Mientras los distintos partidos y tendencias del bando nacional se unían como una piña y aplazaban sus diferencias para cuando se ganara la guerra; en el bando republicano la autoridad quedaba difuminada entre un sinfín de organizaciones obreras, comités, sindicatos, milicias y cantones.
En lugar de arrimar el hombro en la empresa común hasta constituir un frente sólido y coordinado contra los rebeldes; en lugar de aplazar la revolución social para después de la victoria, se dieron a colectivizar la producción, y a gestionar "democráticamente" industrias y explotaciones cuyo funcionamiento desconocían.
Ya lo dejó dicho Azaña en sus memorias: «Rodeado de imbéciles, gobierne usted si puede.» Faltaban oficiales en el frente, especialmente los imprescindibles mandos medios, y faltaban cuadros técnicos en la retaguardia.En 1937, las utopías revolucionarias del bando republicano se desvanecieron. La grandeza, el sacrificio y el idealismo de los primeros días se convirtieron en mezquindad y codicia sobre el botín cobrado a la clase perseguida.
Otra vez la secular envidia española tomaba pretextos en la justicia social. Mientras la turba de grupúsculos, comités y organizaciones de izquierdas se ponía de acuerdo sobre quién reunía mayores méritos para dirigir al resto, Franco había desembarcado en Andalucía y avanzaba por casi todos los frentes. A la incertidumbre sobre el resultado final de la contienda, que poco a poco se iba abriendo camino incluso entre los más optimistas, se sumaba la dura realidad de la escasez, consecuencia del insensato derroche del período precedente.
La sufrida población civil fue aprendiendo a engañar el hambre con pipas de girasol e inventó las chuletas sin carne y la tortilla de patatas sin huevo y sin patatas. Mientras tanto, los comunistas predicaban en el desierto por una dirección unitaria (la suya, claro está) en la coyuntura bélica,pero las otras organizaciones obreras seguían erre que erre en sus rencillas: los militantes de la CNT, divididos sobre la conveniencia de tomar parte activa en un gobierno (ellos estaban contra cualquier forma de gobierno), y los revolucionarios del POUM, sublevados en Barcelona después de desmarcarse del Frente Popular porque les parecía tibio.
Los comunistas aprovecharon la ocasión para cobrarse la cabeza de Largo Caballero, su adversario político, al que hacían responsable de todos los males. Las turbias aguas de la izquierda volverían a su cauce con el gobierno de Juan Negrín, coalición de socialistas, comunistas y republicanos.
Con Franco a las puertas de Madrid, parecía que la partida estaba decidida pero entonces el esfuerzo heroico del ejército del centro, hábilmente dirigido por el general Miaja y considerablemente reforzado por las Brigadas Internacionales (de inspiración comunista) y por las nuevas armas rusas, consiguió aplazar la derrota y prolongar la guerra por espacio de dos sangrientos años.
El esfuerzo bélico requería suministros de armas, munición y carburante, que sólo podían llegar del extranjero. No faltaron generosos padrinos que respaldaron a cada bando, según afinidades y conveniencias. Las naciones totalitarias, Italia y Alemania, prestaron decidida ayuda al bando rebelde, mientras que las democracias occidentales, Inglaterra y Francia, que teóricamente apoyaban al bando republicano, alegaron el acuerdo de no intervención para maquillar su escaso entusiasmo ante la perspectiva de una España republicana en manos de elementos comunistas del Frente Popular. Ellos, aunque democracias, eran gente de orden. Por eso, crearon las condiciones esenciales para que Franco triunfara y le hicieron llegar la gasolina que había de mover los aviones alemanes y las tanquetas italianas.
La única que puso toda la carne en el asador (aunque se lo cobró por anticipado con el oro del Banco de España) fue la Unión Soviética, lo que parece natural. A ella le interesaba la implantación de un satélite comunista en el vientre blando de Europa. La popularidad ganada con su apoyo determinó, un inusitado crecimiento del Partido Comunista, que antes de la guerra no era muy numeroso.Algo parecido ocurrió, en el bando nacional, con el partido falangista crecido a imagen y semejanza del partido fascista italiano.
