada en ciudades y pueblos bajo el influjo cultural y polĆ­tico de la civilizada Roma, los visigodos llegaban como un viento de guerra dispuestos a sobrevivir manteniendo sus costumbres e imponiendo su fuerza militar, pero sabiendo que estaban obligados a un mestizaje del que por el momento llevarĆ­an el peso principal.

Un pueblo de guerreros carente de profesionales
La sociedad visigoda estaba siempre preparada para la guerra y sus varones eran movilizados a muy temprana edad para engrosar el ejĆ©rcito. Hasta el 40 por 100 de los habitantes de la tribu se podĆ­a considerar soldado. Durante la invasiĆ³n, casi 80.000 guerreros hicieron callar las voces discrepantes. Sin embargo, las constantes guerras y los consiguientes reclutamientos de hombres habĆ­an privado al pueblo godo de oficios fundamentales para estructurar una adecuada civilizaciĆ³n. Faltaban profesionales cualificados como mĆ©dicos, arquitectos, constructores o mineros, gremios muy consolidados entre la poblaciĆ³n hispanoromana. Con todo, a pesar de los primeros roces, ambas culturas se fueron mezclando lenta pero inexorablemente. Desde Barcelona, la capital se trasladĆ³ a MĆ©rida, luego a Sevilla y finalmente a Toledo en el aƱo 554, en tiempos del rey Atanagildo . 
La joya de la corona En el campo de la orfebrerĆ­a, la joyerĆ­a y los esmaltes fue donde el arte visigodo alcanzĆ³ mayor calidad y personalidad.  corona colocada como lĆ”mpara votiva.

Los asesinatos de reyes estaban a la orden del dĆ­a
La vida en aquella Hispania de entonces era la de un paĆ­s esencialmente rural, cuyas escasas ciudades se limitaron a mantener la herencia del pasado, los edificios y monumentos tardoromanos, y ofrecĆ­an pocas aportaciones propias. 
No obstante, se fundaron algunas plazas como Victoriaco o RecĆ³polis, esta Ćŗltima localizada en Zorita de los Canes (Guadalajara), que poseĆ­a unas cien viviendas dentro de un recinto amurallado.


El siglo VI ha pasado a la historia por los constantes regicidios, guerras fratricidas, conspiraciones y abusos de poder. Y asĆ­ fue hasta el reinado de Leovizildo (568- 586), quien impulsĆ³ una profunda revisiĆ³n de las leyes y costumbres, promulgĆ³ el Codex Revisus y conquistĆ³ el reino suevo en el aƱo 585. Leovigildo se vio obligado a luchar contra su propio hijo Hermenegildo hasta derrotarle, y le sucediĆ³ su otro vĆ”stago, Recaredo, un rey fundamental, pues comprendiĆ³ que tenĆ­a que asumir como propia la religiĆ³n catĆ³lica mayoritaria entre su pueblo.


Bajo el reinado de Recaredo, los godos se convierten en masa al catolicismo
En el aƱo 589 los visigodos se convirtieron en masa al catolicismo en un ejercicio definitivo de convivencia para las dos sociedades. Postreros intentos reaccionarios no consiguieron el objetivo de retomar al pasado arriano. Fue entonces cuando apareciĆ³ con fuerza el intelectual mĆ”s relevante de la Edad Media espaƱola: San Isidoro de Sevilla, primer pensador en entender que la cultura no debĆ­a ser sĆ³lo privilegio de las Ć©lites sino patrimonio de todos los estratos sociales. Gracias a Isidoro, obispo de HĆ­spalis nacido en Cartagena, se fundaron las primeras escuelas populares regentadas por clĆ©rigos o seglares docentes. La cumbre literaria de su obra, que abarca todos los campos del saber, son las EtimologĆ­as, de cuyos 20 tomos se llegaron a imprimir mĆ”s de 10.000 copias que fueron referencia en centros culturales y monasterios de toda Europa.


