1700: La España de Felipe V

A pesar de los graves problemas que su enfermedad le planteaba, viajó más a través de sus territorios y tuvo más contacto con sus súbditos, tanto españoles como italianos, que ningún gobernante de los Austrias desde Felipe II. Parece que no conocía ni el noroeste, ni el sureste de España; aparte de estas áreas, visitó ampliamente la mayor parte de Castilla, Extremadura, Andalucía, el País Vasco y Navarra, Aragón y Cataluña, y toda la zona de los Pirineos, La más breve de sus visitas, a causa de la interrupción de la guerra. Fue la de Valencia. Su visita más larga fue la de Andalucía, pero también amaba la soledad y el aire de las montañas de Navarra, donde pasó varios meses. 


 El idioma no le impedía comunicarse con la gente: aunque siempre prefirió emplear el francés, leía y hablaba español, y lo utilizaba regularmente cuando comentaba los documentos de Estado. No compartía los gustos de algunos españoles. A lo largo de su vida prefirió la cultura francesa e italiana en alimentos, vestidos, música y literatura; y aunque participó con muy buena voluntad en muchos aspectos de las diversiones, especialmente en los festivales populares -carnavales, corridas de toros- parece que no constituían una parte habitual de su estilo de vida. Este hecho, puede verse, a pesar de todo, como algo positivo, ya que gracias a sus gustos el mundo español empezó a abrirse - como lo había hecho bajo Felipe II- a aspectos de la cultura europea que hasta entonces había eludido.

Es costumbre calificar al régimen, de Felipe V de «absolutista», pero el término no tiene demasiado sentido cuando se emplea para la España de principios del siglo XVIII, y tal vez sería preferible abandonarlo. Los historiadores se dan cuenta, cada vez más, de que la etiqueta de «absolutista» ofrece más dificultades que soluciones. El Estado de Felipe era, substancialmente, un Machtstaat, un «Estado del poder». El poder se componía, esencialmente, de «un ejército permanente capaz de sofocar cualquier oposición interna y de una organización fiscal que obtenía el dinero y los hombres necesarios».

Felipe V dedicaba la mayoría de sus recursos a financiar el Ejército y la Marina que fueron los responsables de los grandes acontecimientos de su reinado, El régimen de Felipe inició la centralización política, pero no fue muy lejos con ella. El intento de crear una burocracia estatal a través de los intendentes se abandonó después de que los ministros de Felipe se opusieran a las intendencias introducidas en 1711 y 1718. Los nobles que controlaban el gobierno central (quienes a lo largo del reinado se opusieron tanto al Ejército como a los intendentes) continuaron dominando la administración y por consiguiente, se opusieron - aunque no siempre con éxito- a los funcionarios del propio rey. Las antiguas elites feudales y muchas elites regionales siguieron dirigiendo el sistema político, porque justo nacía una nueva elite burocrática cuando Felipe falleció.

La estructura social fundamental que había existido durante la dinastía de los Austrías permaneció inalterada durante mucho tiempo.

El régimen de Felipe se caracteriza por la ausencia total de teorías de poder. El único concepto que el rey reivindicaba era el del «poder soberano», concepto que aparece en el texto de los' decretos, de abolición de los fueros y, también en la Nueva Planta de Cataluña.Las decisiones de Estado se tomaban dentro de un contexto totalmente, ajeno a cUalqUier ideología, de Poder, Aunque muchos hístoríadores ven la abolición de los fueros aragoneses como un hecho absolutista, la realidad es que el mismo rey absolutísta, presentó los fueros de las provincias vascas y de Navarra, y en 1718 abandonó la propuesta de reformar su autonomía aduanera.

Las propias ideas de Felipe no parecen haber sido absolutistas, y de ningún modo reflejan aquéllas de su abuelo. Como sus hermanos. Había sido educado bajo la tutela del famoso arzobispo de Cambrai, Fénelon, cuyas ideas antiabsolutistas eran bien conocidas en Versalles y coincidían con las de madame de Maintenon y el duque de Saint-Simon.

España, bajo el primer Borbón, se despertó a una estabilidad económica, La confianza en las monedas ayudó a controlar los precios, incluso en épocas de crisis. El resultado fue que «sería difícil hallar un período de cincuenta años de precios estables en la historia de cualquier país que no sea España entre 1700 y 1750».

España se despertó a la estabilidad demográfica que (los historiadores ahora coinciden) puede fecharse a partir de los años ochenta del siglo XVII, La Guerra de Sucesión fue; como todas las guerras, destructiva; pero no tuvo efectos desvastadores para la población civil, España se despertó a un adecuado abastecimiento dé alimentos. La producción agraria; el sector fundamental de la economía, creció por toda la Península, La evidencia más convincente de que en la Península había un nivel apropiado de subsístencia es la ausencia de agitaciones populares ímportantes, Aparte del descontento estríctamente local, como en las matxinadas en el País Vasco en 1718, la España de Felipe V sorprendentemente se hallaba libre de las crisis sociales causadas por la penuria económica, Las guerras casi continuas de Felipe V tenían en contrapartida la consecuencia positiva de estimular la economía.

A pesar de los aspectos positivos, no es posible ofrecer una semblanza enteramente optimista del resurgimiento militar de España bajo Felipe V 
El mecenazgo de Felipe V en el arte, el teatro, la arquitectura y la música tuvo muy poco impacto en la cultura española, fuera claro está del ámbito de la corte. 

No fue un gran mecenas de la cultura, en gran parte debido a su carácter y a su desafortunada enfermedad. Pero su contribución aunque modesta fue significativa. La corte de Felipe V representó, no sólo en el arte sino en muchos otros campos, una apertura permanente, apertura siempre deseable en un país que tenia tendencia a encerrarse en sí mismo, y urgente en una época de restauración nacional.

Estableció la aceptación de los gustos europeos entre la clase culta. Los artistas y escritores siempre habían acudido a Italia; ahora, el reínadó de Felipe V les alentaba en la nueva tendencia a acudir a Paris.




Del libro de Henry Kamen (Felipe V El rey que reinó dos veces).

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