Dos ataques nacionales algo prematuros sobre Madrid terminaron en sendos descalabros (batallas del Jarama, febrero de 1937, y de Guadalajara, al mes siguiente, donde los expedicionarios italianos no se cubrieron de gloria). Después, la balanza se mantuvo en el fiel durante unos meses, pero, ya entrado 1938,se vio claro que ni siquiera "los tanques y los aviones rusos evitarían la ruina de la República. Franco comprendió que las uvas no estaban maduras, se armó de paciencia, dejó en paz Madrid y se fue con la música a otra parte, al Cantábrico, atraído por la mayor concentración industrial republicana. La gran obertura resultó quizá más sonada de lo que había previsto, pues el bombardeo de Guernica por aviones alemanes de la Legión Cóndor (donde Hitler montó su banco de pruebas para lo que habría de venir en Europa unos años después) tuvo repercusiones internacionales muy negativas para el bando nacional, la más duradera en el Guernica, el famoso cuadro que pintó Picasso, un lienzo impresionante, apaisado, destinado a sustituir el relieve de la Santa Cena en la devoción de los hogares progres de los años sesenta y setenta. (El conocido dibujo del Che Guevara sustituiría, por su parte, el retrato vertical del Sagrado Corazón de Jesús.)
En medio año, Franco conquistó el norte. Con el acero vasco, el carbón asturiano y los jureles del Cantábrico del lado rebelde, la balanza se inclinaba decisivamente hacia los nacionales. Ya se sabía quién iba a ganar la guerra. Sólo era cuestión de tiempo. Entonces, Franco volvió sus ojos hacia Madrid, que nuevamente se daba ánimos con el «no pasarán».
Los republicanos, en un intento por aliviar la presión enemiga, lanzaron una potente ofensiva por la zona de Teruel. A muchos grados bajo cero, con la piel adherida a tiras a los cañones helados de los fusiles, los dos bandos se zurraron durante interminables semanas en penosísimas condiciones. Franco no sólo recuperó Teruel, sino que prosiguió su avance hasta alcanzar el Mediterráneo a la altura de Vinaroz, dividiendo el territorio enemigo en dos zonas incomunicadas.
El siguiente paso era descender hasta conquistar Valencia, la capital republicana desde la evacuación de Madrid.Parecía que el ejército de la República había perdido toda iniciativa y sólo aspiraba a ganar tiempo y retrasar en lo posible el fatal desenlace.
Entonces, estalló la bomba, la gran sorpresa, la noticia en titulares de todos los periódicos del mundo:en la madrugada del 25 de julio de 1938 los republicanos contra atacaron y cruzaron el Ebro, abriendo brecha en el sorprendido flanco rebelde, por la que introdujeron seis divisiones completas.
Comenzaba la batalla del Ebro (cien mil bajas). Los nacionales, dueños del aire, lograron frenar el avance republicano al día siguiente. Estabilizado el frente, Franco recuperó la iniciativa y durante los dos meses siguientes lanzó hasta siete ofensivas, que el ejército republicano contuvo a costa de rebañar y sacrificar sus últimas reservas. Al final, tres meses y tres semanas después del inicio de la aventura, la República cedió los cuatro palmos de tierra que había ganado y regresó al otro lado del río. Estaban como al principio, pero la izquierda carecía de fuerza para prolongar la resistencia.
Por otra parte, las democracias occidentales la habían desahuciado.Con Hitler suelto por Europa, no estaba el horno para bollos y cada cual se estaba tentando la ropa.
La conquista de Cataluña fue un paseo militar mientras el bando republicano se enzarzaba en estériles discusiones sobre qué grupo político era el responsable de que perdieran la guerra. Después, recobraron la sensatez para decidir si convenía tirar la toalla o seguir recibiendo leña del enemigo. Los comunistas querían continuar, pero sus adversarios políticos abogaban por la paz, que evitaría al pueblo sufrimientos inútiles. La hambruna señoreaba la zona republicana.
El siete de marzo de 1939, en Madrid, los comunistas llegaron a las manos con sus adversarios. Veinte días después, las tropas de Franco entraron en una ciudad donde sus numerosos partidarios (la quintacolumna), y los conversos del miedo o la conveniencia se echaban a la calle con saludos brazo en alto y tremolar de patrióticas banderas rojas y amarillas. A los pocos dias se publicaba la famosa carta de carrillo repudiando a su padre ;En los campos de España, criaban malvas entre doscientos cincuenta mil y trescientos mil muertos. En el exilio (europeo, hispanoamericano o norteafricano), empezaban a coleccionar nostalgias u olvidos unas cuatrocientas mil personas.
