1388 : La dignidad de Príncipe de Asturias

Según el artículo 57 de la Constitución, el Heredero de la Corona, desde su nacimiento, o desde que se produzca el hecho que origine su llamamiento, ostentará las dignidades de Príncipe de Asturias, como heredero de la Monarquía de Castilla, de Gerona, por la Corona aragonesa, y de Viana, por la navarra. También ostenta los títulos de Duque de Montblanc, Conde de Cervera y Señor de Balaguer, llegando algunos a firmar que también podría usar un principado de Jaén que discuten eternamente los especialistas.

Para que el Heredero de la Corona de España use las citadas dignidades no son necesarios explícitos reconocimientos por la Casa Real, el Gobierno o las Cortes, pues esta titulación arranca,  de la propia Carta Magna.

La dignidad de Príncipe de Asturias fue creada en 1388, a imitación del principado de Gales, propio del sucesor del trono inglés, cuando contrajeron matrimonio el futuro Rey Enrique III de Castilla, heredero de los usurpadores Trastámara, y Catalina de Lancaster, nieta del Rey Pedro I. Esta alianza matrimonial era un símbolo de reconciliación nacional en el reino castellano, pues la heredera del Rey destronado y asesinado por la rama bastarda en 1369 habría de dar continuidad al linaje Real, que quedaba legitimado en la persona de su hijo, Juan II, Rey desde 1406, quien ya sería heredero de las dos ramas dinásticas hasta entonces en litigio.

Aunque el título se siguió usando en los reinados posteriores, al llegar el momento histórico de los Reyes Católicos parece caer en desuso por imponerse para el heredero de estos soberanos la denominación de Príncipe de las Españas, línea en la que se mantendrá el emperador Carlos con respecto a su hijo, el futuro Felipe II, y éste al tratar a su nefasto retoño, Don Carlos.

Como resulta lógico, no siempre fue así. Durante el Antiguo Régimen, la persona llamada a la Sucesión de la Corona, para usar esta denominación, debía ser proclamada oficialmente Príncipe de Asturias por el monarca reinante, mediante su jura por las Cortes.

Esta ceremonia de Jura del Príncipe en solemne sesión de las Cortes simbolizaba el compromiso de sus futuros súbditos de respetar sus derechos sucesorios cuando se produjese la circunstancia determinante de su subida al Trono, y de guardarle lealtad cuando ciñese la Corona. Alguna Infanta, como Doña María Teresa, hija de Felipe IV, presunta heredera durante años, no fue jamás Princesa de Asturias, por no ser jurada como tal, pese a las peticiones que se hicieron a su padre.

El numerarla como Princesa de Asturias es un error del Padre Risco, quien escribió cien años después de los hechos narrados, cronista copiado por los autores que han tratado esta materia con posterioridad.

De los hijos de Felipe IV sí fue jurado Príncipe Heredero Don Baltasar Carlos, esa gran esperanza tan trágicamente frustrada para la Monarquía Hispánica. Tras  su fallecimiento pidieron insistentemente los procuradores en Cortes que se oficializase el papel de Heredera  que correspondía en ese momento a su hermana María Teresa, pero el Rey Felipe IV tenía poderosísimas razones para negarse a satisfacer esta petición: de una parte, la Reina Mariana, su segunda mujer, aún podía darle descendencia varonil, como de hecho ocurrió en varias ocasiones, naciendo de este matrimonio los Príncipes Felipe Próspero, también muerto prematuramente, y el que habría de ser Carlos II, el último monarca español del linaje de los Habsburgo.

Por otra parte, en esas fechas se estaba negociando la celebración del matrimonio de la Infanta Doña María Teresa con el Rey francés Luis XIV, como culminación de la Paz que en esos momentos trataban de alcanzar los diplomáticos españoles y galos, nupcias que se celebraron finalmente en 1660 y de las que años después, en 1700, los derechos de la corona española recayesen en el Duque de Anjou, que vendría a sentarse en el trono como Felipe V, precisamente por ser nieto de esta María Teresa y, por tanto, bisnieto de Felipe IV.

Durante el reinado de Felipe V fue uno de los momentos más esperados el del nacimiento de su hijo, el que ceñiría la corona efímeramente durante medio año reinando bajo el dictado de Luis I. Era el primer Príncipe de Asturias que veía la luz en la Monarquía hispanica desde el alumbramiento del desdichado Carlos II, y ello aumentó enormemente la popularidad de Felipe el Animoso y su esposa, doña María Luisa Gabriela de Saboya.

Muerto Luis I en 1724, sin haber logrado descendencia con Luisa Isabel de Orleans, volvió a ceñir la corona su padre Felipe V, pasando a ocupar la posición de Príncipe de Asturias , el futuro Fernando VI. Este monarca no tuvo prole de su matrimonio con doña Bárbara de Braganza, por lo que se abre otro largo periodo en el que queda vacante el Principado asturiano, hasta que, proclamado nuevo Rey Carlos III, se apresura a hacer jurar a su tercer hijo varón y heredero de las Españas, el Príncipe Don Carlos. Recordemos que el mayor, Don Felipe, era retrasado mental, así declarado oficialmente y apartado de la sucesión regia, mientras que el segundo, don Fernando, se convirtió en monarca de Nápoles cuando Carlos III renunció a aquellos dominios para hacerse cargo de la realeza española.

