1084: La ONG mas antigua del mundo

Hace 900 años, La Orden de Malta comenzó su labor humanitaria y de defensa de la fe cristiana. Sin sus caballeros, ahora todo el Mediterráneo sería musulmán.

Hoy pocas personas conocen de cerca a esta ONG entre cuyos miembros se cuenta el rey Juan Carlos y muchos representantes de la nobleza española como Hugo O'Donnell, conde de Lucena, empresarios como Giovanni Agnelli, o políticos como Valèry Giscard D'Estaing. ¿Quiénes son estos caballeros y damas vestidos de negro que lucen una gran cruz ochavada en su pecho y que todavía emplean costumbres que sólo se ven en las películas medievales?

Son los miembros de la soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta, más conocida como la Orden de Malta.

Expulsados por Napoleón de esa isla mediterránea han vagado durante dos siglos como el holandés errante, ciudadanos de un estado sin tierra, y sólo muy recientemente pudieron volver a sus antiguas posesiones con el permiso del Gobierno de Malta. la Orden de Malta ha cumplido sus 900 años de existencia pero casi nadie se ha acordado de ella a pesar de que, según muchos historiadores, realizó la epopeya más brillante del mundo cristiano: defender la cultura occidental contra el asedio musulmán.

Si los caballeros de la Orden no hubieran estado en Rodas, en Malta o en Lepanto, seguramente este texto estaría escrito con signos arábigos y, desde Madrid hasta Belgrado, los feligreses acudirían los viernes a las mezquitas para postrarse y rezar por Alá. Y, curiosamente, tampoco John Huston habría dirigido a Humphrey Bogart en El halcón maltés.

En un principio, la Orden de Malta era pacífica y religiosa y se denominaba Orden de San Juan. Estaba compuesta por frailes benedictinos que a mediados del siglo XI daban cobijo a toda clase de enfermos y peregrinos en un hospital de Jerusalén construido por comerciantes italianos. Un italiano procedente de Amalfi, el beato Gerardo, dirigía aquella congregación humanitaria, cuyo único vestido consistía en una túnica negra (la de los benedictinos), y que llevaba cosida una cruz blanca en el pecho. Esa cruz de ocho puntas provenía de un escudo de la ciudad natal del padre Gerardo.

La pacífica vida de los miembros de esta Orden hospitalaria cambió cuando los turcos seleúcidas conquistaron Jerusalén en el año 1071. Fue entonces cuando, en toda la cristiandad, se generalizó el sentimiento de que había que recuperar los Santos Lugares. La primera cruzada, organizada por borgoñones y alemanes, y conducida por Godofredo de Bouillon entró en Jerusalén el 7 de julio de 1099 y liberó de prisión al beato Gerardo. Su delito había consistido en lanzar pan a las tropas cristianas desde el interior de la Ciudad Santa. Se cuenta que, cuando los turcos le apresaron, registraron su bolso, pero, en vez de panes, encontraron piedras. Lo cierto es que esa conquista es la que marca el fin de una Orden pacífica y el nacimiento de la Orden militar, pues hasta ese momento los religiosos hospitalarios no habían empuñado nunca las armas.

EL CUARTO VOTO
El sucesor de Gerardo, Raimundo de Podio (o Depuig, pues según algunos era español), fue quien realizó la militarización de la Orden. A los tres votos instituidos por el beato (pobreza, castidad y obediencia) añadió el cuarto, esto es, combatir a los infieles, no huir en el combate y jamás levantarse en armas contra un imperio cristiano. Precisamente, este último les resultaría contraproducente siete siglos después.

Los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén se dieron pronto a conocer por su arrojo en las batallas y por sus sólidas fortificaciones. Entre ellas, destacó el Krak de los Caballeros, una imponente edificación de piedra que se alza todavía en una colina a 750 metros de altitud en Siria, y que estaba rodeada por molinos de viento, una característica propia de las construcciones de la Orden.

Durante toda la Edad Media, los hospitalarios se convirtieron en los más aguerridos guardianes de la fe: vigilaron el Camino de Santiago, las rutas hacia Roma y, concretamente en España, combatieron en varias batallas, como en las Navas de Tolosa. Ocuparon la vanguardia en la conquista de Mallorca, Valencia, Murcia, Jaén, Córdoba, Sevilla, Lorca, Baeza y en el Salado. A cambio, la Orden recibió mercedes, privilegios, fortalezas y tierras, así como donaciones reales.

Pero la lucha contra el universo musulmán estaba lejos de terminar. En 1187 las tropas de Saladino tomaron Jerusalén y dieron muerte al Gran Maestre de la Orden. Cosa curiosa: el sultán admiraba tanto a los hospitalarios, que permitió que 12 caballeros continuaran custodiando el Santo Sepulcro durante un año.

Pero la confianza duró poco tiempo. La mayor parte de las tropas hospitalarias se tuvieron que replegar a sus fortificaciones en Tierra Santa. En 1281 cayó San Juan de Acre, considerado como el último reducto cristiano en Oriente. Doscientos cincuenta caballeros de tres órdenes religiosas murieron masacrados. Sobrevivieron 10 templarios y siete hospitalarios. Estos últimos, en lugar de regresar a Europa, se refugiaron en Chipre y desde allí iniciaron la construcción de galeras para dar protección a los buques de peregrinos que se dirigían a Siria y Palestina.