En lugar de arrimar el hombro en la empresa común hasta constituir un frente sólido y coordinado contra los rebeldes; en lugar de aplazar la revolución social para después de la victoria, se dieron a colectivizar la producción, y a gestionar "democráticamente" industrias y explotaciones cuyo funcionamiento desconocían.
Ya lo dejó dicho Azaña en sus memorias: «Rodeado de imbéciles, gobierne usted si puede.» Faltaban oficiales en el frente, especialmente los imprescindibles mandos medios, y faltaban cuadros técnicos en la retaguardia.En 1937, las utopías revolucionarias del bando republicano se desvanecieron. La grandeza, el sacrificio y el idealismo de los primeros días se convirtieron en mezquindad y codicia sobre el botín cobrado a la clase perseguida.
Otra vez la secular envidia española tomaba pretextos en la justicia social. Mientras la turba de grupúsculos, comités y organizaciones de izquierdas se ponía de acuerdo sobre quién reunía mayores méritos para dirigir al resto, Franco había desembarcado en Andalucía y avanzaba por casi todos los frentes. A la incertidumbre sobre el resultado final de la contienda, que poco a poco se iba abriendo camino incluso entre los más optimistas, se sumaba la dura realidad de la escasez, consecuencia del insensato derroche del período precedente.
La sufrida población civil fue aprendiendo a engañar el hambre con pipas de girasol e inventó las chuletas sin carne y la tortilla de patatas sin huevo y sin patatas. Mientras tanto, los comunistas predicaban en el desierto por una dirección unitaria (la suya, claro está) en la coyuntura bélica,pero las otras organizaciones obreras seguían erre que erre en sus rencillas: los militantes de la CNT, divididos sobre la conveniencia de tomar parte activa en un gobierno (ellos estaban contra cualquier forma de gobierno), y los revolucionarios del POUM, sublevados en Barcelona después de desmarcarse del Frente Popular porque les parecía tibio.
Los comunistas aprovecharon la ocasión para cobrarse la cabeza de Largo Caballero, su adversario político, al que hacían responsable de todos los males. Las turbias aguas de la izquierda volverían a su cauce con el gobierno de Juan Negrín, coalición de socialistas, comunistas y republicanos.
Con Franco a las puertas de Madrid, parecía que la partida estaba decidida pero entonces el esfuerzo heroico del ejército del centro, hábilmente dirigido por el general Miaja y considerablemente reforzado por las Brigadas Internacionales (de inspiración comunista) y por las nuevas armas rusas, consiguió aplazar la derrota y prolongar la guerra por espacio de dos sangrientos años.
El esfuerzo bélico requería suministros de armas, munición y carburante, que sólo podían llegar del extranjero. No faltaron generosos padrinos que respaldaron a cada bando, según afinidades y conveniencias. Las naciones totalitarias, Italia y Alemania, prestaron decidida ayuda al bando rebelde, mientras que las democracias occidentales, Inglaterra y Francia, que teóricamente apoyaban al bando republicano, alegaron el acuerdo de no intervención para maquillar su escaso entusiasmo ante la perspectiva de una España republicana en manos de elementos comunistas del Frente Popular. Ellos, aunque democracias, eran gente de orden. Por eso, crearon las condiciones esenciales para que Franco triunfara y le hicieron llegar la gasolina que había de mover los aviones alemanes y las tanquetas italianas.
La única que puso toda la carne en el asador (aunque se lo cobró por anticipado con el oro del Banco de España) fue la Unión Soviética, lo que parece natural. A ella le interesaba la implantación de un satélite comunista en el vientre blando de Europa. La popularidad ganada con su apoyo determinó, un inusitado crecimiento del Partido Comunista, que antes de la guerra no era muy numeroso.Algo parecido ocurrió, en el bando nacional, con el partido falangista crecido a imagen y semejanza del partido fascista italiano.