En el siglo VII, el rey Suintila logrĆ³ expulsar a los bizantinos, con lo que los visigodos alcanzaron el dominio de toda la PenĆ­nsula. Reyes como Chindasvinto o Recesvinto impulsaron nuevas leyes con la ediciĆ³n del Liber ludiciorum o Fuero Juzgo, cuerpo fundamental de nuestro derecho medieval. 
Cambio de religiĆ³n por decisiĆ³n real Durante el III Concilio de Toledo (arriba), el rey Recaredo abjurĆ³ del arrianismo e hizo pĆŗblica su fe catĆ³lica. Luego, la mayorĆ­a de los godos siguieron su ejemplo. 
A la moda visigoda, con prendas atrevidas y pelo largo
La forma de vestir en la EspaƱa visigoda no contĆ³ con grandes creaciones originales ni trajo consigo drĆ”sticos cambios de imagen; mĆ”s bien se mantuvo la rnoda de la Ć©poca romana con algunas evoluciones y retoques.

El fondo de armario bĆ”sico constaba de tĆŗnicas, mantos y accesorios. Las tĆŗnicas eran de diversos tipos: pectoralis (corta), escarlata y coccina, todas con mangas. Estas prendas originales de los primeros tiempos apenas sufrieron variaciones hasta el siglo VII. Sin embargo, algunas escaparon de la imposiciĆ³n romana, como la armilausa vulgo, mĆ”s acorde con los aires germĆ”nicos, al mostrar aberturas por delante y por detrĆ”s, que casi era una falda abierta acabada en puntas agudas. TambiĆ©n habĆ­a una tĆŗnica llamada amiculum, que en Roma vestĆ­an las mujeres de dudosa reputaciĆ³n, y que, sin embargo, fue utilizada en el reino visigodo por damas nobles y decentes sin que causara escĆ”ndalo alguno.

Las tĆŗnicas se decoraban con listas horizontales o verticales bastante llamativas y se ajustaban al cuerpo mediante cinturones gruesos con poderosas hebillas de bronce ornamentadas con diferentes motivos, basados esencialmente en la naturaleza y en la geometrĆ­a. Por su parte, las capas y mantos eran usados por ambos sexos y por todas las clases sociales.

La vestimenta se sujetaba con varios broches o fĆ­bulas de mayor o menor valor segĆŗn la procedencia social. En cuanto al cubrimiento de partes Ć­ntimas y piernas hay que hablar de las bracae y femoralia para el primer caso, y de pantalones mĆ”s o menos amplios para el segundo.

Los complementos evolucionaron de forma notable en el siglo VII. La moda acabĆ³ con el uso de fĆ­bulas en el vestuario y se impuso una nueva modalidad de hebillas de cinturĆ³n, cuyas placas rĆ­gidas adoptaron un contorno en forma de lira.

En cuanto a la estƩtica del cabello, el pelo corto de la Ʃpoca romana dio paso a otro un poco mas largo que caƭa sobre las orejas, cubriƩndolas, en ocasiones.
En el caso de las mujeres, las jĆ³venes llevaban los cabellos sueltos cuando eran solteras, y recogidos despuĆ©s de casarse.

 broche de cinturĆ³n de Castiltierra (Segovia). 


Tras la caĆ­da de Wamba, se acelerĆ³ la decadencia
Wamba puede ser considerado como el Ćŗltimo monarca notable del linaje visigodo. Lamentablemente, fue vĆ­ctima de una conspiraciĆ³n y expulsado del trono con malas artes y brebajes hipnĆ³ticos. DespuĆ©s, sus sucesores no fueron capaces de frenar la caĆ­da libre en la que el reino se hallaba inmerso.
Reyes totalmente incapaces como Ervigio o Egica aceleraron el proceso decadente de un Estado sumido en el hambre, la guerra y la pobreza. En los aƱos finales se sucedieron toda suerte de infortunios protagonizados por el escaso comercio, las malas cosechas o la peste bubĆ³nica.