CORSARIOS BENÉFICOS

Los caballeros de la Orden de San Juan se convirtieron entonces en los mayores corsarios del planeta. Y en multimillonarios. Dado que el Papa les había eximido de pagar tributos, los caballeros aumentaban día a día su riqueza arrebatando las posesiones de los piratas musulmanes que infestaban el Mediterráneo. Con tales tesoros, financiaban la construcción de nuevos hospitales, navíos y fortificaciones. Una a una, los caballeros fueron apropiándose de las islas más importantes. Asaltaron la isla de Chipre con la excusa de que era un nido de corsarios. Y en 1309, 35 caballeros partieron a la conquista de Rodas con una modesta tropa armada. Una vez conquistada, la fortificaron y la convirtieron en la avanzadilla cristiana en Oriente.

Para entonces la Orden era como una pequeña Unión Europea. No estaba dividida en naciones sino en lenguas: Castilla, Aragón, Francia, Provenza, Auvernia, Italia, Inglaterra y Alemania. La Orden de San Juan de Jerusalén y Rodas se convirtió pronto en una potencia naval, especialista en la construcción de galeras. En 1522 diseñó y fabricó el primer acorazado de la Historia, el Santa Ana, un navío de plomo, con seis puentes, una magnífica artillería y 300 tripulantes. Pesaba 3.000 toneladas pero, basado en el principio de Arquímedes, era insumergible. El historiador Carlos Morenés la califica como "el barco más grande y temido de su época". En el mascarón de proa lucía una figura de San Juan Bautista que hoy se puede ver en la capilla de la catedral de San Juan de La Vallette, en Malta.

La Orden construyó el primer buque hospital de la Historia. No sólo en éste sino en todos los hospitales de la Orden, se cumplían desde su fundación medidas de profilaxis muy avanzadas para su tiempo. Se examinaba la orina a los enfermos. Había camas individuales con varios juegos de sábanas y mantas. Los enfermos tenían pellizas y pantuflas. Se les daba comida en abundancia.

La vida en las galeras era delirante. Según el historiador Antonio Pau Arriaga, a veces estaban tan sobrecargadas, que apenas había espacio para dormir tendidos. "No había protección contra el sol abrasador, la lluvia y el agua salada. Con frecuencia, un golpe de mar empapaba las provisiones y las hacía inservibles". Pero aún era peor la vida de los esclavos. Se les encadenaba a los bancos por grupos de seis e iban sentados sobre sacos de lana. Remaban desnudos hasta 20 horas sin parar. Eran alimentados con pan mojado en vino. Si alguno de los esclavos caía rendido, se le fustigaba hasta morir y se le arrojaba al mar sin miramientos.

Los caballeros de San Juan de Jerusalén convirtieron Rodas en un fortín inexpugnable que resistió cinco asedios durísimos. El último, en 1522, reunió bajo el mando de Solimán el Magnífico la mayor flota de guerra jamás vista hasta entonces: 450 naves y 200.000 jenízaros. Unos 600 caballeros defendieron Rodas durante seis meses. Murió la tercera parte de las tropas otomanas, pero la Orden cedió y entregó la isla a Solimán, que dejó partir en paz a los supervivientes. Para evitar que los caballeros de la Orden se desperdigaran por Europa, Carlos I de España les cedió la isla de Malta. A cambio, la Orden prometió entregarle todos los años en la cetrería de Palacio un halcón maltés, que al cabo de los siglos la tradición convirtió en un animal hecho de oro y de piedras preciosas, el mismo que daría lugar a la novela de Dashiell Hammet y a la película de John Huston El halcón maltés. Malta también fue sitiada pero esta vez la tenacidad de los caballeros resistió a Solimán II y a sus 45.000 jenízaros. Murieron 130 hospitalarios. Felipe II envió ayuda y la escuadra turca se retiró con 30.000 muertos a sus espaldas.

La Revolución Francesa asestó un duro golpe a la Orden de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta pues en Francia todos sus bienes fueron confiscados. Posteriormente, cuando Napoléon inició la campaña de Egipto, Ordenó la toma de la isla. Dado que los caballeros, según los votos del beato Gerardo, no podían alzarse en armas contra un príncipe cristiano, no ofrecieron resistencia y abandonaron la isla.

A LA ANTIGUA USANZA

Poco después, la Orden se trasladó a Roma, donde tiene su sede.
A escala mundial, la Orden cuenta con 10.000 caballeros y está considerada una de las organizaciones humanitarias más importantes del mundo. Cuenta con soberanía estatal, reconocida por la ONU, pero no tiene súbditos ni territorio. Mantiene relaciones diplomáticas con unos 80 países del mundo. Emite sellos, acuña moneda y dispone de su propia organización judicial. Según Vicente Salgado, caballero hospitalario de la Asamblea española de la Orden de Malta, cualquier persona puede ser miembro de la Orden aunque existen varias categorías. Los caballeros de Honor y Devoción son los que tienen cuatro apellidos vinculados a antiguos caballeros. Los caballeros de Gracia y Devoción, tienen dos apellidos. Y los caballeros de Gracia y Magisterio son aquellos cuya conducta está acorde con el decoro de la Orden: defensa de la fe y ayuda al necesitado.

Todos los años, en el día de La Candelaria (febrero) y el día de San Juan (junio), la Orden nombra nuevos caballeros en todo el mundo. Allí, Luis Guillermo Perinat, marqués de Campo Real, ex senador y ex eurodiputado , presidente de la Asamblea española de la Orden, llama a capítulo a 80 damas y a 600 caballeros de España, y ante los presentes nombra a los nuevos caballeros, ceremonia que se realiza a la vieja usanza: golpeando suavemente con una espada el hombro izquierdo de los nuevos miembros.

Hoy día, la Orden cuenta con hospitales y obras sociales en los cinco continentes, que se financian con aportaciones anuales . A pesar de ello, muchas personas todavía no saben a qué se dedican estas damas y caballeros vestidos de negro que, como la marabunta, salen dos veces al año para renovar un rito propio de la organización humanitaria más antigua de la humanidad.



autor carlos salas

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