Dos ataques nacionales algo prematuros sobre Madrid terminaron en sendos descalabros (batallas del Jarama, febrero de 1937, y de Guadalajara, al mes siguiente, donde los expedicionarios italianos no se cubrieron de gloria). Después, la balanza se mantuvo en el fiel durante unos meses, pero, ya entrado 1938,se vio claro que ni siquiera "los tanques y los aviones rusos evitarían la ruina de la República. Franco comprendió que las uvas no estaban maduras, se armó de paciencia, dejó en paz Madrid y se fue con la música a otra parte, al Cantábrico, atraído por la mayor concentración industrial republicana. La gran obertura resultó quizá más sonada de lo que había previsto, pues el bombardeo de Guernica por aviones alemanes de la Legión Cóndor (donde Hitler montó su banco de pruebas para lo que habría de venir en Europa unos años después) tuvo repercusiones internacionales muy negativas para el bando nacional, la más duradera en el Guernica, el famoso cuadro que pintó Picasso, un lienzo impresionante, apaisado, destinado a sustituir el relieve de la Santa Cena en la devoción de los hogares progres de los años sesenta y setenta. (El conocido dibujo del Che Guevara sustituiría, por su parte, el retrato vertical del Sagrado Corazón de Jesús.)
En medio año, Franco conquistó el norte. Con el acero vasco, el carbón asturiano y los jureles del Cantábrico del lado rebelde, la balanza se inclinaba decisivamente hacia los nacionales. Ya se sabía quién iba a ganar la guerra. Sólo era cuestión de tiempo. Entonces, Franco volvió sus ojos hacia Madrid, que nuevamente se daba ánimos con el «no pasarán».
Los republicanos, en un intento por aliviar la presión enemiga, lanzaron una potente ofensiva por la zona de Teruel. A muchos grados bajo cero, con la piel adherida a tiras a los cañones helados de los fusiles, los dos bandos se zurraron durante interminables semanas en penosísimas condiciones. Franco no sólo recuperó Teruel, sino que prosiguió su avance hasta alcanzar el Mediterráneo a la altura de Vinaroz, dividiendo el territorio enemigo en dos zonas incomunicadas.
El siguiente paso era descender hasta conquistar Valencia, la capital republicana desde la evacuación de Madrid.Parecía que el ejército de la República había perdido toda iniciativa y sólo aspiraba a ganar tiempo y retrasar en lo posible el fatal desenlace.
Entonces, estalló la bomba, la gran sorpresa, la noticia en titulares de todos los periódicos del mundo:en la madrugada del 25 de julio de 1938 los republicanos contra atacaron y cruzaron el Ebro, abriendo brecha en el sorprendido flanco rebelde, por la que introdujeron seis divisiones completas.
Comenzaba la batalla del Ebro (cien mil bajas). Los nacionales, dueños del aire, lograron frenar el avance republicano al día siguiente. Estabilizado el frente, Franco recuperó la iniciativa y durante los dos meses siguientes lanzó hasta siete ofensivas, que el ejército republicano contuvo a costa de rebañar y sacrificar sus últimas reservas. Al final, tres meses y tres semanas después del inicio de la aventura, la República cedió los cuatro palmos de tierra que había ganado y regresó al otro lado del río. Estaban como al principio, pero la izquierda carecía de fuerza para prolongar la resistencia.
Por otra parte, las democracias occidentales la habían desahuciado.Con Hitler suelto por Europa, no estaba el horno para bollos y cada cual se estaba tentando la ropa.
La conquista de Cataluña fue un paseo militar mientras el bando republicano se enzarzaba en estériles discusiones sobre qué grupo político era el responsable de que perdieran la guerra. Después, recobraron la sensatez para decidir si convenía tirar la toalla o seguir recibiendo leña del enemigo. Los comunistas querían continuar, pero sus adversarios políticos abogaban por la paz, que evitaría al pueblo sufrimientos inútiles. La hambruna señoreaba la zona republicana.
El siete de marzo de 1939, en Madrid, los comunistas llegaron a las manos con sus adversarios. Veinte días después, las tropas de Franco entraron en una ciudad donde sus numerosos partidarios (la quintacolumna), y los conversos del miedo o la conveniencia se echaban a la calle con saludos brazo en alto y tremolar de patrióticas banderas rojas y amarillas. A los pocos dias se publicaba la famosa carta de carrillo repudiando a su padre ;En los campos de España, criaban malvas entre doscientos cincuenta mil y trescientos mil muertos. En el exilio (europeo, hispanoamericano o norteafricano), empezaban a coleccionar nostalgias u olvidos unas cuatrocientas mil personas.
«Rodeado de imbéciles, gobierne usted si puede.» No sabía el pobre Azaña que aún podía ser peor: imbéciles gobernando que se rodean de gente aún más imbécil para parecer algo menos torpes :(
ResponderEliminarCuanta razon y sabiduria ,Hay en tu breve comentario.