Witiza, calificado por algunos investigadores como rey inteligente, justo y prudente, intentĆ³ hacer justicia con el perseguido pueblo judĆ­o, invitando a los exiliados hebreos a regresar a EspaƱa con la promesa de confiarles la gestiĆ³n econĆ³mica del Estado. Sin embargo, su prematura muerte frenĆ³ cualquier posibilidad. La guerra civil estallĆ³ nuevamente y los seguidores de Rodrigo vencieron a los witizanos, Pero el Ćŗltimo rey visigodo sĆ³lo pudo disfrutar de su trono durante 18 meses.


En el aƱo 711, tropas musulmanas desembarcaban en la PenĆ­nsula IbĆ©rica para batir a las huestes de don Rodrigo en las riberas del rĆ­o Guadalete, que hoy forman parte de la provincia de CĆ”diz . Terminaban asĆ­ 300 aƱos de dominio visigodo en Hispania. 
Los supervivientes del empuje musulmƔn se refugiaron en algunos enclaves norteƱos; uno de esos desplazados fue Pelayo, quien aƱos mƔs tarde iniciaria en Covadonga la Reconquista .

Una parte importante de la historia de EspaƱa
Encajonados entre Roma y al-Ɓndalus, los visigodos se vieron injustamente relegados por las crĆ³nicas, aunque fueron protagonistas importantes de la historia de la vieja Hispania. Especialmente sus 34 reyes -rnĆ”s de la mitad de los cuales murieron asesinados-, que desde 415 a 711 dejaron su impronta sobre las gentes que gobernaron. Los espaƱoles del siglo XXI poseemos una rica herencia genĆ©tica fruto de siglos de mestizaje. Uno de los pueblos que contribuyeron a ello fueron los visigodos.