Carlos IV y María Luisa de Parma, su cónyuge, fueron objeto de toda clase de intrigas de los cortesanos que trataban de ganar su favor mientras ostentaron la condicón de herederos, en esa apuesta de futuro que suelen hacer los conspiradores que se inclinan de manera descarada por la «opción de futuro» cuando se adivina próximo un cambio de titularidad en la cúspide del poder.

Cuando finalmente ocuparon el trono, las intrigas no tardaron en reproducirse, esta vez lisonjeando al nuevo Príncipe de Asturias, Fernando, casado en 1802 con la Princesa María Antonia de Nápoles. En esta ocasión, los jóvenes Príncipes sí que gustaban de las intrigas cortesanas y de los juegos, nunca afortunados, en los que las potencias extranjeras los usaban de peones inconscientes.

Pocos años después, el Príncipe se convertía en Fernado VII, tras una turbia traición contra su padre y Rey que la Historia conoce como el Motín de Aranjuez, uno de los casos más vergonzosos de manipulación de los complots palatinos disfrazado de sentimientos populares.

Los acontecimientos subsiguientes son conocidos: farsa de Bayona, devolución de la corona por Fernando a su padre, abdicación de éste en Napoleón y asentamiento por éste en el trono de san Fernando de su hermano José, el famoso Pepe Botella, culminando tan grotesco episodio en la tragedia de la Guerra de la Independencia que costó miles de vidas, la ruina económica y la pérdida de cuantiosos tesoros de arte, por no hablar más que de los daños más llamativos.

Restaurado en el trono al finalizar la contienda, y sin descendencia masculina, Fernando VII ordenó celebrar la Jura de su heredera, doña Isabel, el 20 de junio de 1833; esta fue la última Jura según el ceremonial histórico. Pretendía asegurar los derechos de la futura Isabel II, pero no evitó la Guerra Carlista al fallecer el Rey.

Con el afianzamiento de la Monarquía constitucional desaparecen estas ceremonias de Jura de los Príncipes por las Cortes y sólo se da el reconocimiento protocolario del Heredero por los representantes de Asturias, mediante la imposición de una insignia, emblema de su dignidad –una joya elaborada a mediados del siglo XIX, de esmaltes y pedrería, en la que aparece la Cruz de la Victoria– y la entrega de un tributo simbólico llamado mantillas.

Este acto tenía lugar en el Palacio Real de Madrid y no significaba más que ratificar la asunción por el Heredero de la dignidad de Príncipe de Asturias, sin repercusión constitucional.

La Princesa Isabel, conocida como La Chata, el futuro Alfonso XII, el primogénito de Amadeo I, Doña María de las Mercedes (primogénita de Alfonso XII) y Don Alfonso de Borbón y Battenberg fueron protagonistas de estas sencillas solemnidades y todos ellos ostentaron la misma insignia acreditativa de su condición.

Las circunstancias que rodearon la declaración de la Infanta Doña Isabel como Princesa de Asturias en 1875, al producirse la Restauración borbónica en la persona de su hermano Alfonso XII, nos dicen mucho de la personalidad de aquel estadista algo cínico que era don Antonio Cánovas del Castillo, pues es sabido que forzó todas las leyes dinásticas para evitar que al Rey Alfonso pudiese sucederle, llegado el caso, su propia madre, la Reina Isabel II, la cual debería haber sido llamada la trono de haber muerto el rey sin hijos, como Felipe V, según hemos visto, volvió a ceñir su corona a poco de abdicar en Luis I.

Años después, cuando se discutía la conveniencia de designar Princesa de Asturias a la primogénita de Alfonso XII y María Cristina de Austria, el mismo Cánovas argumentó completamente lo contrario para evitar al erario la dotación económica de una Princesa de Asturias, mucho más cuantiosa que la de una Infanta. Pocos meses después, Sagasta, para congraciarse con los monarcas, promovió la proclamación de la Infanta María de las Mercedes como Princesa de Asturias, con su asignación correspondiente, ganándose la simpatía perpetua de la Reina María Cristina.

Esta Princesa María de las Mercedes ostentó la condición de Princesa de Asturias hasta su fallecimiento en 1904, y, cuando se produjo este  suceso, ocupó oficiosamente su puesto su hijo primogénito, el Infante don Alfonso de Borbón Dos Sicilias, quien, no obstante, no llegó a ser oficialmente designado como Príncipe de Asturias, aunque muchos lo llamasen así, sobre todo cuando se celebraron las bodas de su tío Alfonso XIII con Doña Victoria Eugenia de Battenberg, en 1906, ceremonia a la que el regio niño acudió como testigo principalísimo, pese a su corta edad, por ser el primer llamado a la sucesión de la Corona.

Le desplazarían poco después de tan privilegiada situación, pues en 1907 nacería el primogénito de Don Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia.

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4 comentarios:

  1. Hola,

    Mi más sincera felicitación por un blog tan trabajado e interesante.

    Enhorabuena, le deseo un feliz 2012,

    Jose

    PD: Por si le pudiera interesar, le dejo un enlace con algunas reflexiones en torno a la historia:

    http://josearnedo.blogspot.com/search/label/Historia

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  2. muchas gracias ,le deseo un feliz 2012 . le agradezco la sugerencia

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  3. Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!

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  4. Sin lugar a dudas estamos ante un gran blog. Muy documentado y de entradas de mucho interés.
    Mis felicitaciones y Feliz 2012.
    Un cordial saludo.
    Ramón

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