ResponderEliminarPerdona,pero encuentro demasiados errores de vocabulario,como el uso de "nacionales" , pienso que deberías cambiarlo por "sublevados" ya que se SUBLEVARON contra el gobierno legítimo de la república. Por otra parte tal vez si llamas a esto un blog sobre la historia tal vez deberías tratar la lucha republicana con más respeto , y no darle ese respeto a los golpistas fasciosos , que es lo que eran, unos PERROS al servicio de los nazis .
ResponderEliminarSALUD Y REPUBLICA
El respeto es contar la verdad de los hechos , te gusten o no , no creo que sea ejemplo de respeto a nadie , el final de tu comentario , los hechos estan hay para quien quiera conocerlos , no es cuestion de ideologia , sencillamente es lo que sucedio. aunque hay una parte de la histografia reciente que no le gusta usar la palabra nacionales para refererirse a los sublevados, es completamente valido usarla , ademas este texto esta escrito muy anteriormente a estas corrientes de lo politicamente correcto.
ResponderEliminarEl 9 de noviembre, se cumplieron 75 años de la terminación de la batalla del Ebro. Sangrienta por su duración de más de tres meses, inútil porque la guerra estaba perdida de antemano, y que tuvo una especial característica, y es que en ella los mandos profesionales militares del ejército rojo, que los había, apenas tuvieron intervención alguna de importancia. Fué un esfuerzo inútil del partido Comunista para ganar tiempo y esperar a la segunda guerra mundial, que se estaba adivinando próxima. Los mandos de Cuerpo de Ejército, División, y Brigada eran miembros del Partido Comunista, lo mismo que los Comisarios Políticos, que fueron una institución copiada del Ejército Soviético.
ResponderEliminarEl Responsable de aquella catástrofe fué, indudablemente, el Jefe del Gobierno Juan Negrin, que obedecía a intereses de Moscú y que ninguneó al Presidente de la Repúblicana Manuel Azaña, al General Vicente Rojo, y a la mayoría de Jefes de Estado Mayor profesionales republicanos, que haberlos los hubo.
Pero quizás la figura más destacada en eso que denominamos la "Memoria Histórica" de los perdedores, era un cantero gallego que desde niño se trasladó con sus padres a Cuba, que allí fué detenido en varias ocasiones; que regresó a España antes de la República siendo detenido también, y que fué un líder del Partido Comunista español. Este hombre era Enrique Lister Forján, cuya imagen era eso que los franceses denominan "un activiste", o sea, un revolucionario.
Su regreso a España se produjo en el año 1928 donde tomó contacto con el Partido Comunista Español, incorporándose a la célula de Santiago de Compostela. Durante esos primeros meses de su regreso a España volvió a ser detenido, y esta vez estuvo encerrado desde 1929 al 4 de mayo de 1931, pocos dias después de la proclamación de la Segunda República Española. En febrero de 1932 participó activamente en la Conferencia Regional del Partido Comunista donde fué elegido Delegado para el IV Congreso que iba a celebrarse en Sevilla, ciudad natal del Presidente del Partido, que era José Diaz.
Los constantes enfrentamientos y detenciones por la Guardia Civil, hicieron que el Partido tomara la decisión de enviarlo a Moscú para que recibiera una formación político-militar, y allí estuvo desde septiembre de 1932 hasta septiembre de 1935. Tres años durante los cuales estuvo asistiendo a la Academia militar Frunze y trabajando en las obras del metro de Moscú.
¿Contra quien tendría que luchar el que estaba recibiendo en Moscú una formación militar? Pues contra la República española, naturalmente, porque Franco, en 1932, acababa de abandonar la Dirección de la Academia General Militar de Zaragoza cuando Azaña, que era el Ministro de la Guerra consideró oportuno disolverla.
Los hagiógrafos de Lister consideran que la Segunda República Española nació de las manos de la derecha liberal, mientras los trabajadores y campesinos pobres lo que pedian era un cambio profundo. que es lo que que se denomina "revolución". O sea, que Lister se estaba preparando para derrocar la Segunda República Española instruyendo militarmente a las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, que el Partido Comunista estaba empezando a organizar manteniendo contactos con centenares de soldados, cabos, sargentos y oficiales a los que influía politicamente. Y en algunos casos hasta se formaban comités que llevaban a cabo la lucha por "los derechos de los soldados contra los manejos de los mandos reaccionarios".