Lista de Reyes godos .
Alarico I (395-410). El gran hĆ©roe del pueblo visigodo, uniĆ³ a todas las tribus para invadir la penĆ­nsula ItĆ”lica. En el saqueo de Roma obtuvo un ingente tesoro. MuriĆ³ de malaria a los 40 aƱos sin lograr el sueƱo de ser el primer emperador romano bĆ”rbaro.
AfaĆŗlfo (410-415). LLevĆ³ al pueblo visigodo a las Galias, donde fijaron su capital en Tolosa. Fue el primer rey godo que pisĆ³ Hispania. Se caso con la princesa romana Gala Placidia, de la que tuvo un hijo que falleciĆ³ en Barcino (Barcelona), donde Ć©l mismo muriĆ³ asesinado.
Sigerico (415). Su reinado fue el mas breve de la historia visigoda: tan sĆ³lo siete dĆ­as teƱidos de crueldad. Fue asesinado por los seguidores de AtaĆŗlfo, que veĆ­an en Ć©l al instigador de la muerte de su lĆ­der.
Walia (415-418). Federado de Roma, derrotĆ³ a suevos, vĆ”ndalos y alanos en la PenĆ­nsula IbĆ©rica y fundĆ³ el reino de Tolosa. Murio en extraƱas circunstancias.
Teodorico o Teodoredo I (418- 451). El rey mĆ”s duradero, En sus 33 aƱos de gobierno, el reino se fortaleciĆ³ bajo la mirada romana. Aliado de Roma, se enfrentĆ³ a la amenaza de Atila y muriĆ³ en la batalla de los Campos CatalaĆŗnicos.
Turismundo (451-453). RompiĆ³ relaciones con Roma porque no le habĆ­an dejado vengar la muerte de su padre Teodorico I. Sus hermanos mĆ”s condescendientes con el poder hegemĆ³nico de la Ć©poca, le asesinaron cuando iniciaba los preparativos para la guerra.
Teodorico II (453-466). ConsolidĆ³ las fronteras del reino de Tolosa guerreando contra los suevos y los bagaudas. Su acercamiento a la decadente Roma generĆ³ polĆ©mica entre sus generales. Fue asesinado por su hermano Eurico.
Eurico (466-484). Vio caer el imperio romano de Occidente. ArticulĆ³ un cuerpo legislativo -el CĆ³digo de Eurico- para gobernar mejor.
Alarico II (484-507). CreĆ³ el Breviario que lleva su nombre con el que se impartiĆ³ justicia tanto a los visigodos como a los pueblos dominados por ellos. Moria luchando contra los francos en la decisiva batalla de VouillĆ©, donde se perdiĆ³ el reino de Tolosa.
Gesaleico (507-511). Hijo bastardo de Alarico II, llevĆ³ al pueblo visigodo a su establecimiento definitivo en Hispania. Los ostrogodos le declararon la guerra y le ajusticiaron.
Amalarico (511-531). ReinĆ³ siguiendo los designios de su abuelo y regente Teodorico, el Grande. Fue asesinado por los ostrogodos.
Teudis (531-548). TrasladĆ³ la capital a EmĆ©rita Augusta y fue un gobemante justo y ecuĆ”nime. MuriĆ³ asesinado por uno de sus guardias.
Teudiselo (548-549). Con Ć©l se acabĆ³ la influencia que ejercĆ­an los godos orientales en Hispania. Fue asesinado en Sevilla por una conjura de visigodos desafectos.
Agila I (549-554). De convicciones arrianas, mostrĆ³ intolerancia hacia los catĆ³licos. ProvocĆ³ la primera gran guerra fratricida entre visigodos. MuriĆ³ asesinado.
Atanagildo (554-567). Se aliĆ³ con el Imperio bizantino para derrotar a Agila I. FijĆ³ la capital del reino en Toledo y, tras muchos aƱos de regicidios, falleciĆ³ de muerte natural.
Liuva I (567-572). AsociĆ³ a su hermano Leovigildo al trono buscando el mejor gobierno, una decisiĆ³n fundamental para la historia futura.
Leovigildo (568-586). Se lanzĆ³ a conquistar toda la PenĆ­nsula. VenciĆ³ a los suevos en 585, e impulsĆ³ el Codex Revisus.
Recaredo (586-601). Durante su reinado, el pueblo visigodo se convirtiĆ³ masivamente al catolicismo tras el III Concilio de Toledo (589).
Liuva II (601-603). SubiĆ³ al trono muy joven. Fue torturado y ejecutado, vĆ­ctima de una conjura arriana.
Witerico (603-610). IntentĆ³ volver infructuosamente al arrianismo. Fue asesinado en un banquete.
Gundemaro (610-612). Toledo recibiĆ³ la capitalidad religiosa del reino en detrimento de Cartagena, ocupada por los bizantinos.
Sisebuto (612-621). Culto y amante de la poesĆ­a, dictĆ³ la primera persecuciĆ³n contra los judĆ­os. MuriĆ³ envenenado por Suintila.
Suintila (621-631). LogrĆ³ expulsar a los bizantinos, obteniendo el control total sobre la PenĆ­nsula IbĆ©rica.
Sisenando (631-636). Se proclamĆ³ rey con ayuda de los francos. ConvocĆ³ el IV Concilio de Toledo.
Chintila (636-639). LLegĆ³ al trono con 86 aƱos, justo antes de morir San Isidoro, gran intelectual de la Europa medieval.
Tulga (639-642). El mƔs incapaz de todos los reyes godos, fue desposeƭdo de la corona.
Chindasvinto (642-653). Amante de la ley y el orden. EjecutĆ³ a 700 miembros de la nobleza disconformes con su rĆ©gimen.
Recesvinto (653-672). ArtĆ­fice del Liber ludiciorum, cĆ³digo legislativo visigodo. Su reinado se caracterizĆ³ por la paz y el florecimiento cultural.
Wamba (672-680). IntentĆ³ la reordenaciĆ³n urbana de Toledo. Fue envenenado en una conjura.
Ervigio (680-687). RepartiĆ³ riquezas entre aristocracia y clero, llevando al Estado a la ruina.
Egica (687-702). Durante su reinado, malas cosechas, enfrentamientos y la peste bubĆ³nica diezmaron una poblaciĆ³n amenazada por los enemigos exteriores.
Witiza (702-710). Fue defensor de los judĆ­os. Bajo su mandato se celebrĆ³ el Ćŗltimo Concilio de Toledo.
Rodrigo (710-711). ƚltimo rey visigodo, fue derrotado por los musulmanes en la batalla de Guadalete, donde se cree que muriĆ³.



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