ResponderEliminarDurante la Guerra Civil Líster se convirtió en uno de los líderes comunistas más elogiados. Y comandante jefe de la Primera Brigada Mixta y de la 11ªDivisión, salidas de aquel Quinto Regimiento de los Comunistas.
Con el paso de los años,se tuvo ocasión de verle en la Televisión Española en aquella época en que los exiliados acababan de regresar a España y eran utilizados como propaganda del nuevo régimen que surgía tras la muerte de Franco para hacer felices a los españoles, como ahora se está viendo.
En aquella reunión un Lister envejecido, que poco recordaba al joven guerrero de nuestra guerra, llegó a decir: "Perdimos la guerra porque éramos unos revolucionarios capaces de destruir todo lo que se nos ponía por delante, pero no fuimos capaces de crear un Ejército, que era lo que más necesitábamos". Y quien decía estas verdades era un hombre que, perdida la guerra de España, regresó a la Academia Frunze de Moscu para convertirse en Oficial del Ejército Soviético. Academia en la que ingresaron a comienzos de la Segunda Guerra Mundial muchos comunistas, para formar parte del Ejército Soviético, entre ellos algunos militares, que habían salido escapados de la derrota española.
Santiago Carrillo lo echó del Partido Comunista Español, y los anarquistas le odiaban por su intervención en Caspe para disolver el Consejo de Aragón.
Adrian tiene tanta razón en señalar lo ofensivo y sesgado del termino nacional como grosero e inadecuado es su majadería hablando de "perros al servicio de nazis" al describir a los sublevados contra la II Republica.
ResponderEliminarEscrito hace tiempo o no, el termino nacional no es apropiado y el autor debería cambiarlo.
Nacionales españoles eran ambos bandos por igual. Nacionales era como los propios sublevados querían denominarse para señalarse como salvadores de la patria.
La historia bien descrita exige imparcialidad en los términos usados. No es una cuestión de ser o no políticamente correcto. Termino que implica un tono despectivo.
Hay que que ser neutro y preciso con los términos.
Mas en una bitácora que precisamente destaca por denunciar las imprecisiones/manipulaciones intencionadas del nacionalismo catalán.
Sea el autor razonable y evíte el termino "nacional" para describir a un grupo de españoles frente a otro implícitamente no nacional.
Hubo una sublevación militar y el bando que se formo en su apoyo fue en toda lógica el sublevado.
Mas aun, como lo mostraron de modo fehaciente los cuarenta años siguientes, también fue el bando antidemocrático o autoritario.
Elija el autor entre estos términos, u otros similares, aquel mas de su gusto.
«Zona nacional» o «zona nacionalista» son las denominaciones tradicionales y como ellos mismos se denominaban, a pesar de que una parte de la historiografía contemporánea rechace el término «nacional» en favor de otros mas politicamente correctos como «sublevados», «rebeldes» o «franquistas».
ResponderEliminarAsí, en la actualidad se recogen otros términos genéricos como «zona franquista» o «zona sublevada». Otros autores como Hugh Thomas hablan en sus obras de la «España nacionalista»,o Ramón Tamames cuando hace referencia a la «España nacional».etc
El término «Nacionalistas» o «Nacionales» aplicado al bando contendiente en la guerra civil fue acuñado por Joseph Goebbels, el ministro alemán de propaganda nazi, tras la visita de la delegación de los sublevados para solicitar ayuda y material bélico a la Alemania Nazi tras el Golpe de Estado en España, el 24 de julio de 1936.
Los líderes de la facción sublevada, inmediatamente aprobaron el término y lo adoptaron.
Gracias por su respuesta, pero sus razonamientos no responden a mis argumentos.
EliminarQue son dos. Uno los términos no son inocentes y dos, en principio no hay razón para consentir, generalizar y difundir en principio ninguna autodenominaciones por ser estas sesgadas.
En el primer caso, la implicación de que solo un bando era nacional es tan falsa como decir que los sublevados eran fascistas. Ningún historiador ecuánime debería aceptar uno u otro.
El segundo, aceptar la denominación de "bando nacional" porque era la que los sublevados se otorgaban a si mismos seria como aceptar que, porque ellos así lo dijesen, Junts per el Si son el bando catalán y el otro, en consecuencia, el españolista.
El termino correcto del bando sublevado de nuestra ultima guerra (in)civil no es “nacional”.
Quizás nacionalistas españoles contra antinacionalistas españoles, sublevados frente a gubernamentales, mas tarde franquistas frente a republicanos… no faltan términos mas descriptivos o equitativos.
Finalmente, el moderador sigue usando el calificativo "políticamente” para modificar el termino “correcto” y disminuir el valor de este ultimo.
Quédese el autor solo con la palabra “correcto” para el objeto de esta afable discusión y evite el uso tópico y peyorativo de la palabra política.
Una actividad con características, ademas de negativas, como falsa e interesada; sin duda también morales y éticas.
En el uso corriente, políticamente correcto quiere decir algo tan simple como procurar no herir la sensibilidad los demás.
Nada que, en principio, se deba evitar.
Primero, le pido disculpas por la demora en la respuesta, pero mis obligaciones personales y profesionales no me permiten dedicarle el tiempo que me gustaría al blog y este es el motivo , por el cual hace mucho que no se publica ninguna entrada.
EliminarEsta discusión sobre los términos empleados en el articulo, en lo referente a la denominación Bando nacional, o aplicar otros términos ; Es una cuestión banal, la guerra civil española, ha generado una amplia bibliografía.
Tradicionalmente, en la mayoría de esta bibliografía, tanto escrita por autores españoles como internacionales, se han utilizado los términos bando nacional y bando republicano para referirse a los contendientes de dicho conflicto.
Que actualmente no sea políticamente correcto su uso, no quiere decir que este en desuso, y por supuesto hay muchos historiadores que no comulgan con esa corrección política que usted defiende.
Le auguro una tarea enorme en pos de conseguir que se cambie la mayoría de la histografia, y artículos publicados.
Sirva como ejemplo estos casos que le detallo a continuación y puede empezar por intentar su cambio si asi lo desea.
El país, publicado el 27/03/17
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/23/actualidad/1490227728_499409.html
Entrevista a ian Gibson
Pregunta:
El periodista estadounidense David Rieff acaba de publicar Elogio del olvido, un libro en el que rechaza que la memoria histórica sea "un deber moral" y alerta “del peso del rencor y de la venganza". ¿España debe olvidar?
Respuesta:
¿Qué se gana olvidando? Se puede olvidar cuando se sabe toda la verdad. Ya se puede afrontar porque estamos a muchos años del 36. La Guerra Civil debería estudiarse en todas las escuelas y los muertos deben salir de las cunetas. La derecha de este país tiene que reconocer que aquí hubo un holocausto y no oponerse a las exhumaciones. El PP se ha comportado de una manera vil con este tema. Ellos [el bando nacional y sus descendientes] exhumaron a los suyos y no darles un entierro digno a los demás cae en el ámbito del pecado. Lorca simboliza todo eso. Alguno ha dicho que quiero hacerme una foto con su calavera cuando la realidad es que no sería capaz de ver sus restos, me daría un infarto. Lo que quiero es saber dónde está y qué hicieron. Seguiré queriendo saber hasta que me muera.
ABC Sevilla, publicado 13/03/17
http://sevilla.abc.es/cultura/libros/sevi-mision-espia-mas-famoso-guerra-fria-sevilla-queipo-201703131925_noticia.html
El sevillano Enrique Bocanegra presenta «Un espía en la trinchera», en la que narra la peripecia de Kim Philby en la Guerra Civil española
Fragmento de la entrevista.
A partir de aquí el escritor sevillano ha desarrollado una investigación siguiendo las huellas del doble agente por la Guerra Civil y que tuvo su punto de partida en la Sevilla de Queipo de Llano, a donde llegó con dos cometidos: «Informar del movimiento de oficiales italianos y alemanes en el bando nacional y conseguir toda la información posible de una persona que, tras unas primeras semanas de confusión, está apareciendo como principal líder de los nacionales, un tal general Francisco Franco del cual los rusos no sabían nada, porque no sabían casi nada de España».
Muy historia, carteles del bando nacional.
http://www.muyhistoria.es/contemporanea/fotos/fotos-carteles-guerra-civil-espanola/fotos-cartel-bando-
nacional___1887
Hay muchos mas ejemplos circulando por la red, que lo políticamente correcto, no se convierta en un portazo a la realidad.
Un saludo.